La fotografía ha avanzado tanto, tecnológicamente hablando, que hoy vemos las imágenes de hace sólo veinte años y casi nos parecen prehistóricas; de hecho, es probable que mucha gente ni siquiera sepa qué eran los carretes ni cómo se hacía el proceso de revelado. La cosa sería aún peor si nos remontamos un poco más atrás, a la fotografía en blanco y negro.

Claro que a veces se encuentran sorpresas desconcertantes como la de Serguéi Prokudin-Gorski, el científico ruso que hacía fotos en color a principios del siglo XX -antes de que se inventase la película policromática- y encima con una excelente calidad.

Su nombre completo era Serguéi Mijáilovich Prokudin-Gorski, nacido en Murom (una ciudad del óblast de Vladimir, en Rusia, cerca de Moscú) en 1863, aunque se trasladó con su familia, que era noble, a San Petersburgo. Estudió química, música y pintura antes de casarse en 1890 con la hija de un rico industrial, Anna Aleksandrovna Lavrova, con la que tuvo un hijo y una hija.

Autorretrato de Serguéi Prokudin-Gorsky en 1912 / Imagen dominio público en Wikimedia Commons

Serguéi se interesó por la fotografía muy pronto y llegó a ser un experto, publicando trabajos y pronunciando conferencias. Su suegro le introdujo en la Sociedad Técnica Rusa Imperial que le facilitó su primera exposición en 1900 y un año más tarde abrió su propio estudio.

En realidad no se trataba de algo nuevo desde el punto de vista cronológico, ya que el concepto de cámara oscura se conocía desde la Antigüedad y en el Renacimiento empezaron a descubrirse más cuestiones científicas que serían fundamentales para la aparición de la técnica fotográfica: desde las propiedades químicas del nitrato y el cloruro de plata al diafragma, pasando por la positivación heliográfica de imágenes. Eso sí, el gran salto se dio en el siglo XIX, primero con los daguerrotipos (impresión de imágenes sobre placas de plata usando vapores de yodo y mercurio) y después con los calotipos (usando papel humedecido en nitrato de plata en vez de placas).

Probablemente esta foto del escritor León Tolstoi, hecha en 1908, sea la obra más conocida de Serguéi Prokudin-Gorski / Imagen dominio público en Wikimedia Commons

A lo largo de esa centuria hubo más avances y para cuando Serguéi entró en ese mundo, el estadounidense George Eastman ya había inventado la película fotográfica (1888). Por supuesto, las imágenes se obtenían sólo en blanco y negro. El escocés James Clerk Maxwell había logrado la primera foto en color en 1861 mediante el sistema que denominó tricromía, consistente en hacer pasar la luz por tres filtros coloreados (rojo, verde y azul); pero la emulsión que usaba era insuficiente y el resultado distaba de ser satisfactorio, así que no tuvo demasiado éxito.

Otros que lo intentaron fueron los franceses Louis Ducos du Hauron y Charles Cros, así como el alemán Hermann W. Vogel pero los métodos que empleaban eran muy complicados y, por tanto, imposibles de comercializar, así que Serguéi decidió adentrarse en ese campo e investigar la manera de conseguir plasmar el color de forma definitiva.

Para ello viajó a Berlín a estudiar fotoquímica con el científico Adolf Miethe, prosiguiendo a continuación esos estudios con otros expertos europeos. Cuando regresó a su país, concibió el que iba ser el gran proyecto de su vida: un documental fotográfico sobre el Imperio Ruso que recogiera todos los aspectos culturales, históricos y artísticos con vistas a su uso en la educación escolar.

Cuando se puso a ello, la fotografía en color había dado un paso más con sistemas como el kromscop del norteamericano Frederick E. Ives, el Sanger Shepherd del inglés Edward Sanger-Shepherd o los adelantos que ofreció el antiguo profesor del ruso, el mencionado Adolf Miethe. Incluso los hermanos Lumiére patentaron en 1903 la placa autocroma (aunque no la comercializaron hasta 1907), que sería la más usada hasta que la película Kodachrome la desplazó en la década de los treinta. Pero a Serguéi no acababa de convencerle y desarrolló sus propios métodos.

Niños judíos con su maestro en Samarcanda, 1900-1915 / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Gozaba ya de vitola de gran prestigio y en 1906 fue elegido presidente de la sección de fotografía de la citada Sociedad Técnica Rusa Imperial, además de convertirse en editor de una revista especializada, así que obtuvo del zar Nicolás IIun cuarto oscuro adaptado a un vagón ferroviario y permisos que no sólo le daban acceso a lugares restringidos sino que también obligaban a los funcionarios a prestarle toda la ayuda posible.

Aquella insólita expedición fotográfica en ferrocarril recorrió el Imperio Ruso entre 1909 y 1915, reuniendo una importante colección de imágenes en color de excelente calidad, en torno a tres millares y medio.

Serguéi utilizaba el sistema de triple filtro: captaba imágenes monocromáticas tres veces, cada una de ellas con un filtro de cada color (verde, rojo y azul) en una secuencia a gran velocidad (entre uno y tres segundos) para que luego se pudieran proyectar con una luz adecuada que permitiera reconstruir el cromatismo conjunto con fidelidad. Se trataba de un método limitado porque únicamente permitía ver las fotos proyectadas, no impresas (excepto alguna impresión fotomecánica para portadas de revistas), pero la tecnología posterior ha permitido imprimirlas y el resultado es asombrosamente bueno.

Compuesto de color simple y sin retoques de Alim Khan, resultado de fundir las tres imágenes de la derecha, cada una de ellas hecha con un filtro de color rojo, verde y azul / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En realidad estaba previsto obtener tres veces más fotos pero el estallido de la Revolución interrumpió el trabajo porque, obviamente, ni el salvaconducto del zar tenía ya validez ni se podía permitir que un tren circulase por el país sin más.

Serguéi fue nombrado profesor por el gobierno revolucionario pero en agosto de 1918 estaba en un viaje profesional en Noruega y, tras enterarse de que los bolcheviques habían fusilado a Nicolás II y los suyos, y que empezaba así una guerra civil, decidió no regresar. Como los noruegos estaban bastante atrasados en fotografía, se mudó a Londres en 1919.

Solicitó y obtuvo permiso para que se le enviara su colección. No pudo reclamar todo el material, pues parte de él fue considerado reservado por tratarse de imágenes de sitios estratégicos y terminó perdiéndose, pero sí salvó lo más interesante. La mayoría eran negativos y placas que en 1948 fueron localizados en un sótano de París y adquiridos por la Biblioteca del Congreso de EEUU; son exactamente mil novecientos dos negativos y setecientas diez copias que costaron cinco mil dólares.

Prisioneros austrohúngaros en Rusia, 1915 / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

¿Por qué París? Porque Serguéi se instaló allí en 1922, después de casarse en segundas nupcias con su asistente Maria Fedorovna Shchedrina (con la que tuvo otra niña). Sus hijos e incluso su ex-esposa pudieron reunirse con ellos a lo largo de los siguientes años. En la capital francesa abrió un estudio del que poder vivir. Se jubiló en la década siguiente dejando el negocio en manos de sus herederos, que lo rebautizaron Gorsky Frères. Planeaba un viaje a EEUU pero falleció antes, en septiembre de 1944, justo un mes después de la liberación de París.


Fuentes

Sergei Mikhailovich Prokudin-Gorsky (Svetlana Garanina) / «The splendors of Russia Collection» in the Library of Congress (Victor Minachin) / International Research Project «The legacy of S. M Prokudin-Gorsky» / Colour Photography: the first hundred years 1840-1940 (Brian Coe) /Wikipedia


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