Leni Riefenstahl se hizo famosa por dirigir dos películas propagandísticas del régimen nazi en 1934 y 1938: respectivamente, Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad) y Olympia (Olimpiada). La segunda, aclamada universalmente por sus innovadoras técnicas fílmicas, era una visión de los Juegos Olímpicos de Berlín celebrados dos años atrás mientras que en la primera el tema se centraba en el congreso del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) celebrado en Núremberg. Curiosamente, la directora estuvo a punto de rechazar la oferta porque un documental similar que había realizado antes había resultado muy controvertido pese a su éxito de taquilla y le supuso un quebradero de cabeza. Se trataba de Der Sieg des Glaubens (La victoria de la fe).

En 1933 Helene Bertha Amalie Riefenstahl era una una joven berlinesa de treinta y un años, de familia luterana -su padre se dedicaba a fabricar sistemas de calefacción-, que orientó su vida al arte desde muy temprano. Primero se formó como bailarina clásica e incluso hizo una gira europea con el productor teatral Max Reinhardt (que irónicamente era judío) pero una lesión de rodilla y contemplar un póster cinematográfico de Der Berg des Schicksals, que su médico tenía en la consulta, reorientaron su vocación. Empezó una nueva vida en el séptimo arte como actriz y en 1932 dio el salto a la dirección, siendo su primera película Das Blaue Licht (La luz azul), con la que ganó la medalla de plata del Festival de Venecia.

El éxito de aquel título le abrió las puertas de Hollywood pero prefirió quedarse en Alemania, donde había llamado la atención de Adolf Hitler. Dado que ella también había quedado fascinada con la capacidad oratoria de él, no tardaron en alcanzar un acuerdo para hacer un documental sobre la concentración que, del 30 de agosto al 3 de septiembre, iban a llevar a cabo los nazis en el Campo Zeppelin de Núremberg, una tradición instaurada en 1923 y celebrada desde entonces ininterrumpidamente hasta 1938; de hecho, se trataba del quinto congreso del partido, llamado en esa edición Reichsparteitag des Sieges, es decir, de la victoria, porque conmemoraba el ascenso al poder de Hitler y su triunfo sobre la República de Weimar.

Leni Riefenstahl a mediados de los años treinta/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El primer problema resultaba evidente: apenas faltaban un par de días para el comienzo de esa convención, así que Leni no tenía tiempo de prepararlo con calma. El segundo fue que, pese a la indicación de Hitler a Goebbels para que el Ministerio de Propaganda contratase a la directora, los funcionarios no recibieron la orden expresa y se mostraron reticentes a formalizar un contrato con una mujer que, encima, ni siquiera era miembro del partido. Además hubo piques internos por conseguir que el ministerio figurase como productor, en vez del partido. No obstante, al final se puso en marcha el rodaje con producción del propio NSDAP y Leni pudo contar con la ayuda de un camarógrafo de prestigio como Walter Frenz, ingeniero aficionado a remar en kayak que había hecho las primeras películas sobre rafting y que era amigo de Albert Speer, el arquitecto del régimen.

Fue Speer precisamente el que los presentó. Por entonces, Frenz trabajaba en la UFA (Universum Film AG), el estudio más importante de Alemania, del que salieron Fritz Lang, F.W. Murnau, Max Ophüls, Douglas Sirk y Marlene Dietrich, entre otros, y congenió artísticamente con Leni gracias a su estilo subjetivo. Permanecieron juntos profesionalmente hasta 1938, pese a las limitaciones de aquel trabajo primigenio y casi improvisado, que obligó a hacer un documental de sólo una hora de duración y mudo; al menos en lo referente a voces humanas, ya que sí lleva banda sonora, con música del compositor Herbert Windt, otro que se sumó al equipo y participó en las siguientes películas de Leni.

Adolf Hitler y Ernst Röhm el verano de 1933/Imagen: Bundesarchiv Bild 146-1982-159-21A, en Wikimedia Commons

En las secuencias de La victoria de la fe se ven la llegada a la estación ferroviaria de Núremberg del vicecanciller Franz von Papen y otros dirigentes del NSDAP, el aterrizaje de Hitler y Hess en el aeropuerto y su reunión con Goebbels y Göring, la bienvenida que les tributa el jefe local del partido, el discurso del delegado de Mussolini, un mitin y los típicos desfiles callejeros de las SA y las SS al paso de la oca, que al final se muestran en formación en la explanada para diversas ceremonias (homenaje a los caídos, exaltación de la bandera…). Todas las grandes personalidades del partido aparecen en la cinta -incluyendo a un por entonces semidesconocido Himmler-, lo que constituyó el tercer y mayor problema.

Y es que uno de los protagonistas era Ernst Röhm, Jefe de Estado Mayor de Sturmabteilung (las SA, o camisas pardas, cuerpo paramilitar empleado para proteger a los líderes, llevar a cabo acciones contra judíos y sindicalistas, y usado también como fuerza de choque ante los Rotfrontkämpferbund del Partido Comunista). Röhm era un veterano de la Primera Guerra Mundial que militó luego en los Freikorps (una milicia posbélica de carácter nacionalista y anticomunista) y, tras entablar amistad con Hitler, tomó parte junto a él en el famoso Putsch de Múnich de 1923 (un fallido intento de golpe de estado contra la república). Amigo de Himmler, al que situó como lugarteniente, y de Heydrich, el creciente poder que iba adquiriendo en el partido -sóló Hitler estaba por encima- supondría su final.

Éste llegó el 30 de junio de 1934, en la Operación Colibrí, más conocida como Noche de los Cuchillos Largos. Röhm había propuesto que las fuerzas armadas se integrasen en las SA, lo que le daría el control absoluto del país, algo que Hitler no estaba dispuesto a permitir y menos después de ver que su antiguo amigo obviaba su negativa al respecto y seguía trabajando en esa dirección. Röhm no supo calibrar sus fuerzas; el hecho de ser homosexual le granjeaba el desprecio de todos y por eso hasta sus amistades más cercanas, como los citados Himmler y Heydrich, apoyaron una falsa acusación de conspiración contra él y Gregor Strasser, un parlamentario miembro del NSDAP pero disidente. Así, mientras las SS asesinaban o arrestaban a cientos de oficiales de las SA, Röhm y Strasser fueron detenidos y finalmente ejecutados.

Cartel de la película La victoria de la fe/Imagen: Wikimedia Commons

Lógicamente, a partir de ahí se aplicó una damnatio memoriae sobre el fallecido mandatario y, dado que salía en bastantes escenas de La victoria de la fe, se ordenó la destrucción de todas las copias existentes. Leni Riefenstahl aseguraba que Hitler no había dado esa orden pero parece improbable que permitiera el recuerdo de un personaje que, en cierta forma le ponía en ridículo: aparte de la rivalidad por el poder, estaba el hecho de que, asegurando el Führer que nunca se había percatado de la homosexualidad de Röhm, se difundiera un chiste popular que preguntaba qué pasaría cuando descubriera que Göring era gordo y Goebbels cojo.

El caso es que el documental pudo haber desaparecido para siempre… pero no lo hizo. En abril de 1934, dos meses antes de la Noche de los Cuchillos Largos, Leni había visitado Gran Bretaña para dar una serie de conferencias universitarias sobre técnicas de propaganda y llevó consigo una copia de La victoria de la fe, de la que se hizo un duplicado y quedó guardada en un archivo.

No está claro si se trató de algo legal o no, ya que los títulos de crédito iniciales están grabados de una proyección en pantalla -aunque el resto parece copia directa-, pero así fue cómo la cinta se salvó de la quema y del olvido, al ser reencontrada en los años noventa.

A la derecha, Leni Riefesnstahl dirige a su equipo en pleno rodaje de El triunfo de la voluntad/Imagen: Bundesarchiv Bild 183-2004-0312-503 , en Wikimedia Commons

El encargo de una nueva película que se le hizo a Leni al año siguiente, cuyo resultado sería la mencionada El triunfo de la voluntad, tenía por objeto hacer olvidar a su predecesora y por eso se la dotó de todo tipo de medios (baste decir que se rodaron sesenta y un horas de metraje, condensadas al final en ciento catorce minutos). Inicialmente, ella se negó recordando la agridulce experiencia anterior y recomendando en su lugar a su asistente, Walter Ruttmann.

Pero a Hitler no le convencía el trabajo de éste -a pesar de ser miembro del equipo de propaganda nazi- y volvió a insistirle a Leni, que terminó cediendo.

Con tiempo para concebirla y rodarla, decíamos antes que fueron muchas las innovaciones técnicas, como la cámara en movimiento, los planos aéreos, los ángulos elegidos, el montaje, etc. Sin embargo, siguió el mismo esquema que La victoria de la fe -a veces hasta reproduciendo detalles menores- e incluso se reaprovechó parte de la música.


Fuentes

The films of Leni Riefenstahl (David B. Hinton)/Leni Riefesnstahl ¿Documentalista o propagandista? (Ellen Cheshire)/The Third Reich politics and propaganda (David Welch)/El mito de Hitler. Imagen y realidad en el Tercer Reich (Ian Kershaw)/Filmguide to Triumph od the will /Richard Meram Barsam)/Hitler’s women (Guido Knopp)/Wikipedia


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