En el municipio de Iglesias, al suroeste de la isla de Cerdeña, y cerca de la localidad de Nebida, se encuentra una de las mayores rarezas de la ingeniería mundial: un puerto marítimo literalmente colgado de un acantilado.

Se llama Porto Flavia y se construyó entre 1923 y 1924 para dar salida a la producción minera de la zona, rica en carbón, azufre, bario, zinc, plomo, plata y otros metales.

Fue diseñado por el ingeniero Cesare Vecelli, que propuso un ingenioso plan: la construcción de un puerto directamente en la pared del acantilado, conectado mediante un sistema de túneles con la cima, y en un lugar donde la profundidad del agua era suficiente para que los barcos de vapor pudiesen amarrar. Como nombre le puso el de su hija Flavia.

Construyó dos túneles superpuestos de unos 600 metros de longitud y unidos por nueve grandes depósitos verticales. El mineral se llevaba en un tren eléctrico y se descargaba en los depósitos por escotillas.

Luego, se abrían compartimentos que dejaban caer el mineral deseado en el túnel inferior, donde una cinta transportadora de unos 16 metros servía para cargar los barcos amarrados en la base del acantilado, proceso que tardaba unos dos días.

Antes de la construcción de Porto Flavia los trabajadores debían cargar los barcos a mano, con cestas, en un proceso que no duraba menos de siete días.

Foto Davide Degrassi en Flickr

El túnel superior se comenzó a excavar a 37 metros sobre el nivel del mar. Para el inferior, los trabajadores tuvieron que colgarse con cuerdas del acantilado y empezar a perforar, a 16 metros de altura, en dirección opuesta a la galería superior.

Perforando desde el acantilado hacia dentro tenía la ventaja de que podían verter las rocas directamente al mar.

Aunque no era necesario, el propietario de la empresa pidió que en el extremo de los túneles que da al mar, se levantasen torres y arcos de hormigón y se colocasen placas decorativas con la fecha y el nombre del puerto, resultando en el singular aspecto actual de la estructura.

Foto ManuelVilleDesign en Pixabay

Cuando entró en funcionamiento en 1924 Porto Flavia redujo los costes de producción de mineral hasta en un 70 por ciento.

La empresa propietaria, Vieille Montagne, operó el puerto en exclusiva, sin permitir su uso a otras compañías mineras, hasta su cierre en 1990, cuando cesó la producción de mineral en la zona.

Hoy Puerto Flavia está bajo la protección de la UNESCO, y se pueden realizar visitas guiadas a sus túneles.



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