No deja de resultar chocante que del pueblo que inventó el alfabeto y por extensión enseñó a escribir a medio mundo, los fenicios, no nos haya llegado nada de su literatura excepto tres fragmentos de papiro.
Es cierto que se conservan unas 10.000 inscripciones en piedra y fragmentos de cerámica, pero ninguna obra literaria, histórica o de otro tipo en lengua fenicia sobrevive. Uno de los posibles motivos de ello es que los fenicios escribían en papiro o pergamino, soportes ambos perecederos, y por alguna razón no se conservaron tan bien como los de otros pueblos como el egipcio.
Se sabe de escritores y obras fenicias por las citas y menciones realizadas por autores posteriores greco-romanos. Quizá el caso más destacado es el de Sanjuniatón (en fenicio 𐤎𐤊𐤍𐤉𐤕𐤍, SKNYTN, pronunciado Sakun-yaton), autor de tres obras histórico-mitológicas que fueron traducidas al griego y publicadas por Filón de Biblos en el siglo I d.C.

Las traducciones de Filón tampoco sobrevivieron, pero son profusamente citadas por un insospechado autor del siglo IV: Eusebio de Cesarea, obispo y padre de la historia cristiana. Lo hace en su Praeparatio Evangelica con el fin de desacreditar la religión fenicia, pero como no hay mal que por bien no venga, las citas son tan extensas que ensamblando los fragmentos se ha podido reconstruir parte de la obra original de Sanjuniatón. De tal modo que conforman el texto más extenso que tenemos sobre mitología y religión fenicia.
Ahora bien, el historiador de este tema es Sanjuniatón, un autor de gran antigüedad, y más antiguo, como dicen, que los tiempos troyanos, de quien dan testimonio de haber sido aprobado por la exactitud y la verdad de su historia fenicia. Filón de Biblos, no el hebreo, tradujo toda su obra de la lengua fenicia al griego, y la publicó (Eusebio de Cesarea, Praeparatio Evangelica I-IX)
Como se puede apreciar, Eusebio no dudaba de la calidad histórica del texto de Sanjuniatón, pero lo utiliza para poner en evidencia las creencias fenicias.

De hecho su Praeparatio Evangelica, que está formada por 15 libros, se compone en un 71 por ciento de citas de otros autores que le sirven al obispo para documentar su argumentación.
Según Ignasi Vidiella, en su conferencia de marzo de 2016 en el IV Congreso Ganimedes de la Universidad de Valencia, el criterio seguido por Eusebio para citar a los autores es la consideración que le merecen. Así, cita a Diodoro de Sicilia, a Dioniso de Halicarnaso, a Platón, y muchos otros.
De Sanjuniatón apunta, citando a Porfirio:
De los asuntos de los judíos la historia más verdadera, la más acorde con sus lugares y nombres, es la de Sanjuniatón de Beirut, quien recibió los registros de Hierombalo, el sacerdote del dios Ieuo [Yahvé]; él dedicó su historia a Abibalo, rey de Beirut, y fue aprobado por él y por los investigadores de la verdad en su tiempo. Ahora bien, los tiempos de estos hombres caen aun antes de la fecha de la guerra de Troya, y se acercan casi a los tiempos de Moisés, como lo demuestran las sucesiones de los reyes de Fenicia. Y Sanjuniatón, que hizo una colección completa de historia antigua a partir de los registros de las distintas ciudades y de los templos, y escribió en lengua fenicia con amor a la verdad, vivió en el reinado de Semíramis, la reina de los asirios, que según los registros vivió antes de la guerra de Troya o en esos mismos tiempos (Eusebio de Cesarea, Praeparatio Evangelica I-IX)

Que Sanjuniatón hubiera vivido en la época pre-homérica anterior a la guerra de Troya parece poco probable, máxime cuando en una ocasión cita a Hesiodo, que vivió entorno al 700 a.C. De hecho muchos expertos modernos pensaron que podría no haber existido nunca más que como personaje mitológico-legendario, e incluso se llegó a sugerir que el propio Filón de Biblos habría sido el auténtico autor de la obra, atribuyéndola a un escritor antiguo para hacerla más creible.
Eusebio también cita al propio Filón:
Siendo estas cosas así, Sanjuniatón, que era un hombre de mucho aprendizaje y gran curiosidad, y deseoso de conocer la historia más antigua de todas las naciones desde la creación del mundo, buscó con gran cuidado la historia de Tauto, sabiendo que de todos los hombres bajo el sol Tauto fue el primero que pensó en la invención de las letras, y comenzó a escribir los registros; y puso los cimientos de su historia, por así decirlo, empezando por él, a quien los egipcios llamaban Thoyt y los alejandrinos Thot, traducido por los griegos como Hermes (Eusebio de Cesarea, Praeparatio Evangelica I-IX)

Pero en 1952 el teólogo alemán Otto Eissfeldt, especialista en historia religiosa comparada de Oriente Próximo, demostró que el texto incorpora elementos semíticos respaldados por los textos mitológicos ugaríticos excavados en Ras Shamra, Siria, desde 1929. El consenso actual es que Sanjuniatón realmente existió y escribió su obra entre los tiempos de Alejandro Magno y el siglo I a.C.
Existen varias ediciones que compilan los fragmentos de la obra de Sanjuniatón extraídos de Eusebio, aunque no hemos podido encontrar una traducción al castellano.
Tampoco pudimos hallar una traducción disponible de la Praeparatio Evangelica, y utilizamos la inglesa de E.H.Gifford, que es de dominio público (véase enlace en las fuentes). Los fragmentos de Sanjuniatón se encuentran principalmente en el libro X.
FUENTES
Eusebio de Cesarea, Praeparatio Evangelica
Sanjuniatón, Historiarum Phoeniciae
Sanjuniatón, The Theology of the Phoenicians: from Sanchoniatho
Ignasi Vidiella Puñet, Homero en la Praeparatio Euangelica de Eusebio de Cesarea
Wikipedia, Sanjuaniatón
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