Si el mundo cristiano tiene en la festividad de San Antonio Abad, que se celebra el 17 de enero, un día en el que honrar a sus mascotas (porque ese santo es el patrón de los animales), en el norte del subcontinente indio se celebra algo parecido en otoño: el Tihar, en el que los protagonistas son algunas especies -unas domésticas pero otras no-, aunque los fastos no se reducen a un único día sino que se desarrollan a lo largo de cinco jornadas, en fechas cambiantes según el calendario lunar.
En realidad, el Tihar no se extiende por toda esa región sino únicamente por la parte noreste, concretamente en los estados de Sikkim y Assam, más el distrito de Darjeeling. Es decir, los territorios fronterizos con Nepal, que es el país donde más fuerza adquiere. De hecho, lo viven con especial intensidad los newar, un pueblo del valle de Katmandú, que lo denominan Swanti, y los madheshi, otro pueblo compuesto por diversas etnias y castas que habita en Terai (entre Bihar, Uttar Pradesh y Bengala Occidental) y le dan el nombre de Deepawali.
Otra denominación que se le suele dar, ésta de carácter popular, es festival de las luces, a causa de las diyas que se dejan encendidas tanto en los hogares como en sus puertas; las diyas son lámparas de aceite típicas de la zona, que también se utilizan en otras fiestas como el famoso Diwali o el Karthikai Deepam. En cualquier caso, aunque no se trata de la fiesta más destacada del año para los nepaleses porque esa distinción se la lleva el Dasain (quince días, también otoñales, a caballo entre septiembre y octubre, que paralizan el país en honor de la diosa Durga, que ayudó a Ram a derrotar al rey demonio Ravana), el Tihat es la segunda en importancia.

Tanto que mientras dura se levanta la prohibición gubernamental sobre el juego y las apuestas, terminantemente ilegales el resto del año. Claro que no es eso lo que centra la atención de la gente en tales fechas sino la puesta en práctica de una serie de costumbres y tradiciones rituales que, además de la citada de las diyas, incluye otras. Una de ellas es colocar rangoli en el suelo del salón de casa o el patio para agradar a los dioses -sobre todo a Laksmí-, a la manera de los mandalas. El rangoli o kotam es un dibujo que se hace con arroz, arena, pétalos o harina, todo de distintos colores, formando un multicromático diseño, único de cada familia; puede ser geométrico o figurativo.
Ahora bien, si hay algo que caracteriza el Tihar de forma específica es el protagonismo que adquieren algunos animales, a los que se homenajea por su contribución a mejorar la vida del Hombre y servir de nexo entre éste y las divinidades. Son los cuervos, las vacas, los bueyes y los perros, cada uno de los cuales tiene su día dedicado en el período festivo del Vikram Sambat, el mencionado calendario lunar que históricamente rige en India y Nepal (en este último país aún oficialmente vigente).
El Tihar, que en este 2018 caerá en la segunda semana de noviembre (desde el 5 hasta el 9), empieza con una jornada denominada Kaag Tihar, dedicada al cuervo ¿Por qué este ave? Porque se considera que es un mensajero del dios de la muerte, Yamaraja, señor de los espíritus y del Yamapura (inframundo) en la mitología védica; por tanto, quien mide el nivel de karma y determina la siguiente reencarnación del alma del difunto. Así, en el hinduismo el graznido del cuervo simboliza el sentimiento de tristeza y dolor fúnebres. Dejarle un plato de comida ayuda a evitar o sobrellevar esos momentos.
El segundo día se llama Kukur Tihar y el protagonismo es para los perros, cuya relación de convivencia con los humanos resulta evidente pero que además resalta el Mahabharata (un libro hindú que combina mitología y épica) con la historia de Bhairava (que para los hindúes es una manifestación de Shiva, el dios destructor del universo que forma una trinidad con Brahma, el creador, y Visnú, el preservador, mientras que para los budistas encarna a Mañjuśrī, un bodhisatva que no entra en el Nirvana porque prefiere quedarse en el mundo a ayudar a los demás). Como todos los dioses, Bhairava utilizaba un vahana o vehículo para moverse, en su caso un perro.

Asimismo, el reseñado Yamapura contaba con una pareja de canes de cuatro ojos cada uno para vigilar la entrada a Naraka (el infierno). En suma, es un animal de gran utilidad para el Hombre y los dioses, por eso se le venera en este día que, además, se considera asimilable al Naraka Chaturdashi. Éste es otro festival en el que se celebra que Krishna, ayudado por Satyabhama y Kali, derrota y mata al demonio Narakasura. En consecuencia, los perros suelen adornarse con guirnaldas y ofecérseles comidas.
Así llega la tercera jornada, el Gai Tihar, que significa Adoración de la Vaca; queda claro, pues, qué animal es el que disfruta de las atenciones. Porque aparte de los beneficios que aporta, como leche, estiércol y orina -se usa como purificadora- (y eso que no se consume su carne), a nadie se le escapará asimismo la consideración cuasi sagrada que reciben las vacas en el subcontinente indio, donde se las tiene por símbolo de prosperidad. Una ración extra de la mejor hierba es la gratificación que reciben, entre otras atenciones, mientras puertas y ventanas se decoran con guirnaldas de flores.
Este tercer día también se conoce como Laksmí Puja, ya que las lámparas de aceite que comentábamos al principio se encienden de noche precisamente para dicha diosa. ¿La razón? Laksmí es la consorte de Visnú y divinidad de la buena fortuna y se espera atraer su favor en ese sentido. Casualmente, el Laksmí Puja coincide cronológicamente con la celebración del cumpleaños de Laksmí Prasad Devkota, un poeta, dramaturgo y novelista natural de Katmandú (por cierto, el lugar donde el Tihar se celebra con más intensidad) que vivió en el siglo XX y está considerado la cumbre de la literatura nacional.
De hecho, no se trata sólo de luces pues la gente joven sale por las calles y casas, danzando y cantando piezas tradicionales denominadas bhailos (interpretadas por chicas) y deusis (por chicos,) con las que otorgan bendiciones a cambio de propinas y golosinas; entre éstas es tradicional el sel roti, una rosca típica nepalí hecha con harina, arroz y azúcar, que suele admitir rellenos variados (plátano, dulce de leche… ). Esas interpretaciones suelen consistir en narraciones acompañadas por un coro y, de un tiempo a hoy, una parte de lo recaudado se entrega a obras sociales.

El Tihar dura dos días más. En el siguiente, el Govardhan Puja, el turno de los animales homenajeados pasa al buey, otro bóvido de gran utilidad y cuyo ceremonial de respeto se divide en varias posibilidades, según el nivel cultural de los creyentes, denominándose Goru Tihar o Goru Puja (adoración del buey). Los newar tienen su propia pompa, la Mha Puja. En algunos sitios se adora a la montaña Govardhan haciendo una de estiércol adornado. Además, esta jornada hace las veces de año nuevo en el calendario lunar Nepal Sambat, reinstitucionalizado por el gobierno en 2011.
Finalmente, llega el Bhai Tika, expresión que se refiere al tika o tilaka que las chicas ponen en la frente a sus hermanos para que tengan buena suerte en la vida y agradecerles su protección. Es una marca vertical que se hace con polvo de colores o pasta de sándalo desde el nacimiento del cabello hasta la nariz. La tradición remonta su origen al tilaka que le hizo la diosa Yamuna a su hermano Yamaraja para darle las gracias por un regalo; desde entonces, Yamaraja evita la muerte de cualquiera que reciba el tilaka esa jornada.
Conmemorando ese episodio mitológico, tras el agasajo de ellas (que rezan y les aplican a ellos aceite en el pelo antes de un tilaka de siete colores en la frente), los hermanos intercambian objetos, estrechado así su vínculo familiar. Las jóvenes newar también usan ese signo pero, además, practican el sagan, una ceremonia habitual de las grandes ocasiones (bodas, cumpleaños, inicio de viajes…) que consiste en propiciar buena suerte entregando al sujeto alimentos que metaforizan la doctrina tántrica: huevos cocidos, pescado ahumado, carne, pastel de lentejas y vino de arroz. Tampoco faltan los mandalas, las guirnaldas floreadas y el janai, un cordón sagrado similar al upavita hindú que se ata alrededor del cuerpo.
Fuentes
Tihar Festival (Public Holidays)/History, Culture and Customs of Sikkim (J.R. Subba)/Living Our Religions: Hindu and Muslim South Asian American Women Narrate Their Experiences (Anjana Narayan y Bandana Purkayastha)/Lumbini Media/Welcome Nepal (web oficial de turismo de Nepal)/Wikipedia
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