Aunque la fama se la suele llevar el personaje principal, era frecuente que los considerados grandes estadistas conquistadores tuvieran a su lado, a sus órdenes, a un genio militar que les proporcionaba las victorias. Por ejemplo, Napoleón tuvo a Davout y a Suchet, entre otros muchos; Itzcóatl a Tlacaélel; Pachacútec a Vicaquirao; Felipe II al duque de Alba… Gengis Kan contó con Subotai, que también sirvió a su hijo Ogodei y fue el artífice de la imparable expansión de los mongoles hacia occidente.
El nacimiento de Subotai (o Sübügätäi, en mongol) suele situarse en torno al año 1175, en algún lugar del margen izquierdo del río Onon. Algunos incluso concretan el sitio exacto y reseñan el monte Burkhan Khaldun, en la provincia mongola de Khentil, que casualmente es el mismo donde habría nacido también Gengis Kan (y donde se supone que está su tumba). Pertenecía al clan Uriankhai, nombre con que se conocía entonces a la etnia tuvana, originaria de Siberia pero que por entonces habitaba el centro de la actual Mongolia.
La historia secreta de los mongoles, poema épico del que ya hablamos en otro artículo, cuenta que era hermano menor de Jelme, uno de los noyans (generales) de Temujin (nombre original de Gengis Kan), lo que significaría que su padre habría sido Jarchigudai, un herrero que había auxiliado al futuro conquistador y sus seguidores durante uno de sus exilios.
Ese modesto oficio es el que lleva a la Historia de Yuan (una crónica china escrita en el siglo XIV) a narrar que fue entregado a Temujin por su progenitor como sirviente cuando tenía unos trece años, después de que le ayudara a librarse de unos ladrones de ganado. La versión mongola, en cambio, dice que se escapó de casa para unirse a Jelme en el ejército, viendo cómo éste había ido ascendiendo sin importar su humilde origen. Éste habría quedado patente durante el juramento de fidelidad, que llevó a cabo al ser incorporado a la guardia personal de Gengis -al que obviamente había llamado la atención-, hincándose de rodillas y pronunciando un discurso muy alejado de la pompa empleada por sus compañeros:
«Seré como una rata y reuniré a más. Seré como un cuervo que reúne grandes bandadas. Como la manta de fieltro que cubre tu caballo, reuniré soldados para cubrirte. Como la manta de fieltro que protege tu tienda del viento, congregaré grandes ejércitos que abriguen tu tienda.»
En cualquier caso, Subotai también fue subiendo en el escalafón, algo notable no sólo por ser plebeyo sino también por carecer de vínculo sanguíneo con el Kan. Pero es que Jebe lo había adoptado como aprendiz. Jebe era uno de los principales noyans de Gengis, cosa curiosa teniendo en cuenta que inicialmente fue enemigo suyo y en 1201 incluso le había herido en el cuello de un flechazo disparado desde su caballo al galope; posteriormente Gengis, admirando su habilidad, le perdonó e incorporó a sus tropas. Subotai adquirió experiencia en combate a su lado en 1211, durante la invasión del norte de China, una campaña en la que destacaron cuatro de los mandos (Jebe, Jelme, Kublai y el propio Subotai), a los que Gengis se refirió como sus «perros de guerra», de manera que con esa denominación quedaron inmortalizados en La historia secreta de los mongoles.
Es posible que Subotai se las arreglara para aprender nociones de estrategia durante las reuniones de los noyans, aprovechando su puesto de guardia para aguzar el oído. Después, Jebe continuó su formación y a la muerte de éste, siguió con Muqali, otro comandante que subió en la jerarquía de la nada (en su caso, desde la esclavitud) llegando a ser segundo del Kan y virrey de China. El caso es que supo aprovechar las lecciones porque Subotai recibió su primer mando en 1197, con sólo veintidós años de edad, en la guerra contra el Merkit; era ésta una de las principales khanlig (confederaciones tribales) de la estepa y, al ser de origen turco, los mongoles la odiaban. Subotai se infiltró en su campamento fingiendo ser un desertor y les facilitó información falsa, asegurando que los suyos estaban muy lejos; eso les hizo bajar la guardia y ser derrotados por sorpresa.
En 1204 fue puesto al frente de la vanguardia contra los naiman, otra tribu mongola pero hostil que se alió con los merkit incitada por Jamukha, un antiguo anda (hermano de sangre) de Gengis resentido contra éste. Subotai fue uno de los artífices de la aplastante victoria, que supuso el fin de los naiman como pueblo, quedando en lo sucesivo integrados en el ejército mongol (y encima la esposa de su jefe pasó a serlo de Gengis). De esta forma, fue ascendido a general, puesto en el que se reveló como un genio estratégico capaz de coordinar cuerpos de cientos de miles de hombres separados por muchos kilómetros, de dar el valor adecuado a las técnicas de sitio (cuyas máquinas empleaba incluso en batallas campales), de adaptar sus tácticas a las características del enemigo (cuyas condiciones conocía de antemano gracias a una nutrida red de espías), de primar a la caballería ligera por su movilidad, de asegurar que las tropas fueran autosuficientes en campaña (abasteciéndose sobre el terreno) y de aprovechar los conocimientos técnicos de aquellos adversarios a los que derrotaba, sumándolos a su ejército.
Gracias a todo eso, los mongoles combatían con las mismas posibilidades de éxito en una batalla que en asedios, aunque estos últimos sólo los practicaban contra enclaves importantes; de lo contrario, pasaban de largo aunque devastando los campos para dejarlos sin provisiones. Asimismo, se enfrentaron victoriosamente a guerreros de élite de todo el mundo, desde la caballería de los Jin chinos hasta los jinetes turcos al servicio de la dinastía persa jorezmita, pasando por los caballeros pesados de Europa del Este (polacos, húngaros, georgianos…). Y pese a esa imagen nómada y poco refinada que suelen tener, que los reduce a hordas de arqueros a caballo, brillaron también en ingeniería militar construyendo puentes y maquinaria bélica, usando sistemas de señales mediante banderas. Por supuesto, Subotai también fomentó el miedo, a través de matanzas y otras barbaridades, como instrumento para debilitar la moral del enemigo.
La alianza entre los merkit y los naiman había quedado desecha pero los primeros encontraron un nuevo refuerzo en los cumanos o cupchacos, tártaros originarios de Crimea que se habían extendido por los actuales países de Hungría, Bulgaria y Rumanía hacia el oeste, y por Ucrania y la Rus de Kiev (germen de Rusia) hacia el este hasta que Subotai los venció en 1217 y 1219. Al año siguiente se enfrentó al Imperio Corasmio de los mencionados jorezmitas, cuya soberbia (su emperador se hacía llamar Alejandro II) y le había llevado a menospreciar a los mongoles ejecutando a sus embajadores. Pese a estar en una inferioridad de uno a tres, Subotai volvió a salir victorioso al sorprender al ejército enemigo por la retaguardia tras una inaudita marcha a través del desierto.
Mientras él y Jebe dedicaban el invierno a saquear los actuales Irán y Azerbaiyán, tuvo la idea de organizar una expedición al Cáucaso. Fue una operación relámpago a pesar del importante número de efectivos desplazado, veinte mil hombres, porque según se dice dormían sobre el caballo en marcha. Conquistaron el reino de Georgia pulverizando su ejército pero, fieles a su tradición, no se quedaron y emprendieron el regreso. A medio camino les salió al paso una coalición de tribus esteparias en la que figuraban cumanos, alanos, circasianos y rusos, sumando ochenta mil guerreros. Subotai y Jebe sacrificaron su retaguardia fingiendo una retirada pero cuando los otros, ávidos de botín, salieron en su persecución desordenadamente, dieron media vuelta e hicieron una escabechina. Dueños de la región del Mar Caspio, la dejaron en manos de comerciantes venecianos a cambio de que ejercieran de informadores.
Como vimos antes, Subotai había dado sus primeros pasos militares en la campaña de Jebe contra China en 1211, en la que había destacado por su valor y audacia. En 1226 le tocó enfrentarse de nuevo a los chinos, esta vez con el Imperio Xi Xia o Tangut (uno de los tres que formaba la China anterior a la unificación), haciendo de yunque para el grueso de la fuerza que dirigía Gengis Kan. Entre ambos lograron dividir al enemigo en dos y derrotarlo por separado, arrebatándole el Reino del Tíbet, entre otros territorios. Sin embargo, aquella campaña tuvo un final inesperado y triste en 1227 al fallecer Gengis. El proceso sucesorio no se solventó hasta dos años después con la proclamación de Ogodei, aunque eso y un brillante contraataque del enemigo sólo retrasó el triunfo final: la conquista de China en 1235, en la que Subotai alcanzó su cénit pese a las dificultades de enfrentarse a un ejército de doscientos mil hombres (dirigido además por un general competente como Wan-Yen Heda, que le inflingió algunas derrotas) y a una política de tierra quemada.
Al año siguiente le tocó sufrir el embate mongol a Rusia, a la que no sirvió de nada contar con ayuda de los búlgaros. Pactando con los pueblos del entorno para evitar que se uniesen a la Rus, Subotai fue ganando batalla tras batalla y tomando ciudades hasta el choque definitivo en el río Sit, donde el gran duque Yuri Vladimir había preparado la resistencia final. No hubo tal, fue rodeado tan rápidamente que incluso resultó fácil derrotarle. De aquella guerra razia quedó el espeluznante recuerdo de los jefes mongoles comiendo sobre una tarima sostenida por docenas de cadáveres rusos. Era el año 1240 y sólo había ya una dirección en la que proseguir la expansión: Europa central. El propio Subotai había convencido a Ogodei para ello durante el juriltai o asamblea de clanes en que se preparó la invasión de China.
Para entonces ya no era el joven dinámico de antaño. Tenía sesenta años, estaba tuerto y pesaba tanto que no podía montar, debiendo viajar en un carro. Pero conservaba su genialidad y si no contaba con la confianza plena del Kan sí lo hacía con la de su hermano Yochi y los sobrinos de éste, Batu, Mongke y Guyuk. Los rusos, como hemos visto, fueron el primer paso. Luego, dividió sus fuerzas en tres cuerpos: uno entró por el norte como un cuchillo, otro por el centro ocupando Transilvania y el tercero, mandado por Subotai en persona se fue contra Hungría, donde el rey Bela IV se encontró a aquellos tres ejércitos convergiendo sobre él. Para pararlos decidió enfrentarse al del norte sin sospechar que sólo era un señuelo y le esperaban. Los húngaros fueron aplastados en dos batallas sucesivas, en la última de las cuales les condujeron a una zona pantanosa donde quedaron inmovilizados mientras los arqueros mongoles disparaban sobre ellos casi a placer.
Quedaba así la puerta abierta hacia el Sacro Imperio romano Germánico, tras el cual Italia se presentaba como una presa más que apetecible. Pero entonces, en 1241, murió Ogodei y la costumbre exigía retornar a Mongolia para las exequias fúnebres y elegir un nuevo kan. El peligro que se cernía sobre Europa se desvaneció -al menos en teoría, ya que la devastación de cultivos y construcciones sembró de penurias la década siguiente- porque además los cumanos aprovecharon para rebelarse.
Subotai apoyó la elección de Guyuk y éste le premió encargándole el sometimiento de la dinastía china Song, algo en lo que el noyan se empleó dos años, hasta 1247. Se retiró al término de la campaña, quizá sospechando que sólo le quedaba un año de vida. A su muerte dejó cinco hijos -alguno de los cuales también fue un brillante guerrero- y un currículum impresionante: veinte guerras, sesenta y cinco batallas ganadas y haber conquistado más territorio que ningún otro hombre en la Historia.
Fuentes
Richard A. Gabriel, Genghis Khan’s greatest general. Subotai the Valiant | Michael Prawdin, Gengis Kan | Michael Pradwin, The Mongol Empire. Its rise and legacy | Anónimo, Historia secreta de los mongoles | Borja Pelegero Alcaide, Breve historia de Gengis Kan y el pueblo mongol | Igor de Rachewiltz y May Wang, In the Service of the Khan: Eminent personalities of the early Mongol–Yuan period (1200–1300) | Stephen Turnbull, Genghis Khan & the Mongol Conquests 1190–1400 | Wikipedia
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.