Francis Drake fue un magnífico marino elevado a la categoría de mito en Inglaterra por haber circunnavegado el globo (cincuenta y nueve años después que Elcano) y por sus enfrentamientos con los españoles, unos exitosos y otros no tanto. Pero no se trató del único. Aquella Inglaterra del siglo XVI se abría al mar desde que Enrique VIII primero y su hija Isabel I después entendieran la necesidad de ello en un país insular e impulsaran una eficiente política de construcción naval, hasta entonces casi inexistente, alumbrando con ello un generación de grandes navegantes. Uno de los más destacados se llamaba Martin Frobisher.
Su vida tuvo bastante paralelismo con la de Drake, como veremos, aunque no es extraño porque lo mismo se podría decir de Walter Raleigh, John Hawkins y otros. Nacido en Wakefield hacia 1535, era el más pequeño de cinco hermanos que pertenecían a la pequeña nobleza local, de ascendencia escocesa. Como quedó huérfano de padre muy joven, fue enviado a Londres al cuidado de su tío, Sir John York, que era comerciante y Maestro de la Casa de la Moneda, el cual le orientó hacia la vida marinera embarcándolo por primera vez en 1544.
No obstante, su primera singladura importante no llegaría hasta 1553, en la que era la primera expedición inglesa a África: tres barcos a las órdenes de Thomas Wyndham, que arribaron a la costa de Guinea en busca de especias. Fueron recibidos por el oba (rey) de Benín, quien les dio ochenta toneladas de pimienta; pero la cosa acabó mal: las enfermedades terminaron con dos tercios de los hombres, incluyendo al propio Wyndham.

Frobisher no sólo sobrevivió sino que regresó al año siguiente en un viaje organizado por los hermanos Lok, marinos mercantes (y antepasados del filósofo Jonh Locke). También esa vez hubo problemas y cuando estaban negociando con los nativos éstos lo retuvieron como rehén, dejándole sus compañeros abandonado. La expedición retornó a Inglaterra cargada de riquezas, pero el joven Frobisher se quedó allí hasta que los indígenas se lo entregaron a los portugueses, quienes le encerraron en una prisión nueve meses antes de mandarlo a Lisboa. Frobisher no volvería a pisar su tierra natal hasta 1558.
Al año siguiente, 1559, se casó con Isobel Richard, una viuda acaudalada cuyo dinero resultaría fundamental para financiar los planes de su marido. Éstos consistían en fletar algunas naves para buscar el Paso del Noroeste, una de las grandes obsesiones de la época para los marinos británicos porque de encontrarse sería una puerta a Asia, constituyendo un itinerario alternativo a los que monopolizaban los portugueses doblando el Cabo de Buena Esperanza y los españoles haciendo otro tanto por el Estrecho de Magallanes o la ruta desde Acapulco.

No lo tuvo fácil y antes debió adquirir experiencia en el mando, navegando como corsario por el Canal de la Mancha a las órdenes de John Hawkins y otros capitanes. Eso, por cierto, le costó pasar un tiempo a la sombra, como castigo por asaltar el barco Catherine, que llevaba un cargamento de ricos tapices a Felipe II; éste presentó una protesta oficial a la corte inglesa y la reina Isabel I la atendió enviando al marino a la cárcel.
En 1565, adquirido el rango de capitán, compró un barco para navegar por cuenta propia, el Mary Flower, y siguió sus correrías por la costa irlandesa bajo patente de corso. Como era frecuente, no siempre respetaba los términos del contrato y fue acusado de piratería varias veces, si bien nunca llegó a tener que comparecer de nuevo ante los tribunales.
Para entonces, mediada la década de los años setenta, ya se había separado de su mujer, a la que dejó arruinada con los dos hijos que ella había tenido del matrimonio anterior; ni siquiera se enteraría de su muerte, que tendría lugar en 1588 en un albergue para pobres. Había amortizado sobradamente el matrimonio porque en 1574 ya tenía lo que quería: una nave, experiencia e información suficiente para acometer su ansiado proyecto intercontinental.
Tras un par de años de gestiones, obtuvo el apoyo de la Muscovy Company (la primera sociedad anónima en trabajar en Inglaterra, mediante un monopolio comercial con el Gran Ducado de Moscú) para fletar tres barcos y buscar el Paso del Noroeste: se llamaban Gabriel y Michael (el tercero era una pequeña pinaza de diez toneladas, sin nombre) con sólo treinta y cinco hombres. La reina en persona acudió a despedirlos mientras salían a mar abierto y enfilaban hacia Groenlandia. Una tormenta hundió la pinaza y obligó al Michael a regresar, pero el Gabriel siguió adelante y alcanzó lo que creían que era la península del Labrador; se trataba de la isla de Baffin.

Frobisher descubrió el estrecho -en realidad una bahía alargada- que bautizó con su propio nombre, pensando equivocadamente que era el mítico paso, mientras seguía explorando. Varios de sus marineros cayeron prisioneros de los inuit y nunca pudieron ser rescatados; a cambio, los ingleses emprendieron el retorno a su país con un cautivo que murió al poco de llegar, a causa de un catarro.
El viaje no había resultado especialmente provechoso, pero despertó entusiasmo en la Corona, a la que se mintió diciendo que una gran piedra negra que habían traído contenía trazas de oro. La mágica palabra tuvo eco suficiente como para alentar a Isabel I a autorizar una segunda expedición e incluso aportar mil libras de financiación.
Zarpó en 1577, tras constituirse la fatuamente denominada Company of Cathay, constando ciento veinte hombres repartidos en tres barcos (uno de ellos, el Ayde, de doscientas toneladas y dieciocho cañones, cedido por la Royal Navy). En las capitulaciones, Frobisher solicitaba ser nombrado almirante de los Mares del Noroeste y gobernador de las tierras que descubriera, además de percibir un cinco por ciento de las ganancias obtenidas del comercio; paralelamente, los dueños de la compañía pedían la exclusividad de explotación de los recursos a encontrar y que a Frobisher se le asignara un porcentaje bastante menor. Como no se contestó documentalmente ni a uno ni a otros, el vacío legal redundaba en beneficio de la Corona.
La flotilla tuvo buen tiempo, atravesó el Atlántico y arribó al Estrecho de Frobisher dos meses después, desembarcando en la isla de Hall para tomar posesión oficial de aquella tierra. Los hombres se dedicaron a recoger mineral y tuvieron algunas escaramuzas con los inuit, a los que se tomaron tres rehenes que llevaron consigo al emprender el regreso a finales de agosto. Los esquimales fallecieron en pocas semanas, mientras Frobisher era recibido en el Palacio de Windsor y las partes interesadas en el negocio reñían por determinar si el mineral traído compensaba los gastos, dado que no se había encontrado el Paso del Noroeste.

Pero la reina estaba entusiasmada con aquella nueva Meta Incognita que había incorporado a su reino, así que su opinión fue decisiva para preparar una tercera expedición, mucho más ambiciosa que las anteriores: quince buques y cuatrocientos hombres que tenían, entre otras misiones, establecer una colonia.
La flota zarpó el 3 de junio de 1578, alcanzó Groenlandia el 20 y llegó a la Bahía de Frobisher el 2 de julio. Pero esta vez la meteorología no acompañó: una tormenta de nieve les impidió desembarcar, empujándoles a través de un canal que no era otro que el actual Estrecho de Hudson, pero al que bautizaron Mistaken Straid (Estrecho Erróneo) pensando que no tenía probabilidades de ser el ansiado paso, razón por la que dieron la vuelta.
Como en las ocasiones anteriores, recogieron bastante mineral. Sin embargo, las disensiones internas les impidieron fundar un asentamiento estable y terminaron por levar anclas para avistar Inglaterra en octubre. Allí se llevó la mercancía a una fundición para extraerle el oro; éste no apareció por ningún lado y terminó empleándose el material para asfaltar caminos. Tardarían años en determinar que aquello no era el deseado metal precioso sino pirita, muy parecida de aspecto pero carente de valor. En consecuencia, el viaje había resultado desastroso desde el punto de vista económico y la Company of Cathay quebró, arrastrando consigo el sueño de Frobisher de encontrar el Paso del Noroeste.

Terminada su etapa de explorador, retomó la militar poniéndose al servicio de Sir William Wynter en la escuadra que dirigía a reprimir la rebelión irlandesa de Desmond en 1579. Aquella campaña se prolongó varios años y después, en 1585, se unió a Francis Drake para hostigar las posesiones caribeñas españolas, de lo que obtuvieron un rico botín. También participó en el famoso ataque a Cádiz de 1587 que supuso el robo de miles de odres de jerez, bebida que desde entonces se hizo muy popular en Inglaterra. Pero la acción más célebre de Frobisher tuvo lugar en 1588, cuando fue puesto al mando del galeón Triumph, el más grande de la Royal Navy, desde el que lideró una de las cuatro secciones en que se dividió la armada británica que debía frenar la amenaza de invasión que planeaba Felipe II.
El Triumph combatió contra el San Juan de Portugal, la nave de Juan Martínez de Recalde, obligando a acudir en su rescate a las galeazas. También fue uno de los que se repartieron el mérito de la rendición del Nuestra Señora del Rosario que mandaba Pedro de Valdés. Su grupo acosó otro día al San Martín, donde viajaba el duque de Medina Sidonia, hasta que otros buques llegaron en auxilio de su nave almirante. Fruto del ímpetu y del viento en contra, el Triumph fue rodeado por una treintena de naves y estuvo a punto de perderse, pero el oficio de Frobisher logró salvar la situación, escapando del cerco.
En medio de la campaña, el intrépido capitán inglés fue nombrado caballero por Lord Howard a bordo del Ark Royal. Después, los brulotes lanzados contra la Armada en Gravelinas provocaron el caos y decidieron a Medina Sidonia a poner punto y final a la llamada Empresa de Inglaterra, dado que los Tercios a los que debía escoltar por el Canal de la Mancha tampoco pudieron comparecer. Así, Frobisher regresó a su país convertido en un héroe, lo que favoreció que en 1590 contrajera segundas nupcias con la hija de Lord Wentworth. Se estableció con su esposa en Yorkshire, ya como un acomodado personaje de la aristocracia.
Eso no le impidió volver a embarcarse en 1592, tomando el mando de una flota que Sir Walter Raleigh enviaba a la costa española para intentar interceptar la Flota del Tesoro, capturando sus subordinados el galeón portugués Madre de Deus, que venía cargado de riquezas (monedas de oro y plata, joyas, ámbar gris, ébano, cochinilla, telas, más de medio millar de toneladas de especias…). Dos años más tarde también tomó parte en el asedio naval de Morlaix, consiguiendo la rendición de la fortaleza, que estaba en poder de una guarnición española y sus aliados de la Liga Católica. Al mes siguiente intentaba repetir éxito en Fort Crozon cuando un arcabuzazo español le alcanzó en el muslo y la infección derivada de la cura acabó con su vida.

El anhelo de descubrir el Paso del Noroeste no moriría con él, pero la resolución se hizo esperar, ya que, junto con las fuentes del Nilo, sería la gran meta de geógrafos y exploradores hasta 1906, en que el noruego Roald Amundsen lo encontró y atravesó.
Fuentes
The three voyages of Martin Frobisher (George Best y Sir Richard Collinson)/Martin Frobisher (ca. 1540- 1594) (L.H. Neatby)/ Martin Frobisher. Elizabethan privateer (James McDermott)/The three voyages of Martin Frobisher (Vilhjalmur Stefansson)/Wikipedia
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.