A 16 kilómetros de la ciudad de San Salvador, la capital de El Salvador, se encuentra el Lago de Ilopango, que tiene una superficie de 72 kilómetros cuadrados y unas dimensiones de 8 por 11 kilómetros. Se formó por la erupción del volcán del mismo nombre en el siglo VI d.C.

La que se considera una de las erupciones volcánicas explosivas más grandes ocurridas en América Central durante el Holoceno (últimos 10.000 años), provocó una columna de cenizas volcánicas y gases que alcanzó los 49 kilómetros de altura, según detalla un estudio publicado recientemente en la revista Journal of Volcanology and Geothermal Research, sepultando muchas ciudades mayas.

Algunos estudios incluso la consideran la causante del cambio climático sucedido entre los años 535 y 536, al que se conoce como Pequeña Edad del Hielo de la Antigüedad Tardía:

Durante este año tuvo lugar el signo más temible. Porque el Sol daba su luz sin brillo, como la Luna, durante este año entero, y se parecía completamente al Sol eclipsado, porque sus rayos no eran claros tal como acostumbra. Y desde el momento en que eso sucedió, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte. Y sucedió en el momento en que Justiniano estaba en el décimo año de su reinado

Procopio de Cesarea, Historia de las guerras 4, XIV
Depósitos de flujos proximales de la erupción TBJ. Es la Unidad F, originda durante una de las fases mmás activas de la erupción. (Imagen: Dario Pedrazzi)

El investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera del CSIC (ICTJA-CSIC), Dario Pedrazzi, es el primer autor del trabajo que ha reconstruido a partir del análisis de los depósitos de los materiales volcánicos expulsados como fue el proceso eruptivo del Ilopango: esta erupción se empezó a estudiar hace unos años, pero no se llegó a realizar un estudio estratigráfico completo, ni se definieron los parámetros de la erupción ni tampoco se determinó de manera exacta la dispersión de los productos volcánicos, explica Pedrazzi.

El estudio publicado ahora presenta una descripción estratigráfica completa, así como el alcance y extensión de los depósitos de cenizas conocidos como Tierra Blanca Joven (TBJ), presentes en El Salvador y en algunos países vecinos. El estudio detalla también los parámetros físicos que caracterizaron las diferentes fases de la erupción a partir de la cual se generaron los depósitos estudiados.

Depósitos de flujos medianos. Los flujos de la Unidad F están tapados por los depósitos de la erupción posterior del Volcán San Salvador. (Imagen: Dario Pedrazzi)

Hasta ahora no se había llevado a cabo un estudio tan completo y detallado de este evento, asegura Pedrazzi, que ha contado para este trabajo con la colaboración de investigadores del Centro de Geociencias de la Universidad Autónoma de México (UNAM), del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV), de la Universidad de Oxford, de la División de Geociencias aplicadas del IPICYT de México, de la Universidad Estatal de Oregón y del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador (MARN).

Los depósitos de cenizas estudiados en un área de 200.000 kilómetros cuadrados llegan en algunos puntos hasta los 70 metros de espesor. De hecho, toda el área metropolitana de la ciudad de San Salvador está construida sobre los materiales piroclásticos que se generaron durante la erupción.

Los investigadores midieron un total de 82 secciones estratigráficas, pero centraron su investigación en 21 afloramientos y recogieron unas 200 muestras que se analizaron en los laboratorios del MARN y de la UNAM para obtener los parámetros necesarios para desarrollar las simulaciones numéricas.

Un barrio de la Ciudad de San Salvador construido por encima de los depósitos de la TBJ. El grosor estimado de los depósitos en esta ubicación es de por lo menos 50 metros. (Imagen: Dario Pedrazzi)

Con todos estos datos los autores del estudio pudieron reconstruir la dinámica de la erupción. Identificaron un total de 8 unidades en los depósitos de material expulsado que se corresponden con cada una de las fases que caracterizaron el evento.

Fue una erupción que empezó con unas oleadas piroclásticas en un área muy concreta. A partir de un determinado momento se produce un cambio de fase, caracterizado por la caída de cenizas para luego volver otra vez a una fase dominada por la ocurrencia de flujos piroclásticos, explica Dario Pedrazzi.

La erupción alcanzó su clímax con las formaciones de flujos piroclásticos asociados probablemente a un colapso de la caldera y finalizó con la caída de todo el material enviado a la atmósfera que se fue depositando en el suelo formando capas de ceniza. Algunos de estos materiales fueron transportados hasta distancias superiores a los 100 kilómetros y se pueden encontrar en otros países vecinos de América Central, como Guatemala, Honduras, Nicaragua o Costa Rica.

Isla quemada formada durante la última erupción / foto JMRAFFi en Wikimedia Commons

Gracias a las simulaciones numéricas realizadas, los investigadores estimaron que durante las fases finales de la erupción la columna de cenizas y gases se elevó hasta los 49 kilómetros de altura. Además calcularon que el volumen total de material expulsado durante la erupción fue de unos 30 kilómetros cúbicos de magma.

El estudio sitúa la magnitud de la erupción en un 6,8 e indica que las poblaciones mayas que vivían en la región se vieron considerablemente afectadas ,siendo las comunidades asentadas en un radio de unos 50 kilómetros alrededor del Ilopango las que sufrieron el impacto más directo. No obstante, las consecuencias indirectas de carácter social, económico y político derivadas de esta gran erupción afectaron a un área mucho mayor.

El Ilopango es todavía un volcán activo, cuya última erupción sucedió en 1879 y dio lugar a la formación de domos (Islas Quemadas) en el interior de la caldera (el lago).


Fuentes

Pedrazzi, D., Sunye-Puchol, I., Aguirre-Díaz, G., Costa, A., Smith, V., Poret, M., Dávila-Harris, P., Miggins,D., Hernández, W., Gutiérrez, E. (2018) The Ilopango Tierra Blanca Joven (TBJ) eruption, El Salvador: Volcano-Stratigraphy and physical characterization of the major Holocene event of Central America. Journal of Volcanology and Geothermal Research, 377, 81-102. doi.org/10.1016/j.jvolgeores.2019.03.0060377-0273 / Suñe-Puchol, I., Aguirre-Díaz, G. J., Pedrazzi, D., Dávila-Harris, P., Miggins, D. P., Costa, A., … Hernández, W. (2019). The Ilopango caldera complex, El Salvador: Stratigraphic revision of the complete eruptive sequence and recurrence of large explosive eruptions. Journal of Volcanology and Geothermal Research, 374, 100–119. doi.org/10.1016/j.jvolgeores.2019.02.011 / Materiales proporcionados por Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera del CSIC (ICTJA-CSIC)


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