La historia de las exploraciones está protagonizada por una nómina de personas que, evidentemente, se salen de lo común. Son personalidades muy especiales, peculiares, a menudo difíciles de catalogar y siempre con el denominador común de una resolución a prueba de bomba. Buen ejemplo de ello fue Peter Freuchen, que no es muy conocido porque su ámbito de actuación fue un lugar tan carente de atractivo real para las potencias como el Ártico y porque le tocó vivir, quizá, un poco tarde. Pero todo un personaje, como veremos.
Se llamaba Lorenz Peter Elfred Freuchen y era danés, nacido en la localidad de Nykøbing Falster en 1886. Nada indicaba a priori cuál sería su vocación, ya que descendía de una familia de comerciantes y cuando cumplió la mayoría de edad se matriculó en la Universidad de Copenhague para estudiar medicina. Pero su vida no iba a transcurrir por esos derroteros. Ya en 1906, apenas cumplidos los veinte años, hizo su primer viaje con destino a Groenlandia y pronto vendrían más en compañía de su amigo Knud Rasmussen.
Rasmussen es un héroe histórico en Dinamarca. Groenlandés de nacimiento (su padre era danés y su madre inuit), renunció a una carrera como cantante de ópera (suena un poco estrambótico pero lo había intentado infructuosamente en Copenhague) para dedicarse a la exploración ártica, protagonizando siete campañas que se conocen como Expediciones Thule. En ellas, atravesó el territorio de lado a lado y documentó minuciosamente la cultura inuit, hasta el punto de ser considerado el padre de la Esquimología o el Esquimal blanco.

El primero de esos viajes, al que se suele llamar Expedición de la Literatura Danesa lo hizo en 1902 y duró un par de años. Tenía como objetivo el estudio de los inuit y plasmó todo lo observado en un libro titulado La gente del Polo Norte. A su vuelta dio varias conferencias y entabló amistad con Freuchen, que, como vimos, también había recorrido ese lugar en 1906. Ambos se asociaron y en 1910 abrieron una estación comercial en Cape York (actual Uummanq, en la costa noroeste groenlandesa que se asoma a la Bahía de Baffin) una base comercial.
La llamaron Estación Comercial Thule, en alusión a la mítica isla que en la Antigüedad y el Medievo se consideraba el rincón más septentrional del mundo, tal como enunció el marino griego Piteas, que presuntamente llegó a navegar por esas latitudes. El nombre también hacia referencia a la cultura paleoesquimal que precedió cronológicamente a los inuit y yupik, asentándose en Groenlandia hacia el siglo XIII desplazando a los dorset (extinguidos por las enfermedades que introdujeron los balleneros). Los thule pervivieron en pequeños poblados hechos de chozas de huesos de cetáceo hasta que a partir del siglo XVIII se escindieron y pasaron a ser llamados genéricamente esquimales (ahora inuit).
El caso es que la Estación Comercial Thule sirvió como punto de partida para las expediciones homónimas entre 1912 y 1933 (llegaría a convertirse en un municipio y en 1953, en el contexto de la Guerra Fría, en una base aérea de EEUU). La primera de ellas llevó a Rasmussen y Freuchen a intentar comprobar la afirmación de Robert Peary (el estadounidense que aseguraba haber sido el primero en llegar al Polo Norte en 1909, algo que hoy está cuestionado) de que un canal dividía la Tierra de Peary, una península del norte groenlandés, del resto de la isla.
Para ello hicieron una tremenda ruta a pie de más de un millar de kilómetros sobre el hielo que estuvo a punto de acabar con ellos pero al final se saldó con éxito, demostrando, por cierto, que Peary se equivocaba. Freuchen contó esa extraordinaria experiencia en dos de sus libros, El vikingo vagabundo y Yo navegué con Rasmussen, publicados en 1953 y 1958 respectivamente. En el primero se ufana del buen resultado que dieron los trineos tirados por perros, algo habitual en Alaska pero no en Groenlandia, y describe episodios tan célebres como aquel en el que, enterrado en su refugio por una densa capa de hielo y nieve, sólo pudo salir gracias a un cuchillo fabricado con sus propias heces congeladas.
El triunfal retorno les animó a emprender un segundo viaje en 1916, el mismo año en que nació Mequsaq Avataq Igimaqssusuktoranguapaluk, el primero de los dos hijos que a Freuchen le dio su esposa Navarana Mequpaluk, una mujer inuk (inuk es el singular de inuit) con la que se había casado poco antes de partir y que le acompañó en más de una de aquellas odiseas. Fallecería en 1921 a causa de la gripe española, originando sin querer un incidente entre su viudo y los misioneros cristianos locales, a los que él acusó con indignación de tratar de evangelizar a los indígenas sin preocuparse de aprender ni entender sus costumbres.

La razón fue que Navarana había solicitado, como última voluntad, que la inhumaran en el cementerio parroquial de Upernavik, pero el párroco le negó la autorización al no estar bautizada, por lo que Freuchen tuvo que darle sepultura personalmente en lo que debió ser un amargo momento. Rasmussen le rendiría un pequeño homenaje a la esposa de su amigo poniéndole su nombre a uno de los personajes de la película Palos Brudefærd, que rodó en Groenlandia en 1933.
Para la Segunda Expedición Thule contaron con más medios y el equipo estaba formado por siete hombres, cuya misión consistía en cartografiar una región septentrional de Groenlandia. La dureza de las condiciones llevó a la muerte a dos de los miembros y sirvió para que en 1921 Freuchen publicase otro libro relatando la aventura, Groenlandia por el Mar Polar. Habían regresado tres años antes, lo que coincidió con el nacimiento de su hija Pipaluk Jette Tukuminguaq Kasaluk Palika Hager.
Entre 1919 y 1920 hubo otras dos expediciones con fines geográficos y etnográficos. Pero la más importante fue la quinta, concebida para estudiar a fondo a los inuit. Integrada también por siete personas, duró tres años y recopiló tal cantidad de datos biológicos, arqueológicos y antropológicos (muchas piezas se exhiben hoy en museos daneses) que su correspondiente publicación no se pudo llevar a cabo hasta 1946 y necesitó de diez volúmenes, bajo el título La Quinta Expedición Thule. Durante ese tiempo, Rasmussen se convirtió en el primer hombre en travesar el Paso del Noroeste junto a dos cazadores inuit en un trineo tirado por perros; él mismo lo narró en A través de la América Ártica (1927).
Tanto él como Freuchen pasaron los años siguientes a caballo entre Groenlandia y Dinamarca dando conferencias. Freuchen decidió entrar en política pasando a militar en las filas socialdemócratas y colaborando con artículos de ese tema en el periódico del partido, Politiken. Él mismo fue editor de la revista Ude og Hjemme, propiedad del padre de su nueva esposa. Porque en 1924 contrajo segundas nupcias con Magdalene Vang Lauridsen, hija del director del Danmarks Nationalbank, con la que vivió en la isla de Enehøje, ubicada en el fiordo Nakskov, que había comprado para escribir y preparar sus charlas (hoy es una reserva natural del estado).
Rasmussen protagonizó otras dos expediciones Thule, en 1931 y 1933, que tenían la finalidad de afianzar la pertenencia a Dinamarca de una parte del este de Groenlandia que Noruega impugnaba. Pero durante la segunda se vio obligado a retornar, enfermo a causa de una combinación de neumonía e intoxicación por ingestión de kiviak (un alimento de los inuit, una especie de embutido preparado con alca -un tipo de ave marina- macerada y fermentada en el cuerpo vaciado de una foca). Murió semanas después en Copenhague a los cincuenta y cuatro años de edad.

Entretanto, en 1932, Freuchen había vuelto a su tierra groenlandesa para trabajar en una película por encargo de la Metro-Goldwin-Mayer, ya que había entrado en ese mundillo tras fundar una compañía cinematográfica. El film resultante, dirigido por W. S. Van Dyke con guión del propio Freuchen -que hizo un pequeño cameo- a partir de sus libros sobre el Ártico, se tituló Eskimo (también conocido como Mala, el magnífico) y ganó el Óscar en 1934. A lo largo de los años treinta el explorador viajó a otros sitios como Sudáfrica o Siberia, siendo coherente con el nombre de un club que creó en 1938, Eventyrernes Klub (Club del Aventurero); aun existe.
Poco después estalló la Segunda Guerra Mundial y Freuchen militó en la resistencia danesa contra la ocupación alemana de Dinamarca, cosa doblemente meritoria dado que estaba tullido; pero es que nada iba a arredrar a un tipo que en 1926, durante la Quinta Expedición Thule y tras salir al exterior con aquel cuchillo fecal que reseñábamos, lo había tenido que emplear en amputarse personalmente los dedos congelados de su pierna izquierda (después, gangrenada, se la cortaron entera en el hospital). Contrario al racismo, se opuso abiertamente a los nazis y solía autopresentarse como judío cada vez que veía un acto antisemita. Ello le hizo dar con los huesos en prisión y ser condenado a muerte, aunque pudo escapar y pedir asilo en Suecia.
Y es que la situación le afectaba personalmente porque antes de acabar la contienda se divorció de Magdalene y se casó, por tercera vez, con una judía danesa: Dagmar Cohn, ilustradora de moda colaboradora de Vogue. Con ella se estableció en EEUU, residiendo entre Nueva York y Connecticut, pues resultaba más cómodo quedarse en América por el negocio del cine. Precisamente estaba en la Base Aérea Elmendorf, en Anchorage (Alaska), trabajando en su última obra, El libro de los siete mares, cuando sufrió un ataque al corazón. Era el verano de 1957 y sus cenizas fueron esparcidas al viento en el Monte Dundas de Thule.
En 1979 su nieto Peter fue el primer Inuit de Canadá en resultar elegido diputado en la Cámara de los Comunes, algo de lo que su abuelo se sentiría orgulloso. El recuerdo de Peter Freuchen permanece vivo en Dinamarca y si uno se acerca al Langeliniebroen, el lugar del centro de Copenhague de donde partió por primera vez hacia Groenlandia en 1906, no lejos de la estatua de la Sirenita, podrá ver un mojón con una inscripción en lengua esquimal en su memoria, así como un roble plantado ad hoc.
FUENTES
Petri Liukkonen, Peter Freuchen
Jeff Blumenfeld, Get Sponsored: A Funding Guide for Explorers, Adventurers, and Would-Be
Peter Freuchen, Arctic Adventure: My Life in the Frozen North
Stephen R. Brown, White Eskimo: Knud Rasmussen’s Fearless Journey into the Heart of the Arctic
Wikipedia, Peter Freuchen
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