La idea de una mujer que no considera a ningún hombre digno de ella y establece unas estrictas condiciones que los candidatos han de superar ha dado lugar a diversas obras de creación más o menos célebres. Sin embargo, tiene un antecedente histórico glosado por el mismísimo Marco Polo en su Libro de las Maravillas: la princesa mongola Khutulun, una experta guerrera, prima de Kublai Khan y tataranieta de Gengis, que participaba en las batallas junto a los demás soldados y que prometió casarse únicamente con aquél que pudiera vencerla.
Este pequeño resumen sonará a cualquier aficionado al cómic y le traerá a la cabeza el personaje de Red Sonja, una campesina de Hirkania que, tras sobrevivir a la matanza de su familia por parte de unos mercenarios, recibe una visita divina que le otorga la fuerza y destreza de un guerrero a cambio de la promesa de entregarse sólo al hombre que sea capaz de derrotarla en combate, viviendo entretanto de poner su espada al servicio del mejor postor. Red Sonja fue creada por el guionista Roy Thomas y el dibujante Barry Windsor-Smith a partir de una novela de Robert E. Howard, cambiando la época en que éste la había situado (el siglo XVI) para trasladarla a la misma Era Hiboria en que vivía Conan el Bárbaro.
Tampoco hace falta ser un gran especialista en ópera para disfrutar de Turandot, la obra de Puccini que tiene una de las arias más bellas y populares del género: Nessun dorma. Pues bien, Turandot es el nombre de la protagonista, una princesa persa que no encuentra a un hombre que considere digno de ella y, por tanto, se encierra en una torre prometiendo su mano al que sea capaz de resolver una serie de acertijos. Pese a que esta historia procede de Los mil y un días, un antología hecha por el orientalista dieciochesco François Pétis de la Croix recopilando cuentos exóticos de diversos países, en uno de los cuales traslada a Persia un original ruso, aunque la versión operística se desarrolla en China.
Los expertos creen que la Turandot original era Turandokht, es decir, hija de Turán (una región de Asia Central) y se inspiraba en la mencionada Khutulun, de la que vamos a hablar a continuación. Ese nombre, que significa Luna Brillante, es el más conocido pero ha pasado a la posteridad también con el de Khotol Tsagaan, el árabe Ay Yaruq y otros derivados como Aigiarne y Aiyurug. Todos ellos del Lejano Oriente, ya que nació en el Uluss, un kanato mongol llamado también Chagatai porque su gobernante era Chagatai Kan, segundo hijo de Gengis Kan, al que éste asignó la Transoxiana, una parte del Turquestán entre el Mar de Aral y la Meseta de Pamir hasta los montes Altái más la región de Sinkiang (en la China uigur).
A la muerte de Chagatai en 1241, el kanato pasaría a manos de su pariente Kaidu, nieto de su hermano Ogodei (el hijo de Gengis que había heredado el mando supremo mongol). Kaidu se enfrentó a su primo Kublai por considerar que daba la espalda a las tradiciones mongolas, ya que el kan había promovido la asunción de la cultura china y establecido una capital fija, renunciando al nomadismo.
De hecho, Kaidu se negó a asistir a su proclamación, lo que equivalía a negarle legitimidad porque se exigía unanimidad, y hasta se alió con Berke, kan de la Horda de Oro. Así, en 1266 el Gran Kan envió a Baraq, un bisnieto de Chagatai, para sustituirle al frente del kanato. Evidentemente, Kaidu no estaba dispuesto a irse sin más y estalló la guerra, en la que contó con la ayuda de Möngke Temür, el sucesor de Berke.
Era lo bastante poderoso para ello, pues según Marco Polo se tardaban cinco días en recorrer sus territorios. Unos territorios, por cierto, ricos en algodón y de composición multirracial y multicultural, ya que en ellos habitaban fundamentalmente musulmanes pero también cristianos nestorianos (de la Iglesia Asiria de Oriente) y jacobitas (más conocidos como monofisitas, de la Iglesia Ortodoxa Siríaca). Por eso no es de extrañar que Baraq sufriera un descalabro que le obligó a retirarse. No obstante, la devastación sufrida en el kanato impelía a buscar la paz, que se alcanzó en una fecha indeterminada, hacia 1269. Él se quedaba con dos tercios de la Transoxiana, repartiéndose el resto Kaidu y su aliado, y coaligándose los tres para conquistar el kanato de Persia.
Baraq murió durante la campaña y sus hijos interpretaron que todo había sido una trampa, ya que la inició en solitario, así que se volvieron contra Kaidu. Pero éste era ya demasiado fuerte para ellos al haberse atraído a todos los señores mongoles. Es más, se sintió tan seguro que marchó contra el propio Kublai… y se estrelló contra él, falleciendo en 1301 después de resultar herido en batalla. Había pasado treinta años de su vida en aquella guerra civil, contando a su lado con sus quince hijos. De todos ellos, curiosamente, su favorita era la menor, la única chica, cuya habilidad en el oficio de las armas resultaba extraordinaria y que si no se convirtió en su sucesora fue, en parte, por la oposición de los parientes masculinos.
Se trataba de Khutulun, nacida en torno a 1260. No tenemos mucha información sobre ella porque su genio militar eclipsó los demás datos: criada entre catorce varones tuvo que ponerse a su altura, convirtiéndose no sólo en una consumada amazona -como todos los mongoles, por otra parte- que dejaba atrás a los demás jinetes al cargar contra el enemigo, sino también en una experta arquera -Gengis Kan decretó que todas las mujeres debían practicar-, en una buena esgrimista con la espada e incluso en una espléndida luchadora de bökh (lucha libre mongola en la que pierde el primer contendiente que toca el suelo con una parte del cuerpo que no sean manos o pies). «A veces -cuenta Marco Polo- cabalgaba hacia el ejército enemigo, atrapaba a algún hombre allí y se lo llevaba a su padre, tan hábilmente como un halcón salta sobre un pájaro».
Ayudaba el físico, sin duda. Aunque en cine e ilustraciones se tiende a mostrarla casi como una modelo, el viajero veneciano la describe con una apariencia imponente pero en sentido distinto: «Tan bien formada en todas sus extremidades, y tan alta y fuerte, que casi podría ser tomada por una gigante«. Añade que era «muy hermosa pero también tan fuerte y valiente que en todo el reino de su padre no había hombre que pudiera superarla en hazañas de fuerza».
Ahora bien, la genialidad de Khutulun no se detenía en la pericia como guerrera; se extendía al mando, distinguiéndose en estrategia y táctica. Por eso Kaidu la tenía siempre a su lado y la consultaba antes y durante sus campañas a lo largo de aquellas décadas.
En ese sentido, tiene su punto de ironía que siglos atrás, y según una incierta leyenda recogida en el poema épico Balada de Mulán, en el siglo VI hubiera vivido una guerrera china llamada Hua Mulán que se disfrazó de hombre para poder ocupar el lugar de su anciano padre en el ejército imperial. Su historicidad es improbable pero los versos originales dieron lugar a multitud de versiones posteriores, de las que la película de Disney es la última y precisamente la que tiene esa ironía citada porque en ella el personaje se enfrenta a una invasión mongola.
Mulán abandonó la vida militar para volver a la de granjera pero Khutulun pasó a ser el mejor general de Kaidu y sólo él logró convencerla para que contrajera matrimonio, aunque lo hizo a regañadientes y, probablemente, para disipar los rumores que corrían sobre su sexualidad y que los opositores se encargaban de difundir planteando una relación incestuosa con su padre. Un marido acallaría aquellas habladurías y ella terminó aceptando.
Eso sí, la tradición cuenta que impuso como condición sine qua non que el futuro esposo la derrotara previamente al bökh. Los pretendientes debían poner una fianza de un centenar de caballos para poder probar y, según se dice, Khutulun llegó a reunir así una fabulosa cantidad de équidos: diez mil, una décima parte de los cuales se la ganó a un rival que arriesgó demasiado en su apuesta.
Finalmente, ante los repetidos fracasos de los candidatos y la insistencia de los rumores, hubo que pactar una boda. No sabemos quién fue el afortunado, lo que indica que se trató de alguien secundario, seguramente elegido con prisas para solucionar la cuestión, al margen de un enlace de conveniencia política. Sólo tenemos algunas crónicas que indican que se trataba de un hombre apuesto, llamado Abtakul, que según unas era un asesino contratado por Kublai para matar a Kaidu que fue descubierto pero recibió un indulto al impresionar a su víctima potencial por su valor, al interceder por su propia madre (que se había ofrecido a morir en lugar de su hijo). Otras fuentes lo identifican como perteneciente al clan Choros (uno de los que integraban las tribus aliadas Ööled).
El cronista árabe Rashid-al-Din Hamadani introdujo una jugosa posibilidad en su obra Jami ‘al-tawarikh. Rashid, que no sólo era un erudito sino también visir de Ghazan, que en 1295 se convertiría en kan de Persia (su abuelo Abaqa, biznieto de Gengis, fue el hombre que derrotó a Baraq en el intento de invasión reseñado anteriormente), cuenta que Khutulun estaba enamorada de Ghazan.
Sin embargo, sabemos que éste, pese a que había abandonado el Islam para abrazar el cristianismo nestoriano, tuvo varias esposas y la principal fue Kököchin, una princesa mongola prometida por Kublai a su padre Arghun (quien murió antes de poder casarse, por lo que Ghazan ocupó su lugar). Eso vinculó su kanato a Kublai, alejándolo de cualquier posibilidad de casarse con la hija de un enemigo suyo.
En fin, Khutulun llegó a ser de tanto valor que cuando su padre resultó herido de muerte intentando arrebatar el Karakórum a Kublai, tenía en mente nombrarla sucesora a ella. No pudo ser, primero por la citada oposición que encontró entre sus hermanos, de los que era la más joven; y segundo porque nunca tuvo deseo de hacerse con el poder, ya que donde disfrutaba era en el campo de batalla.
Así que los principales rivales en la sucesión -algo habitual entre los mongoles- fueron Chapar y Duwa, aunque este último, que fue el que se llevó el gato al agua, no era vástago de Kaidu sino otro general, su mano derecha. Khutulun se opuso a ambos apoyando al primogénito, Orus.
Esa situación sólo duró hasta 1306, año en que murió Khutulun en circunstancias , al parecer, sospechosas. Dejó, no obstante, un recuerdo perenne de guerrera invicta que todavía hoy se mantiene durante la celebración del Naadam.
Se trata de una festividad tradicional del verano mongol en la que se disputan tres pruebas tradicionales, bökh, tiro con arco y carreras de caballos; en la primera, los luchadores, visten un shuudag (calzón minúsculo) y un zodog (chaquetilla que deja a la vista el torso) para dejar claro que no hay mujeres en liza, como pasaba cuando Khutulun participaba. Toda una paradoja.
Fuentes
Marco Polo y Rustichello de Pisa, El libro de las maravillas. Los viajes de Marco Polo | Jack Weatherford, Khutulun, the wrestler princess | Jack Weatherford, The secret history of the mongol queens | Adrienne Mayor, The Amazons. Lives and legends of warrior women | Morris Rossabi, Khubilai Khan. His life and times | Jason Porath, Rejected princesses. Tales of history’s boldest heroines, hellions & heretics | Wikipedia
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