Para la mayoría de los lectores, A.E.I.O.U. no será más que las vocales del abecedario o, si se remata con ípsilon, el título de una popular canción brasileña. Pero hay que fijarse en el detalle de los puntos entre ellas, que convierten esas letras en un monograma ¿De qué exactamente?

Pues nada menos que de una divisa bajomedieval: la que adoptó Federico III de Habsburgo, que ocupó el trono del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1440 y 1493 siendo padre de Maximiliano I y bisabuelo de Carlos V. El significado de las siglas es incierto y objeto de muchas especulaciones, pero ha pervivido y el Theresianum (Academia Militar Teresiana de Viena) la recuperó en 2017 para su escudo.

Federico III nació en Innsbruck en 1415. Era hijo de Ernesto I, archiduque de Austria al que se apodaba el Férreo, y la segunda esposa de éste, Cimburgia de Masovia, noble polaca famosa por su fuerza excepcional (se cuenta que sacaba clavos de la pared sin ayuda de herramientas y partía nueces con los dedos) y por ser quien legó a sus descendientes las características morfológicas de los Habsburgo: prognatismo, labio inferior grueso, maloclusión, etc.

Federico III con los atributos imperiales (Hans Burgkmair)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Federico quedó huérfano de padre en 1424, heredando así los ducados de Estiria, Carintia y Carnola con tan sólo nueve años de edad. De ese modo, se perfilaba tempranamente lo que iba a ser una vida de gobernante.

En 1440 sería elegido emperador por los electores alemanes, pero su gran aportación fue unir bajo su dominio la mayor parte de los territorios que pertenecían a los Habsburgo, como cabeza de dicha dinastía: en 1457, tras la muerte de Ladislao el Póstumo sin herederos, incorporó Austria a esos dominios, de modo que sólo le faltó el Tirol. Sin embargo, la escasez de recursos le impedía llevar a cabo una política más ambiciosa para acabar con la oposición de los estados con más poder y limitar la autoridad del Papa, de ahí que con los primeros tuviera que mantener las relaciones típicamente medievales y con el segundo no le quedara más remedio que firmar un concordato (el de Viena de 1446) que le autorizaba a nombrar media docena de obispos.

Boda entre Federico III y Leonor de Portugal oficiada por Eneas Silvio Piccolomini, futuro papa Pío II (Pinturicchio)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Ese acuerdo, que perduraría exactamente trescientos sesenta años, también permitió que el pontífice Nicolás V le coronara emperador en Roma en 1452 (el último que lo fue en esa ciudad), a la vez que contraía matrimonio con Leonor de Portugal. Pero su capacidad, como decimos, estaba limitada y además empezando por su propia familia, pues su hermano Alberto reclamó y terminó obteniendo la Alta Austria (hasta que Federico la recuperó tras el fallecimiento de éste en 1463), a la par que el rey Matías Hunyadi de Hungría realizaba duras incursiones y los otomanos invadían las zonas fronterizas, todo lo cual aconsejaba no establecer la corte en un sitio fijo.

De hecho, buena parte del territorio austríaco fue conquistado por los húngaros, incluyendo la propia Viena, y la liberación no se consiguió hasta 1490, gracias al óbito de Hunyadi y a una eficaz campaña dirigida por Maximiliano.

También la Confederación Suiza se negó a someterse al emperador, quien no sólo perdió el cantón de Thurgau en la correspondiente guerra sino que, en el último cuarto del siglo XV, tuvo que acabar aliándose con el enemigo para afrontar el peligroso surgimiento del ducado de Borgoña. La muerte de su titular, Carlos I el Temerario, abrió la posibilidad de que Federico se hiciera con su posesión de forma directa o indirecta. Era un bocado muy apetecible porque incluía Flandes, Brabante, el Franco Condado, Holanda, Namur, Zelanda, Henao y Luxemburgo.

Reparto de las tierras borgoñonas entre Francia y los Habsburgo/Imagen: Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

Finalmente, el emperador consiguió su objetivo por la segunda vía, la indirecta, casando a su hijo Maximiliano con la hija única de Carlos, María de Borgoña. Entonces las cosas cambiaron para el imperio, ya que en adelante se dispondría de los ricos recursos económicos de aquellas tierras; es más, se hizo popular el dicho ¡Que otros hagan la guerra; tú, feliz Austria, cásate! Pero había un problema: la Francia de Luis XI también aspiraba a quedarse con Borgoña y después de la consiguiente guerra, favorable a los galos, el Tratado de Arras de 1482 repartió los territorios otorgando a los franceses el ducado borgoñón y Picardía, mientras dejaba el resto a los Habsburgo.

En realidad Francia se llevó más ganancia, pues el delfín se comprometió con Margarita, la hija de Maximiliano, quien entregó como dote el Franco-Condado y Artois, por lo que en manos imperiales quedaron sólo los Países Bajos y Luxemburgo. Como se ve, para entonces Federico III había dejado los asuntos políticos en manos de su vástago y sería éste quien expulsase en 1492 a los otomanos de las regiones que les habían arrebatado cuatro décadas antes: Estiria, Carintia y Carniola. El emperador ya estaba enfermo de arterioesclerosis y apenas salía de Viena, máxime después de que fuera necesario amputarle una pierna.

Murió en el verano de 1493 (curiosamente, en su ataúd se introdujo también la extremidad cortada) y, con todo lo dicho hasta ahora, queda claro que no alcanzó nunca el poder que luego tendría su hijo y no digamos ya su bisnieto, que al Flandes que recibió por parte de su padre Felipe el Hermoso sumó los reinos españoles e italianos. Aún así, el prestigio de su linaje se reflejaba ya desde que nació. La divisa comentada al principio, la misteriosa A.E.I.O.U, fue adoptada en 1437, cuando era duque de Estiria (que por entonces aún no formaba parte de Austria) y, por tanto, quince años antes de ser emperador. ¿Qué significaba? Hay varias teorías.

La divisa en una inscripción en Krems, Austria / foto Moneo en Wikimedia Commons

Una posible explicación se encontró en 1666 en un libro de apuntes personales del propio Federico III, aunque hay dudas sobre que sea de su puño y letra. Según esa anotación, se trataba de las siglas de Alles Erdreich ist Österreich untertan (Todo el mundo está sujeto a Austria), que habría pronunciado poco antes de morir.

En esa misma línea política, hay otras interpretaciones también atribuidas a Federico con cierta alegría y sustituyendo el alemán por el latín: Austriae est imperare orbi universo (Austria domina sobre todo el mundo), Austria est imperio optime unita (Austria es el imperio mejor unido), Austria erit in orbe ultima (Austria existirá hasta el fin del mundo), Austriae est imperare orbi universo (El destino de Austria es gobernar el mundo entero).

Página del cuaderno de Federico III donde aparece por primera vez la divisa A.E.I.O. (se ve en la columna de la izquierda)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En este contexto, la palabra Austria no tendría un sentido territorial sino que sería una referencia a los Habsburgo, a quienes también se llamaba Austrias. No obstante, tampoco faltan propuestas más recientes como la del filósofo alemán Eugen Rosenstock-Huessy en 1951: Austria Europae Imago, Onus, Unio (Austria es la imagen y el sostén de la unidad de Europa). Incluso hay quien apunta posibilidades en otros idiomas aparte del latín, incluso en inglés, como hizo el historiador estadounidense Timothy Snyder en su libro El Príncipe Rojo: Las vidas secretas de un archiduque de Habsburgo, publicado en 2008: Austria’s empire is our universe (El Imperio de Austria es nuestro universo).

Sin embargo, en otro pasaje del mismo documento, A.E.I.O.U. son las iniciales de las palabras del primer verso de un poema: En, amor electis, iniustis ordinor ultor; sic Fridericus ego meaiurareg (Mira, los elegidos me aman, los injustos me temen; por eso yo, Federico, gobierno legítimamente). Que cada uno elija la que prefiera, que es lo que hacía el emperador en opinión de los historiadores actuales.

Más fácil lo pusieron su nieto Carlos V con el famoso Plus Ultra (Más allá; en alusión a la obsolescencia del Non plus ultra de los Reyes Católicos desde que se llegó a América) o el hermano de éste, Fernando I, quien eligió Fiat justitia et pereat mundus (Hágase justicia aunque perezca el mundo).


Fuentes

A history of the Habsburg empire 1273-1700 (Jean Bérenger)/Kaiser Friedrich III (Gedächtnis des Landes) /The Red Prince. The secret lives of a Habsburg Archduke (Timothy Snyder)/Die welt der Habsburger/Wikipedia


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