A pesar de que su nombre no es muy conocido, lo cierto es que muchas personas padecen de gefirofobia, el miedo irracional o excesivo a cruzar puentes o viaductos , que se agrava cuando se manifiesta combinada con la acrofobia, el miedo a las alturas. La palabra procede del griego gefura (γέφῡρᾰ, puente) y fobos (φόβος, miedo).
El temor a que se derrumbe, a factores externos como ráfagas de viento, o simplemente la duda sobre su integridad estructural, son algunas de las explicaciones que dan quienes la padecen, aun cuando no se haya tenido ninguna experiencia previa.
Ante esto la única solución es evitar las rutas que incluyan puentes, algo cada vez más complicado, sobre todo si se vive en lugares donde abundan islas, ríos y lagos. Es el caso de la región de los Grandes Lagos de Estados Unidos, y por eso la autoridad de uno de los puentes más largos de aquella zona ofrece un singular servicio a los conductores y motoristas con gefirofobia.

Se trata del Puente de Mackinac sobre el estrecho del mismo nombre, que conecta la ciudad de Saint Ignace en la península superior al norte de Michigan, con Mackinaw City en la península inferior al sur.
No es un puente cualquiera. Es un puente colgante de ocho kilómetros de longitud, considerado la vigésima luz principal más larga del mundo (el mayor puente colgante entre anclajes en el hemisferio occidental) y que se eleva 60 metros sobre el agua en su punto central.
Como curiosidad, se tarda siete años en pintarlo por completo, y cuando se termina se vuelve a empezar otra vez inmediatamente.

Fue diseñado por el ingeniero David B. Steinman en 1953, iniciándose la construcción el 7 de mayo de 1954 y abriéndose al tráfico el 1 de noviembre de 1957. Anteriormente los vehículos debían cruzar el estrecho en ferry, en un tiempo que no bajaba de las 5 horas, incluyendo la espera para embarcar.
En los 61 años, en el momento de escribir esto, que el puente lleva activo, solo ha habido tres accidentes: dos coches se precipitaron al vacío (1989 y 1997) y una avioneta que volaba demasiado baja entre la niebla impactó contra uno de los cables de suspensión en 1978.
Según la web oficial de la Autoridad del Puente de Mackinac:
todos los puentes colgantes están diseñados para adaptarse al viento, a los cambios de temperatura y al peso. Es posible que la plataforma en el centro se mueva hasta 10 metros al este u oeste debido a vientos fuertes. Esto solo ocurre bajo condiciones de fuertes vientos. La plataforma no se balancea, sino que se mueve lentamente en un sentido según la fuerza y dirección del viento. Cuando el viento amaina, el peso de los vehículos que cruzan hace que la plataforma vuelva lentamente a su posición original

Como decíamos antes, para todos aquellos que padezcan de gefirofobia, la Autoridad del Puente de Mackinac tiene en marcha el Programa de Asistencia a Conductores.
Tan solo hay que detenerse en un lugar indicado antes de acceder al puente, llamar a un teléfono y solicitarlo. Un conductor profesional se hará cargo de manejar el coche o la moto hasta el otro lado (sin coste adicional al peaje normal del puente).
Los ciclistas no pueden circular, pero por cinco dólares por persona y bicicleta, un vehículo de la autoridad del puente te cruzará al otro lado.
Fuentes
Mackinac Bridge Authority / Wikipedia.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.