Las runas son las letras empleadas para escribir por algunos pueblos germánicos durante la Antigüedad y la Edad Media, principalmente en Escandinavia, pero también en otras zonas donde estos pueblos se asentaron.
Las más antiguas que se conocen son del siglo II d.C. La primera cronológicamente sería la inscripción del peine encontrado en la isla danesa de Fionia, y que pone precisamente peine (harja).
Poco a poco serían progresivamente sustituidas por el alfabeto latino, de modo que para el año 1100 prácticamente había desaparecido su uso.
Decimos prácticamente porque en realidad una región de Suecia siguió utilizándolas hasta bien entrado el siglo XX: la actual provincia de Dalarna, que coincide casi totalmente con la antigua región de Dalecarlia.
Se trata de una provincia histórica situada en el centro del país, fronteriza con Noruega, tradicionalmente aislada tanto política como socialmente del resto de Suecia (de hecho sus habitantes hablan un idioma, el dalecarliano o efdaliano, que es tan ajeno al sueco como puede serlo el noruego o el danés), entre frondosos bosques y escarpadas montañas.
La zona es actualmente famosa por su artesanía tradicional, que va desde el trabajo de la madera, la cerámica, y la orfebrería hasta los textiles, incluyendo una peculiar técnica que utiliza cabellos tejidos. De ahí es también originario uno de los símbolos nacionales de Suecia, el Caballo de Dalecarlia, que originalmente era un juguete para niños tallado con las sobras de la madera empleada en fabricar cajas de relojes.
El caso es que cuando el uso de las runas comenzó a decaer en el resto del mundo nórdico, en Dalecarlia se produjo un curioso fenómeno. En lugar de seguir la corriente de sustitución por el alfabeto latino, se empezaron a usar las runas para transcribir la ortografía latina del idioma sueco, utilizando algunas letras latinas para representar los sonidos que faltaban en las runas. Esta transición ocurrió, según los investigadores, en la segunda mitad del siglo XVI, conformando un nuevo sistema rúnico, derivado del medieval pero con diferencias.
Con el tiempo la sustitución de runas por letras latinas se hizo cada vez más frecuente, hasta que a comienzos del siglo XX las runas desaparecieron por completo. El famoso botánico Carlos Linneo, tras visitar Dalarna en 1734 escribía en su diario:
Los campesinos de la comunidad, además de utilizar calendarios rúnicos, todavía escriben sus nombres y marcas de propiedad con letras rúnicas, como se puede ver en paredes, piedras angulares, cuencos, etc. Cosa que desconocía que se siguiera haciendo en algún lugar de Suecia
La inscripción más antigua que se conserva usando estas runas dalecarlianas es de finales del siglo XVI. Se trata de un cuenco encontrado en la villa de Åsen en el que pone, en runas, Anders hizo este cuenco en el año 1596. En total se han inventariado más de 250 runas dalecarlianas en la zona, la mayor parte en el municipio de Älvdalen, talladas en objetos de madera, edificios, muebles, cuencos, e incluso en rocas. Pero también existen cartas escritas en parte en runas. Su contenido es variado, desde simples frases cotidianas, hasta himnos religiosos y documentos oficiales.
El profesor de filología nórdica la Universidad de Upsala y experto en runas, Henrik Bruun Williams, ha propuesto que el famoso hoax de la Piedra de Kensington estaría escrito precisamente con estas runas dalecarlianas.
Se trata de una losa de 92 kilos de peso que un emigrante sueco llamado Olof Ohman descubrió en 1898 en Solem, Minesota. Está cubierta de runas en una de sus caras y en un costado, que relatan el viaje de exploradores escandinavos en norteamérica durante el año 1362.
Actualmente la mayoría de expertos cree que la piedra es una falsificación del siglo XIX, aunque también hay quien defiende su autenticidad. El texto dice:
Ocho godos de Escandinavia y 22 noruegos en un viaje de exploración desde Vinland al oeste. Hemos establecido refugios en dos islas rocosas un día al norte de esta piedra. Pescamos durante un día. Cuando volvimos encontramos a diez de nuestros hombres sangrando y muertos AVM (Ave María) nos libre de los demonios. Tenemos diez hombres junto al mar para cuidar de nuestros barcos, a catorce días de viaje de esta isla. Año de 1362
La explicación de los expertos para la conservación de la escritura rúnica hasta tiempos tan recientes tiene que ver, por una parte, con el aislamiento de los dalecarlianos (para llegar a la zona antes de la existencia de carreteras debía realizarse un viaje de 100 kilómetros por el río, la vía más directa).
Y por otra en que, hasta mediados del siglo XIX, no era obligatorio enviar a los niños a la escuela. Una vez que los niños empezaron a ir a la escuela, donde se usaba solo el alfabeto latino, las runas comenzaron a extinguirse poco a poco.
Fuentes
ScienceNordic / Wight of The Nine Worlds / Dalecarlian Runes (Helmer Gustavson) / The non-enigmatic runes of the Kensington Stone / Wikipedia.
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