Si días atrás veíamos la historia de Sara Forbes Bonetta, una princesa yoruba rescatada de la esclavitud que terminó siendo apadrinada por la reina Victoria, antes habíamos reseñado cómo Yasuke, otro esclavo, llegó a ser samurái en el Japón del siglo XVI. Hoy vamos a contar un episodio dieciochesco que en cierta forma parece una combinación de ambos: el de Abram Petrovich Gannibal, un príncipe africano secuestrado por los otmanos pero comprado por una embajadora rusa que se lo llevó a su país, donde, tras una esmerada educación, alcanzó altos cargos militares y políticos, aunque sobre todo se le conoce por haber sido el bisabuelo de Aleksandr Pushkin.
De hecho, es el célebre escritor ruso quien proporciona la escasa información disponible sobre su antepasado, ya que empezó una biografía sobre él -que no llegó a terminar- titulada Arap Petra Velikogo (El moro de Pedro el Grande, a veces traducido también como El negro de Pedro el Grande). El libro, el primero que hacía en prosa, está en clave novelesca, por lo que resulta difícil discernir cuánto hay de realidad y cuánto de imaginación.
Es más, se cree que posiblemente Pushkin exagerara los orígenes de Abram, asimilándolo a la realeza, para enaltecer así su linaje. En cualquier caso, escribió esa obra entre 1827 y 1828, y en vida sólo publicó un par de fragmentos, no editándose el trabajo completo (en realidad incompleto) hasta 1837.

Tratándose de una novela histórica decimonónica, lo que Pushkin intenta es trazar una visión de la revolucionaria época de Pedro el Grande a través de las peripecias de su bisabuelo, al que llama Ibrahim y con una trama centrada en la infidelidad amorosa de su mujer, que da a luz a un niño blanco y por ello es condenada a ingresar en un convento. Todo ello, como decimos, con ese trasfondo contextual de la lucha del zar contra los boyardos por modernizar el país que Pushkin volvería a tratar un años más tarde en el poema narrativo Poltava, trocando a su pariente por un cosaco.
Así pues ¿qué sabemos de Abram? Tradicionalmente se decía que era etíope, nacido hacia 1696 en el pueblo de Logon o Lagone, que estaría ubicado en las cercanías de Medri Bahri (un antiguo reino de Eritrea), basándose en una carta que él mismo escribió a la emperatriz Isabel (hija mayor de Pedro el Grande, que reinó entre 1741 y 1762). De hecho, actualmente hay cierta rivalidad entre Etiopía y Eritrea por reivindicar al personaje. Sin embargo, los historiadores se inclinan más bien por situar su nacimiento en la parte central de África, en una región llamada Lagona que está en el entorno del lago Chad, o en el antiguo reino de Logone-Birni, en Camerún. En ambos sitios reclaman también el origen.

Las razones para ese cambio de criterio de los expertos hay que buscarlas en una referencia terminológica que figura en un documento de probanza nobiliaria de 1742 y que se ha identificado como de lengua kotoka (la emplada en esa parte de Camerún) y, sobre todo, el mapa de las rutas esclavistas de su tiempo, ya que Abram fue apresado y esclavizado por negreros otomanos después de que asaltaran su pueblo y asesinaran a su familia.
O eso se cree, pues no se sabe a ciencia cierta qué fue de la veintena de hermanos que tenía -su padre, como era costumbre entre la gente acomodada, disponía de un harén de muchas esposas-, salvo que una hermana mayor, Lagan, murió durante el viaje a Constantinopla al arrojarse por la borda.
Por tanto, Abram habría desembarcado en la capital de la Sublime Puerta cuando apenas contaba siete años de edad, permaneciendo uno como sirviente en casa del sultán Ahmed III (las fechas son inexactas, así que podría haber sido también su hermano y predecesor, Mustafá II); Abram, por cierto, era una derivación de Ibrahim. El Imperio Otomano vivía entonces en una relación muy tensa con Rusia, de ahí que hubiera iniciado un acercamiento a potencias occidentales como Inglaterra; de hecho, en un lustro estallaría la guerra. Pero antes, alguien se cruzó providencialmente en la vida de Abram, cambiando su presente y su futuro.

Se trataba del conde Sava Lukich Vladislavich-Raguzinsky, un aventurero y comerciante de pieles que había conocido a Pedro el Grande en Azov en 1702 y éste aprovechó que el otro estaba viviendo en Constantinopla por negocios para incorporarle a la delegación diplomática rusa. Dos años después recibió un peculiar encargo del embajador, el también conde Piotr Andreyevich Tolstoi (curiosamente otro bisabuelo de escritor famoso): buscar un niño negro para regalárselo al zar; no se trataba de una excentricidad sino de una moda de las cortes europeas de la época.
Así fue como Abram llegó a Moscú en 1704, siendo presentado a Pedro, quien le apadrinó en su bautizo al año siguiente, en la iglesia de Santa Paraskeva (Vilna); desde entonces, el joven empleó esa fecha como la natalicia, en agradecimiento. Dado que el zar no quería limitarse a tener algo exótico sino que quería demostrar su capacidad para educar a alguien incivilizado, probablemente como ejemplo nacional ante la resistencia que encontraba a su esfuerzo modernizador, ordenó que se le proporcionase una formación multidisciplinar.

El chico acompañó al zar en todas sus campañas como valet (asistente personal) hasta 1717 y aprendió varios idiomas, lo que favoreció que le enviaran a Metz para estudiar ciencias. Un año después ingresó en el ejército francés para ampliar sus conocimientos militares y en 1720 entró en la academia de artillería de La Fère.
En ese período tuvo ocasión de participar en combate, sobre todo en 1717, cuando estalló la Guerra de la Cuádruple Alianza, en la que Francia, Gran Bretaña, el Sacro Imperio y la República Holandesa se enfrentaron aliadas contra una España que intentaba recuperar sus posesiones italianas perdidas en el Tratado de Utrecht. De la experiencia salió herido y prisionero de los españoles pero fue puesto en libertad en 1722 y se ganó el grado de capitán.

Fue en esa etapa francesa cuando adoptó su apodo Gannibal, que no era otra cosa que un homenaje a su admirado Aníbal Barca (en ruso se dice con la G delante). Una prueba de que ya había adquirido cierta cultura clásica, hasta el punto de que algunos autores afirman que hizo amistad con algunas de las figuras ilustradas francesas, como Voltaire y Montesquieu, aunque no hay ninguna prueba al respecto más que una frase del primero llamándole «estrella oscura de la Ilustración» y por eso otros expertos lo ponen en duda.
El caso es que en 1723 dio por concluido el período de formación y escribió al zar solicitándole regresar a Rusia; lo hizo, además, rogando hacerlo por tierra, quizá recordando el amargo viaje que le sacó de su tierra natal. El caso es que obtuvo el permiso y volvió a Moscú ejerciendo su profesión de ingeniero, a la que sumó la de profesor de matemáticas de la guardia imperial.
Pero de nuevo las cosas iban a cambiar porque Pedro el Grande murió en febrero de 1725 y su viuda, Catalina I, asumió la corona con el apoyo de la nobleza de nuevo cuño, especialmente del hombre fuerte del estado, el príncipe Aleksander Danilovich Menshikov, que era el gobernante de facto y con poderes absolutos.

El problema estaba en que Menshikov no tenía buena relación con Abram, al que despreciaba por su educación y por su condición de extranjero, así que éste optó por quitarse de en medio prudentemente, exiliándose en Siberia en 1727. Dos años duró esa situación, que terminó cuando el celoso príncipe falleció y Catalina decidió no seguir desaprovechando el talento de Abram como ingeniero militar. Aún permanecería en suelo siberiano un par de años más pero con un estatus completamente distinto, dirigiendo la construcción de una fortaleza, a cuyo término recibió el título de maestro ingeniero.
También obtuvo algo muy diferente: un anillo de boda. En 1731 contrajo matrimonio con la griega Yevdokía Diope, que en realidad le detestaba pero que se casó con él por imposición real. La relación, obviamente, no podía salir bien y, tal como narró Pushkin, Yevdokía le fue infiel, alumbrando meses después a una niña cuya tez blanca revelaba que había otro padre de por medio. Eso le costó a ella una condena a once años de prisión en condiciones no precisamente envidiables y, entretanto, Abram conoció a Christina Regina Siöberg, descendiente por vía paterna de las aristocracias escandinava y germana.

Con ella contrajo segundas nupcias en 1736 a pesar de que su divorcio no se había formalizado todavía (no lo haría hasta 1753), algo que le supuso tener que pagar una fuerte multa; pero no debió importarle porque esta vez la pareja si era feliz. Tanto como para tener diez hijos mientras la anterior, llamada Dieper, era recluida en un convento de por vida.
El primogénito, Iván, llegó a ser un alto mando de la armada imperial y en 1773 fundaría la ciudad ucraniana de Jersón, terminando como general en jefe. No obstante, el vástago más destacado de ese matrimonio fue Osip porque tendría una hija llamada Nadezha que se convertiría en la madre de Aleksandr Pushkin.
A finales de 1741, tras un golpe de estado incruento que derribó a Iván VI (antes habían reinado Ana Ioánnova, Iván V y Pedro II) subía al trono Isabel I, la hija segunda de Pedro el Grande y Catalina I (que habían tenido doce pero todos murieron en la infancia menos ella y su hermana Ana Petrovna).
Apodada la Clemente por abolir la pena de muerte, desarrolló un reinado positivo -excepto en el plano económico-, sustituyendo la influencia germana en el gobierno por la francofilia que ella siempre había tenido. Eso benefició a Abram, que entró en la corte con todos los honores y llegó a ser general de división, destinándosele a Reval (actual Tallín) como gobernador; allí permaneció una década.

También fue allí donde escribió a la zarina la mencionada carta en la que solicitaba la concesión de un título y un escudo de armas en el que figuraban un elefante y la misteriosa palabra FVMMO. Algunos investigadores la usaron para situar su lugar de nacimiento, ya que la identificaron como de lengua kotoko, en la que significaría patria; otros, en cambio, creen que sólo eran las siglas de «Fortuna Vitam Meam Mutavit Oppido» («La fortuna ha cambiado mi vida totalmente»).
Al final, Isabel I le concedió una hacienda en Mikhaylovskoye, en el óblast (gobernación) de Pskov, al noroeste de Rusia, junto con cientos de siervos para trabajarla. Abram se retiró allí en 1762, coincidiendo con el óbito de la zarina. Él falleció en San Petersburgo casi dos décadas después, el 14 de mayo de 1781; tenía ochenta y cinco años de edad y una fascinante existencia.
Fuentes
The negro of Peter the Great (Aleksandr Pushkin)/Notes on Prosody and Abram Gannibal (Vladimir Nabokov)/The Stolen Prince (Hugh Barnes)/The Image of Peter the Great in Russian History and Thought (Nicholas V. Riasanovsky)/Gannibal. The Moor of Petersburg (Hugh Barnes)/Wikipedia
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