Como sabemos, un enorme cataclismo destruyó el planeta Krypton pero un científico logró salvar de la destrucción total a su hijo recién nacido, Kal-El, metiéndolo en una nave y lanzándolo al espacio. El bebé llegó así a la Tierra, a una granja de Smallville, Kansas, donde le adopta un matrimonio que descubre que tiene unos portentosos superpoderes. Luego, el chico crece y se convierte en Supermán, dedicándose a proteger a la Humanidad. Ahora bien ¿y si la nave de Kal-El en vez de caer en EEUU lo hubiera hecho en la URSS? Éste es el punto de partida de una curiosa serie de cómics publicada en 2003 bajo el inevitable título Superman: Red Son (Supermán: hijo rojo).
De los dibujos se encargaron Dave Johnson y Lilian Plunkett, con Andrew Robinson como entintador, Paul Monts en el color y Ken López como rotulista. Pero, al parecer, la idea partió del escritor y guionista escocés Grant Morrison, quien sugirió a su amigo Mark Millar que enviase a Supermán al pasado, dado que llevaba un tiempo trabajando para DC con ese personaje.
Millar también es guionista (y escocés) y ha firmado algunas historias de notable éxito en la editorial DC Comics (entre ellos los aclamados La cosa del pantano y The Authority) y Marvel (Ultimate X-Men, The Ultimates…), algunos de los cuales han sido adaptados al cine (Kick Ass, Logan, Capitán América: Civil War, Kingsman…). Ha ganado unos cuantos premios (entre ellos el prestigioso Eisner cuatro veces) e incluso ha sido distinguido con la Orden del Imperio Británico.
Aceptando el reto de Morrison, Millar reescribió esa insólita historia de Supermán aprovechando una idea propia que, según dijo, le rondaba la cabeza desde que era un niño y leía cómics del superhéroe: la nave de Kal-El cayendo en aguas internacionales y las dos grandes potencias de la Guerra Fría reclamando su posesión. De hecho, él mismo dibujó una historia con ese tema cuando era un adolescente pero lo suyo eran las letras más que el arte, según admitió.
No obstante, siguió dándole vueltas al asunto y en 1992 retomó el lápiz para desarrollar algunos puntos al respecto: el bebé se criaría en la Unión Soviética, trabajaría en Pravda, Georgia y Luisiana se habrían escindido de EEUU, las calles de Nueva Orleans estarían controladas por tanques…
Finalmente, en 2003, DC fue la encargada de editar el proyecto con el equipo de profesionales reseñado. Bajo el epígrafe común Supermán: hijo rojo, se publicó en tres números con frecuencia mensual (aunque en 2004 se recopiló el trío en un solo tomo): el primero El amanecer del hijo rojo; el segundo, El cénit del hijo rojo; y el tercero, El crepúsculo del hijo rojo. Como se puede deducir por los títulos, el argumento es muy original.
Más aún, pese a que el contexto sea histórico y algunos personajes también, el autor se permitió muchas licencias ucrónicas que le confieren un tono fantástico: Stalin muere envenenado por su un hijo suyo bastardo, Nixon también fallece asesinado, John Fitzgerald Kennedy tiene como primera dama a Marilyn Monroe, etc.
El punto de partida es el siguiente: la nave de Kal-L (el nombre kryptoniano alternativo que ya había aparecido en Tierra-2, un universo imaginario que formaba parte del llamado Multiverso DC) cae en un koljós ucraniano de los años cincuenta, proporcionando al bebé una vida y un futuro algo diferentes al de la trama clásica, pues es educado en el régimen comunista y por él lucha con un uniforme parecido al del Supermán clásico pero luciendo la hoz y el martillo en su pecho en vez de la S clásica y siendo el mismo estado el que mantiene en secreto su identidad.
El cómic comienza con la revelación oficial que hace la URSS de la existencia de Supermán, algo que desata el nerviosismo en EEUU, haciendo que cambie el sentido de su carrera armamentística para lograr sus propios superhéroes y contrarrestar el poder del soviético. Jimmy Olsen, que no es un reportero sino un agente de la CIA, recluta a un científico llamado Lex Luthor que desvía la órbita de un Sputnik para que caiga sobre Metrópolis.
Tal como esperaba, Supermán llega al rescate y ello permite a Luthor obtener ADN suyo, con el que crea un clon. Es curioso que, entretanto, surja un romance entre Supermán y la esposa del villano, Lois, si bien ésta lo rechaza por fidelidad a su marido.
El argumento continúa ofreciendo elementos propios del mundo DC pero también de esa realidad alternativa. Así, mientras Wonder Woman se enamora de Kal-L en una fiesta, él tiene que irse a toda prisa para ocuparse de Pyotr, el jefe del NKVD, que le odia por haberle alejado de su padre, Stalin, del que es hijo ilegítimo, y organiza un complot contra éste asesinándole con cianuro.
Sin secretario general, a Supermán le ofrecen liderar el PCUS pero lo rechaza porque tiene que enfrentarse al clon, quien, finalmente y pese a su apariencia grotesca, se sacrifica para impedir que unos misiles nucleares lanzados por error provoquen una masacre. Entonces una antigua novia, Lana Lazarenko, convence a Supermán para que acepte el nombramiento y él accede, dispuesto a convertir la URSS en un país modelo.
Ahí termina el primer número. El segundo transcurre años después, a finales de la década de los setenta. Lex Luthor ha fracasado una y otra vez, lo que ha permitido que la Unión Soviética haya logrado poner al mundo bajo su influencia gracias a que acabó con la pobreza y las enfermedades, aunque a costa de recortar las libertades políticas (hasta el punto de que a los disidentes se les lobotomiza para convertirlos en seres obedientes y con el aspecto físico de Supermán). Sólo Chile y EEUU se mantienen libres, si bien al borde del colapso social y el presidente Kennedy tiene que reconocer la independencia del estado de Georgia.
El socio de Luthor, Brainiac, inventa un sistema para reducir de tamaño ciudades enteras y se dispone a probarlo en Moscú pero por error la ciudad afectada es Stalingrado. Supermán consigue vencer a Brainiac pero no devolver a la urbe sus dimensiones reales, lo que le provoca un fuerte sentimiento de culpabilidad (el actor Henry Cavill declaró haberse inspirado en Supermán: hijo rojo para conseguir el carácter torturado que mostraba en la película El hombre de acero).
Y mientras Wonder Woman sigue suspirando por su amor, éste deberá hacer frente a un nuevo enemigo: Batman, líder de un grupo terrorista a cuyos padres había asesinado Pyotr pero con el que ahora se alía, dado que vuelve a tener poder -es jefe de la KGB-.
Secuestran a Wonder Woman para atraer a Supermán a una trampa, unas lámparas de sol rojo, la única cosa que puede matarle al ser una recreación del sol de su mundo originario (aquí no aparece la kriptonita). Finalmente, Supermán es capturado pero la propia Wonder Woman le libera, resultando herida de gravedad física y emocionalmente, al darse cuenta de que él no la ama.
Batman prefiere suicidarse antes que caer prisionero y Pyotr termina sometido a la citada operación cerebral, al igual que Brainiac, iniciándose la construcción de un refugio personal de Supermán en Siberia al que se llama Palacio de Invierno. Este número acaba con Luthor trabajando en otro plan tras haber encontrado una enigmática linterna verde a bordo de un ovni estrellado en Roswell.
Llega así la tercera y última entrega, que transcurre en el año 2000. Para entonces, la URSS se ha impuesto ya en todo el planeta porque a sus éxitos anteriores suma el haber acabado con el crimen y el desempleo. También con la libertad, eso sí, y sólo EEUU resiste, pese a haber sufrido una guerra civil.
Supermán trata de convencer con la palabra a los estadounidenses, rechazando los consejos de invasión de Brainiac, pero la cosa se tensa cuando Luthor gana las elecciones presidenciales y, merced a su fortuna, restablece la prosperidad nacional, a la par que provoca a su enemigo para que acceda a una invasión y tenerlo así cerca para poder destruirlo.
En un enfrentamiento directo, Luthor pierde una vez más y es lobotomizado. Supermán inicia entonces una invasión de la Costa Este de EEUU, derrotando a los Green Lantern Marine Corps, a las amazonas de una resentida Wonder Woman y otros personajes reunidos a lo largo de aquellas décadas por Luthor. Una vez en la Casa Blanca se encuentra con Lois, quien como último recurso le entrega una nota de su marido: “¿Por qué no metes a todo el mundo en una botella, Supermán?”. Es una alusión a Stalingrado, que el superhéroe conservaba en una botella hasta que un virus mató a todos los habitantes.
El astuto recurso tiene éxito y Supermán ordena a Brainiac detener la invasión pero él desobedece. Entonces se descubre que la lobotomización de éste había fallado y estuvo fingiendo todo el tiempo. Ahora bien, su inmediato ataque queda anulado por la inesperada reaparición de Luthor, que también había logrado evitar los efectos de la operación cerebral.
La pelea subsiguiente amenaza con hacer estallar la nave en la que se encuentran y, para evitar daños colaterales, Supermán la lleva hacia el espacio, donde explota y él muere, al menos aparentemente.
Hay un epílogo. Privada de su líder, la URSS cae en el caos y tiene que ser salvada por la intervención de los Batmen, seguidores de Batman que visten como él y le recuerdan como a un mártir. Gracias a eso y a que una nueva filosofía denominada luthorismo, que aúna ideas de Luthor y Supermán, se extiende por el planeta, se forman los Estados Unidos Globales, con la Humanidad entrando en una era de esplendor, paz y estabilidad, sin enfermedades e iniciando la colonización del sistema solar; el propio Luthor, que es el alma de todo, llega a vivir dos milenios. Cuando fallece, Lois descubre en el funeral a un hombre ataviado con traje, corbata y gafas, tipo Clark Kent, sin sospechar que se trata de Supermán, que sobrevivió y quiere vivir como alguien normal.
Unos millones de años en el futuro, cuando el sol se convierte en un gigante rojo que está destruyendo la Tierra, se muestra a Jor-L metiendo a su hijo en una nave y enviándolo en un viaje espacio-temporal a la Ucrania de 1938. Jor-L es el hijo de Lex y Lois.
Fuentes
Superman: hijo rojo / Red Son by Mark Millar / Wikipedia.
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