El cercano y Medio Oriente están llenos de ciudades de probada antigüedad, como Biblos, Sidón, Jericó, Susa…

Menos conocida es la ciudad de Erbil, en el Kurdistán iraquí, en cuyo centro se encuentra un montículo fortificado que pasa por ser el asentamiento habitado ininterrumpidamente más antiguo del mundo: la Ciudadela de Erbil.

En noviembre del año pasado la NASA publicó una imagen tomada por el Landsat 8 en que se aprecia a la pequeña ciudadela rodeada por la moderna ciudad, en lo que parece asemejar una rueda y que el redactor, Kasha Patel, aprovecha para señalar la coincidencia de que, según todas las evidencias, ya había gente viviendo en Erbil en el momento en que los humanos inventaron la rueda.

Imagen tomada por el Landsat 8 de la NASA el 20 de noviembre de 2018 / foto Lauren Dauphin – NASA

Y es que desde hace al menos 6.000 años siempre ha habido alguien viviendo en ese montículo elevado de 32 metros de altura que se ha ido formando por la acumulación de restos, escombros y barro de un asentamiento tras otro, y que hoy alcanza una superficie de 10 hectáreas.

En el siglo XIX se lo rodeó de altos muros, que le dan la apariencia de una fortaleza impresionante cruzada por estrechos callejones laberínticos de casas deshabitadas.

Detalle de los muros / foto Osama Shukir Muhammed Amin FRCP (Glasg) en Wikimedia Commons

En 2017, según aseguraba el New York Times, solo una familia vivía en la ciudadela, precisamente para mantener el título de continuamente ocupada, después de que el resto de habitantes (840 familias) fuera trasladado (con una compensación económica) diez años antes para poder acometer un gran proyecto de restauración. Aun así, la mezquita sigue abierta y en uso, así como varios museos como el de antigüedades, que abren sus puertas a los turistas todos los días.

El objetivo del gobierno, una vez finalizados los trabajos de restauración y las excavaciones arqueológicas, es realojar a 50 familias en la ciudadela. Sin embargo, una década después del comienzo del plan, las cosas siguen igual.

La primera vez que la ciudadela de Erbil aparece en las fuentes históricas la encontramos en las tablillas de Ebla (Siria), hacia el año 2300 a.C. (hablamos de su descubrimiento en Cómo los arqueólogos descubrieron los primeros tratados diplomáticos, escritos en una lengua desconocida hasta entonces).

La ciudadela en 2007 / foto Jim Gordon en Wikimedia Commons

No obstante, se han encontrado pruebas de ocupación que se remontan, como decíamos al principio, al V milenio a.C. Numerosos fragmentos de cerámica neolítica y calcolítica han sido hallados en las laderas del montículo.

En el II milenio a.C. Erbil formó parte del Imperio Asirio, sirviendo de base para las campañas militares hacia el este. Su importancia llegó a rivalizar con las mismísimas Babilonia y Asur. Controlada luego por los Medos y los Aqueménidas, muy cerca de ella tuvo lugar la batalla de Gaugamela en 331 a.C.

Detalle del muro de fachadas en 2016 / foto Hardscarf en Wikimedia Commons

A partir del siglo I d.C. fue un importante centro cristiano (véase nuestro artículo sobre el Pueblo Asirio) incluso después de la conquista musulmana, hasta el siglo IX cuando la sede episcopal se trasladó a Mosul. En el siglo XIII cayó en poder de los mongoles, pasando después a dominio otomano en el siglo XVI.

La muralla que rodea el montículo de la ciudadela, aunque a primera vista pueda parecerlo, no es una muralla defensiva. Ni siquiera es una fortificación. Esta formada por las fachadas de más de 100 casas construidas unas pegadas a las otras, que tuvieron que ser reforzadas con contrafuertes para evitar su desplome, debido a que se construyeron demasiado cerca de la ladera del montículo.

Desde 2014 la ciudadela forma parte del Patrimonio de la Humanidad, aunque la lentitud con que avanzan las obras de restauración hacen peligrar su pertenencia a la lista de la UNESCO.


Fuentes

NASA Earth Observatory / UNESCO / Geolounge / New York Times / Spatial configuraron of Erbil Citadel / Wikipedia.


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