«Daban una buena primera impresión, pero no tengo fe en la capacidad de lucha inherente a la raza». Ésto fue lo que manifestó el general Patton después de pasar revista al 761º Batallón de Tanques en 1944, en vísperas de su bautismo de fuego. El célebre militar no hacía sino reflejar la opinión general de los mandos estadounidenses sobre la capacidad de los soldados afroamericanos que se habían incorporado al ejército en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó a reunirlos en una unidad segregada. Pero ellos tenían un expresivo lema, «Salir a luchar», y lo pusieron en práctica tan eficazmente que recibieron más de trescientas condecoraciones, haciendo honor a su apodo de Black Panthers (Panteras Negras).
Lo cierto es que Patton, como otros muchos, tenía sentimientos algo contradictorios. Esa frase reseñada antes tenía los tintes racistas propios de aquella época y, de hecho, no sólo persistió en ese sentido haciendo comentarios peyorativos hacia los negros como soldados sino que también lo puso por escrito en su libro War as I knew it ( La guerra como la conocí ), unas memorias bélicas en las que recordaba el episodio apostillando que «un soldado de color no puede pensar lo suficientemente rápido como para luchar en un blindado». Sin embargo, cuando era comandante de una guarnición en El Paso antes de la guerra, impidió el linchamiento de un soldado de color y en 1944 necesitaba de cualquier refuerzo que pudiera llegar; por eso le dio un voto de confianza al 761º.
En la citada revista de tropas, hasta le dedicó una emotiva arenga:
«Señores, sois los primeros tanquistas negros en luchar en el ejército estadounidense. Nunca habría preguntado por vosotros si no fuerais buenos. No tengo más que lo mejor en mi ejército. No me importa de qué color seáis mientras subáis y matéis a esos hijos de puta Kraut. Todos tienen sus ojos en vosotros y esperan grandes cosas. Sobre todo, vuestra raza espera tener éxito. ¡No los decepcionéis y os maldigáis, no me decepcionéis a mí! Dicen que es patriótico morir por tu país. Bueno, veamos cuántos patriotas podemos hacer con esos hijos de puta alemanes».
Es decir, Patton desconfiaba de los afroamericanos como grupo pero, a la vez, estaba dispuesto a reconocerlos como buenos soldados individualmente y, estando escaso de efectivos, no podía permitirse el lujo de prescindir de ellos, así que fue el primer mando en integrarlos entre los suyos. Posteriormente, ellos declararon estar orgullosos de haber servido a sus órdenes. Era la eclosión de una situación un tanto anómala, la prohibición de entrar en combate a las tropas negras. Anómala porque, en realidad, se habían estrenado ya en la Guerra de Secesión, cuando la primera unidad de ese tipo, el 1st Kansas Colored Volunteer Infantry Regiment, compuesto fundamentalmente por ex-esclavos, fue también el primero en luchar en el frente, en la llamada Escaramuza de Island Mound (29 de octubre de 1862).
Asimismo, soldados negros formaron parte del 54º de Massachussets (inmortalizado en la película Tiempos de gloria) y del 10º Regimiento de Caballería. Los de este último eran conocidos como Buffalo Soldiers (se lo pusieron los kiowas seguramente por su pelo ensortijado, que les recordaba al de los bisontes), denominación que luego se aplicó también a otros regimientos de lo que se conocía genéricamente como United States Colored Troops. Tomaron parte en las Guerras Indias y en la guerra contra España de 1898, además de en la intervención en México de 1916 y en las campañas contra la insurgencia filipina. En cambio, no participaron en la Primera Guerra Mundial porque en el siglo XX, salvo las excepciones mencionadas, fueron destinados a tareas de servicios.
Cuando empezó a vislumbrarse la Segunda, la situación inicial era parecida. Por parte de los mandos, todavía seguía habiendo reticencias que no se solventaron hasta que , ya iniciada la contienda, el teniente general Lesley James McNair modificó las cosas. A McNair se le suele apodar el «arquitecto del ejército de EEUU» porque como comandante supremo de las fuerzas terrestres fue quien se encargó de diseñarlo y reorganizarlo para adaptarlo a los nuevos y terribles tiempos. Por ejemplo, él estableció el sistema de reemplazo individual para los caídos, introdujo métodos de entrenamiento realistas y aplicó el concepto de guerra móvil frente a la estática que caracterizó el conflicto anterior.
Pues bien, McNair entendió que el ejército debía contar con soldados negros en proporción a su número en la población y ordenó que se crearan unidades segregadas en cada rama del servicio, además de abrir a sus integrantes la puerta a ascender a oficiales y dirigir dichas unidades. La razón para que se crearan aparte estaba en que era creencia que la deficiente educación que habían recibido sus oficiales en la escuela les hacía llevar cierto retraso respecto a los blancos (aunque a veces no había suficientes oficiales de color y debía completarse el escalafón precisamente con blancos). Se desestimó, pues, la propuesta inicial del Estado Mayor de distribuirlos entre los cuerpos ya existentes con una proporción de un soldado negro por cada 10,6 blancos.
Estas revolucionarias medidas se hicieron realidad en 1941, publicitándose en medios de comunicación nacionales, de modo que dos años más tarde había en filas unos 170.000 afroamericanos, el 10,5% del total del ejército y equivalente al 10 u 11% de los habitantes estadounidenses. Se repartían entre la 90ª y 92ª divisiones de Infantería «colored», como decían entonces, más la 2ª de Caballería, el 452º Batallón de Artillería Antiaérea, el 555º de Infantería Paracaidista y el que nos ocupa aquí, el 761º Batallón de Tanques. Éste se constituyó el 15 de marzo de 1942, poniéndose en marcha al mes siguiente en Camp Claiborne, un campamento de 93 kilómetros cuadrados ubicado en Luisiana y dedicado desde 1930 a la instrucción y preparación de las tropas.
Los reclutas del 761º se entrenaron con el M5, un modelo de tanque ligero de fabricación nacional bautizado como Stuart en honor del general confederado Jeb Stuart y que estaba armado con un cañón de 37 mm. más tres ametralladoras Browning M1919. La etapa final del período de preparación se llevó a cabo en Fort Hood, otra instalación del ejército -también con nombre de militar de la Confederación– y situada en Texas. Allí pasaron a aprender a manejar un tanque mediano, el M4 Sherman -esta vez el nombre era de general nordista- que tenía un cañón de 75 mm, tres ametralladoras de distintos calibres y un mortero de dos pulgadas.
Como se ve, ambas bases se encontraban en el sur, donde pervivían las leyes segregacionistas, y no faltaron incidentes en ese sentido, tanto con la población local como con los propios oficiales y soldados de otras unidades, hasta el punto de que, tras una pelea masiva entre blancos y negros de cuerpos diferentes ocurrida en Luisiana el 10 de enero de 1942, los integrantes del 761º estuvieron a punto de amotinarse y apoderarse de media docena de carros de combate y únicamente la intervención de su coronel, Paul L. Bates lo impidió. También fue él quien se negó a someter a consejo de guerra a un oficial negro que no quiso sentarse en la parte trasera de un autobús y que por ello fue detenido por la policía militar de Fort Hood. Se llamaba Jackie Robinson y pese a la defensa de su superior terminó compareciendo ante una corte marcial; lo absolvieron pero fue obligado a dejar el 761º… para convertirse en una de las grandes estrellas del béisbol de EEUU. Nunca olvidó el apoyo del teniente coronel.
No obstante, lo que de verdad indignaba a los Black Panthers era el hecho de que unidades con mucho menos entrenamiento pero compuestas por blancos fueran enviadas al frente, mientras ellos seguían esperando. Pero por fin llegó el momento. El general Benjamin Lear (apodado Yoo-Hoo por los silbidos de broma que le dedicaban los reclutas cuando pasaban en camión y le veían jugar al golf en pantalón corto), que estaba al mando del Segundo Ejército y se dedicaba a labores de entrenamiento, consideró que el 761º ya estaba listo para el combate, así que lo envió a Inglaterra, donde se estaba planeando la invasión del continente. Y, en efecto, el 10 de octubre de 1944 los soldados afroamericanos desembarcaron en Omaha Beach, aquella playa de Normandía cuyas arenas se habían regado con sangre cuatro meses antes.
Eran 676 hombres con una treintena de oficiales negros y seis blancos que fueron asignados al Tercer ejército de EEUU, cuyo mando había pasado del general Walter Krueger a Patton. Éste, ya lo vimos, necesitaba refuerzos, por lo que tras hacer la revista de tropas que decíamos antes y pese a sus recelos, aceptó incorporar al 761º. Entraron en liza el 7 de noviembre, peleando en sucesivas ciudades francesas como Moyenvic, Vic-sur-Seille o Morville-lès-Vic, casi siempre en vanguardia. Irónicamente, el primer herido que tuvieron no fue negro sino su jefe, el coronel Bates.
Pero su verdadera consagración fue al mes siguiente, cuando los alemanes desencadenaron la ofensiva de Las Ardenas. En ella jugaron un importante papel porque se recibió la advertencia de que el enemigo tenía destacamentos disfrazados con uniformes estadounidenses para infiltrarse y desbaratar los puestos de vigilancia. Patton resolvió el problema destinando a esos controles a los soldados negros, con orden de disparar sobre cualquier blanco que resultara sospechoso. La Batalla de las Ardenas fue dura y sangrienta: el 761º registró 156 bajas, de las que 24 fueron mortales por 81 heridos y otras 44 por enfermedad. Asimismo, perdieron 14 tanques y otra veintena resultó dañada.
Una vez cumplida su misión y dado su carácter de unidad de reemplazo -por lo que era enviada donde hiciera falta ayuda-, el 761º se dirigió a Bastogne con la misión de ayudar a los miembros de la 101ª División Aerotransportada, que resistían tan tenaz como desesperadamente en unas condiciones climáticas penosas. La ofensiva germana terminó fracasando el 25 de enero de 1945 y los Black Panthers siguieron adelante como punta de lanza de la 4ª División Blindada de EUUU, encargada de abrir camino al Tercer Ejército hacia Alemania a través de la Línea Sigfrido.
Así llegaron a Steyr, una localidad de Austria donde enlazaron con el Ejército Rojo. Las numerosas muestras de valor de que hicieron gala aquellos soldados, que estuvieron en campaña durante 183 días ininterrumpidos, les supusieron ganar 296 corazones púrpura, 11 estrellas de plata y 69 de bronce, más una Medalla de Honor entregada a Bates, quien pudo recuperarse de sus heridas (hubo otras póstumas para el sargento Ruben Rivers y el soldado Warren GH. Crecy, este último apodado sarcásticamente «El hombre más malo del 761» ).
En 1978, Jimmy Carter atendió las demandas de varios veteranos y concedió al batallón la Presidential Unit Citation «por heroísmo extraordinario en acción». Era una demanda de muchos veteranos que, al regresar a su patria, descubrieron que no eran recibidos tan calurosamente como los blancos. Eso sí su comportamiento en el frente fue tan convincente que Truman ordenó que se pusiera fin a la segregación en el ámbito militar. De esa forma el 761º Batallón de Tanques fue disuelto y sus miembros integrados en otras unidades.
Fuentes
African American Troops in World War II ( Alexander Bielakowski y Raffaele Ruggeri)/Brothers in arms. The epic story of the 761st Tank Batallion, WWII’s forgotten heroes (Kareem Abdul-Jabbar y Anthony Walton)/Patton’s Panthers: The African-American 761st Tank Battalion In World War II (Charles W. Sasser)/The 761st Tank Battalion: Fighting the Enemy, Beating Stereotype ( Hank Heusinkveld en US Army)/761st Tank Bataillon/Wikipedia
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