Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences por un equipo de investigadores internacionales dirigido desde la Universidad de Upsala, revela las relaciones de parentesco entre individuos de la Edad de Piedra enterrados en tumbas megalíticas en Irlanda y Suecia. El parentesco entre los individuos enterrados en ellas se remonta más de diez generaciones, y sugiere que estos megalitos fueron tumbas familiares.
La agricultura se extendió por Europa con los migrantes procedentes del Creciente Fértil hacia 9000 a.C., llegando al noroeste del continente hacia 4000 a.C. A partir de 4500 a.C. a lo largo de la fachada atlántica surgió un nuevo fenómeno de construcción de monumentos megalíticos asociados a prácticas funerarias.
El origen y la estructura social de los grupos que los erigieron ha permanecido en gran medida desconocido hasta ahora.
Los investigadores secuenciaron y analizaron los genomas de los restos humanos de 24 individuos de cinco tumbas megalíticas en el norte y oeste de Europa en Irlanda, Escocia y la isla de Gotland en Suecia.
Los restos fueron datados mediante radiocarbono entre 3800 y 2600 a.C. Compararon esos datos genéticos con la variación genética de grupos e individuos de la Edad de Piedra en otras partes de Europa, encontrando que los individuos de los megalitos estaban estrechamente relacionados con los agricultores neolíticos del norte y oeste de Europa, y también con algunos grupos de la Península Ibérica, y menos con los grupos de agricultores de Europa Central.
Hallaron una proporción mayor de hombres en comparación con las mujeres enterradas en las tumbas en las Islas Británicas. Según la arqueogenetista Helena Malmström, encontramos continuidad paterna a través del tiempo, incluyendo los mismos halotipos del cromosoma Y que se repiten una y otra vez. Sin embargo, los miembros femeninos de la familia no fueron excluidos de los entierros megalíticos, ya que tres de las seis relaciones de parentesco en ellos eran femeninas.
Los datos genéticos muestran estrechas relaciones familiares entre los individuos enterrados. Según Federico Sánchez-Quinto, de la Universidad de Upsala, parece que las sociedad neolíticas estaban estrechamente unidas por relaciones familiares en torno a las tumbas.
El yacimiento de Ansarve en la isla de Gotland muestra que las personas enterradas eran notablemente diferentes a nivel genético de los individuos contemporáneos de las tumbas de cazadores-recolectores, lo que demostraría que la tradición funeraria de esa tumba, que duró más de 700 años, fue llevada a cabo por grupos distintos con raíces en la expansión neolítica europea.
El hecho de que se encuentren distintos linajes paternos con una sobrerrepresentación de hombres en algunas tumbas, y las claras relaciones de parentesco, apuntan a que los individuos formaban parte de un segmento patrilineal de la sociedad en lugar de representar una muestra aleatoria de una comunidad más amplia de agricultores neolíticos.
Según los investigadores, los patrones observados podrían ser únicos en las tumbas estudiadas de Primrose, Carrowmore y Ansarve, y se necesitarán estudios futuros en otras tumbas megalíticas para determinar si se trata o no de un patrón general.
Fuentes
Sánchez-Quinto et al. (2019) Megalithic tombs in western and northern Neolithic Europe were linked to a kindred society, PNAS, DOI: 10.1073/pnas.1818037116 / Uppsala Universitet.
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