Las impresiones de manos son un motivo habitual en el arte rupestre prehistórico, múltiples ejemplos se han encontrado en cuevas de todo el mundo. Ahora un nuevo estudio pone de manifiesto algo que ya había sido apuntado por algunos investigadores hace algunas décadas: en muchas cuevas de Francia y España se observa que a un elevado número de las manos representadas les faltan uno o varios dedos.
El debate lleva tiempo en el candelero entre los expertos, que no terminan por concluir si el hecho pudo ser deliberado o accidental. Muchos arqueólogos creen que si, que son deliberados, aunque el motivo es difícil de determinar. Otros opinan que no se trataría más que de un recurso artístico, que quienes las pintaron simplemente los omitieron por alguna razón, o pintaron sobre las partes que faltan.
El nuevo estudio argumenta que en realidad se trata de una práctica ritual, un comportamiento común en muchas regiones hasta no hace demasiado tiempo. Así, los hombres del Paleolítico Superior se habrían amputado sus propios dedos con fines rituales, como un sacrificio religioso. La razón para llegar a esa conclusión son las estadísticas.
Por ejemplo, en la Gruta de Gargas en Aventignan (Departamento de Altos Pirineos, Francia), cuyo arte rupestre se data hace unos 27.000 años, se han contabilizado 231 impresiones de manos correspondientes a unas 40–50 personas. De ellas, a 114 les faltan uno o más dígitos.
En la Gruta Cosquer en Marsella, de la que ya hablamos aquí en un artículo, 28 de las 49 impresiones de manos presentan igualmente dígitos de menos. Y en la Cueva de Maltravieso en Cáceres, cuyas impresiones de manos más antiguas se remontan a hace 66.700 años, ocurre lo mismo, 61 de las 71 imágenes de manos carecen de uno o más digitos.
Puede ser probable que un gran número de individuos perdieran uno o varios dedos por accidente, ya sea por congelación u otras causas, pero sigue siendo extraño que a la mayoría de impresiones rupestres les falten tres o incluso cuatro.
El equipo de investigadores que realizó el estudio buscó en las bases de datos etnógraficas mundiales y encontró que en 121 sociedades relativamente recientes de África, Eurasia, Oceanía y América, se practicó o se practica incluso hoy en día la amputación ritual de dedos.
Esto se hace como expresión de dolor frente a la pérdida de un ser querido, como elemento indicativo de pertenencia a un grupo o incluso como castigo. También como forma de sacrificio ritual, que es la explicación que creen más probable para los ejemplos del Paleolítico Superior, para ofrecerlos a dioses o poderes sobrenaturales.
Algunos arqueólogos, como Ian Gilligan, de la Universidad de Sidney, comentó a New Scientist que no está de acuerdo con el resultado del estudio. Según él, ninguno de los casos etnográficos que se citan coincide con el patrón distintivo que se observa en las representación de manos de la Edad del Hielo, es decir, un acortamiento secuencial de los dedos quinto, cuarto y tercero, con el pulgar preservado. Este patrón coincide precisamente con los efectos de la congelación.
Arqueólogos de la Universidad de Durham opinan que este tipo de mutilación deliberada equivaldría al suicidio, e indican que los dedos deben estar doblados o pintados de esa manera como forma de comunicación simbólica. Otros, como Dale Guthrie, de la Unviersidad de Chicago, cree que se trata de manos de niños.
Los autores del estudio se defienden asegurando que no afirman que la amputación sea efectivamente lo que ocurrió, sino que su análisis es solo la exploración de una posibilidad: aunque la hipótesis de la amputación no es definitiva, pensamos que es lo suficientemente fuerte como para justificar su tratamiento como si fuera correcta, para los propósitos de una investigación posterior. El estudio se publicó en Journal of Paleolithic Archaeology.
Fuentes
A Cross-cultural Perspective on Upper Palaeolithic Hand Images with Missing Phalanges (Brea McCauley, David Maxwell, Mark Collard) / New Scientist.
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