Un alemán residente en América que intenta apoderarse de Hawai para los rusos. Suena enrevesado pero es la síntesis más sucinta que se puede hacer del extraño episodio histórico, ocurrido entre 1815 y 1817, que protagonizó un inclasificable médico germano cuando vio la oportunidad de conquista de la isla polinesia a raíz de un incidente menor. Fue lo que se conoce como el Asunto Schäffer.

Todo empezó con un naufragio. La noche del 30 de enero de 1814, una fuerte tormenta arrastraba al buque Bering contra los arrecifes de Waimea, una zona del suroeste de la isla hawaiana de Kauai donde había desembarcado James Cook treinta y seis años atrás, haciéndolo encallar.

El Bering había fondeado allí el día anterior para comerciar con los nativos, ya que su misión era llevar suministros a la llamada América Rusa, las colonias que el Imperio Ruso tenía en Alaska y California desde 1733 (aunque no fueron oficiales hasta 1799), aprovechando que España las había desatendido al abandonar la primera y no poder actuar en la segunda por la invasión francesa.

Mapa de la América Rusa a mediados del siglo XIX por Heinrich Johan Holmberg/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Esas posesiones eran, en realidad, meras factorías costeras de comercio de pieles que estaban administradas en régimen de monopolio por la RAC, siglas de la Compañía Ruso-Americana bajo el Supremo Patrocinio de Su Majestad Imperial, encargada de llevarles víveres y otros productos de los que carecían allí debido a su aislamiento de las rutas marítimas habituales. Tal era la misión que el gerente de la compañía y gobernador colonial, Alexander Andreyevich Baranov, encargó al capitán estadounidense James Bennett.

Para ello le había entregado pieles y otras mercancías por valor de unos cien mil rublos que debían servir de moneda en especie para intercambiar fundamentalmente por alimentos en Hawai, desde donde se transportarían a la citada América Rusa. ¿Por qué desde allí? Porque la RAC había sido la responsable de la primera circunnavegación rusa del globo que llevaron a cabo Adam Johann von Krusenstern y Nikolai Petrovich Rezanov entre 1803 y 1806, viaje durante el cual hicieron escala en el archipiélago y fueron recibidos por el rey Kamehameha I, el monarca que había unificado y fundado el Reino de Hawai, visitando sus barcos la isla esporádicamente con posterioridad.

Pero, aunque vasallo de Kamehameha, en Kauai gobernaba el aliʻi nui (jefe) Kaumualii, que se había resistido a la campaña del soberano y sólo había accedido a someterse a él ante la formidable armada que reunió aquél, que incluía cañones instalados en las canoas de guerra e incluso goletas cedidas por los extranjeros, interesados en tener estabilidad para poder comerciar sin someterse a los caprichos particulares de cada mandatario.

Alexander Andreyevich Baranov retratado por Mijaíl Tijanov/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Los dos rivales negociaron un acuerdo por el que Kamehameha permitía a Kaumualii gobernar en su nombre y éste tendía a actuar por su cuenta. Fue lo que hizo en el Asunto Schäffer.

Tras encallar el Bering, llegó a un acuerdo con Bennett para quedarse con el pecio a cambio de alojar a los marineros hasta su rescate pero, quizá por falta de entendimiento en la traducción o quizá porque el aliʻi nui engañó al marino, el caso es que los hawaianos se apropiaron de toda la mercancía cuando sólo se les cedían los restos del buque.

Al menos ésa es la versión que dio Bennett dos meses después, cuando él y su tripulación fueron evacuados. Tanto él como otros capitanes de la compañía exigieron a Baranov que organizase una expedición punitiva para recuperar la carga pero el gerente ruso, tras un fuerte debate, decidió que sería una delegación pacífica.

Kamehameha I por James Gay Sawkins/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Así, se fletó un barco llamado Isabella que zarpó de la colonia de Nueva Arcángel (actual Sitka, Alaska) rumbo a Hawai en octubre de 1815. Aquí es donde entró en escena Georg Anton Schäffer, que a pesar de ser el simple médico de a bordo de otra nave, el Suvorov, recibió el mando debido a que no había otro oficial disponible. Era natural de Münnerstadt (Baviera), donde nació en 1779. Hijo del dueño de una destilería que le pagó la carrera universitaria en Würzburgo, entró al servicio del ejército ruso como cirujano en 1812 al formar parte su país de la Sexta Coalición contra Napoleón. Se sabe que participó en el proyecto de un globo aerostático fusiforme que el inventor Franz Leppich trató de construir durante la invasión francesa de Rusia para bombardear al enemigo, pero al año siguiente fue destinado al Suvorov.

Originalmente, fue el capitán de ese barco quien recibió el mando pero Baranov lo destituyó por desacuerdos con él y nombró en su lugar a Schäffer, creyendo que un doctor sería menos agresivo en una misión que deseaba discurriera dentro de los límites de la diplomacia.

De hecho, se le explicitó que debía contactar con el rey Kamehameha para llegar con él a un acuerdo: devolver en especie, concretamente en sándalo (un tipo de árbol muy apreciado por su madera y aceite), el importe de los bienes incautados como inicio de un monopolio que podría resultar beneficioso para ambas partes, so pena de una intervención militar en Kauai y la detención de Kaumualii.

Georg Anton Schäffer/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Como únicamente se conserva el testimonio de Schäffer, es difícil saber qué pasó con exactitud. Según contó, arribó al archipiélago en noviembre de 1816 pero su entrevista con el rey fracasó por el influjo que éste recibía del británico John Young, cuya ayuda en asesoramiento y equipo militar había resultado crucial durante la mencionada unificación y ahora, que era su consejero principal e intérprete, le hizo desconfiar de las buenas intenciones de los rusos. Sólo la atención médica que el teutón prestó a Kaʻahumanu, la esposa favorita de Kamehameha (que tenía más de una veintena), permitió restablecer la armonía, ya que se lo agradecieron cediéndole tierras para fundar una factoría comercial en la isla de Oahu.

Schäffer, en efecto, se instaló allí y plantó cultivos nuevos como tabaco, maíz y sandías pero su estancia no le resultaba cómoda por la oposición de los anglosajones a su presencia, a los que acusaría hasta de intentar matarle. En febrero de 1816 arribó a Kauai otro buque ruso, el Otkrytie, que traía refuerzos pero con instrucciones específicas del hombre al mando, el teniente Podushkin, de procurar evitar, en la medida de lo posible, el uso de la fuerza.

Dos meses más tarde se trasladaron a Honolulú, donde coincidieron, de forma sospechosamente casual, con la llegada de un tercer barco, el Ilmen. Tras otra reunión infructuosa con Kamehameha, Schäffer tomó el mando absoluto y zarpó con la flotilla hacia la otra isla.

El Archipiélago Hawaiano con la ubicación de Kauai/Imagen: Google Maps

Allí fue recibido por Kaumualii, quien no tuvo problema en negociar con los extranjeros al margen de su rey y se avino a indemnizarlos por la carga del Bering, otorgándoles el monopolio del sándalo insular a cambio de que le nombraran soberano de las Islas Sandwich (nombre que Cook había dado al archipiélago), de Kauai y Nilhau, además de príncipe heredero de las de Oahu, Maui y Lanai. Y para corroborarlo oficialmente, se vistió con uniforme de la Armada Imperial e izó la bandera de la compañía, declarando su fidelidad al zar Alejandro I.

En junio, incluso ofreció a los rusos medio millar de guerreros auxiliares para conquistar esas islas más Molokai. Éstos, mientras, habían empezado la construcción de varios fortines, de los que el más importante y artillado fue el que bautizaron como Fuerte Elizabety (hoy Parque Histórico Estatal Russian Fort Elizabeth).

La conversión de Hawai en un protectorado ruso parecía encarrilada y Schäffer escribió a Baranov pidiendo el envío de una fuerza expedicionaria que permitiera ocupar todas las islas citadas. Hasta puso para ello dos barcos que había adquirido, a uno de los cuales, llamado Avon, envió hasta Nueva Arcángel con su propietario original para que recibiera el pago de la transacción. Tanto éste como el alemán debieron llevarse una desagradable sorpresa al contestarles Baranov que la RAC no sólo no iba a financiar el importe de las embarcaciones sino que también negaba autorización para ese proyecto de conquista. Es decir, las acciones desarrolladas hasta entonces no representaban oficialmente la política del gobierno ruso.

El Fuerte Elizabety de Kauai, restaurado hoy en día/Imagen: Netlenta en Wikimedia Commons

Tamaña desautorización obligó a Schäffer evacuar la factoría que había levantado en Oahu. Cuando en diciembre apareció el bergantín Rurick, de la Armada Imperial, que capitaneaba Otto von Kotzebue (uno de los oficiales que habían tomado parte en aquella vuelta al mundo de años atrás y que ahora estaba inmerso en la búsqueda del famoso Paso del Noroeste), Kamehameha se temió lo peor, dado que llevaba a bordo cuatrocientos hombres. Sin embargo, Kotzebue le dejó claro que ni él ni el zar respaldaban la aventura de su compatriota y se fue sin ni siquiera visitar a este último.

Entonces entraron en liza británicos y estadounidenses, que ofrecieron al rey una escuadra de cinco unidades para afrontar el peligro. Uno de ellos, el O’Cain, ancló en Kauai a finales de junio de 1817 y desembarcó un destacamento con el objetivo de retomar el poder real pero la guardia de Kaumualii, armada con fusiles rusos, lo repelió.

Pese a todo, las cosas se torcían para Schäffer, quien vio cómo a finales de junio todos sus colaboradores le abandonaban excepto, irónicamente, el estadounidense George Young, patrón del barco Kadyak, al que envió a bordo del Ilmen a Nueva Arcángel pidiendo ayuda para el citado Kadyak, que hacía agua en Honolulú. Pero tampoco esta vez la compañía cayó en la trampa; los americanos salvaron el navío por la carga de sándalo que llevaba y al alemán, más solo que nunca, no le quedó más remedio que abandonar el fuerte donde se había atrincherado.

Vista de Kauai / Foto dominio público en Wikimedia Commons

Ese mismo verano, Schäffer embarcó con destino a China acompañado de los marineros rusos y aleutianos del Kadyak. Desde Macao se fue a Río de Janeiro y de allí a Europa. No dijo adiós definitivamente a su excéntrico sueño de conquistar Hawai porque todavía envió un memorándum culpando a los estadounidenses y advirtiendo del peligro que suponía para la América Rusa el dejarles actuar libremente en el Pacífico, solicitando una nueva expedición. Esa situación originó un debate que se prolongó hasta 1821. Luego, el agujero de un cuarto de millón de rublos que dejó en la compañía, combinado con el manifiesto desagrado del zar con aquel asunto, le supusieron el despido y una demanda, aunque al final hubo un arreglo por ambas partes.

No le faltaba cierta razón al teutón porque EEUU estableció un consulado en Honolulú y ayudó al sucesor de Kemehemeha, su hijo Liholiho (que se hizo llamar Kamehemeha II a la muerte del progenitor en 1819) a derrotar al recalcitrante Kaumualii. El vástago de éste, Humehume, todavía lideraría una revuelta en 1824 pero fracasó. Y, mientras, Schäffer se lanzó a otra estrambótica aventura al dirigir la fundación de la primera colonia alemana en Brasil. Para ello llevó medio centenar de emigrantes a un asentamiento pionero que bautizó como Frankenthal (en Bahía) para, a continuación, repetir con cinco mil más en otros sitios del país.

Por cierto, se cuidó de advertir a los solteros que deberían servir un tiempo en el ejército brasileño que estaba montando el emperador Pedro I. Éste no accedió a los deseos del médico de recibir un marquesado o una embajada en Europa y de ese modo, el inefable doctor Georg Anton Schäffer falleció en Jacarandá en 1836.



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