Cuando llamamos a un taxi no estamos únicamente solicitando un servicio de transporte; implícitamente, evocamos el apellido de una ilustre familia aristocrática de origen germano que recibió el privilegio de explotar en monopolio los servicios postales del Sacro Imperio Romano Germánico a finales de 1489. Al menos eso es lo que dice la versión popular sobre el origen de la palabra, pues hay otra como veremos, pero el caso es que ese linaje se ocupó del correo de media Europa durante siglos.

Etimológicamente, decía, hay una segunda teoría acerca de la procedencia del término taxi. Se remontaría a una fecha más reciente, 1907, y no estaría vinculada a un apellido sino al concepto de tasa, que en la antigua lengua germana se decía taxanom que, a su vez, derivaba del latín medieval taxa (impuesto, cargo). Esta explicación se acercaría más a la función real, ya que no tendría que ver con el transporte de mensajería sino con el de personas; sin embargo, obvia que Francesco de Tassis creó el primer servicio de coches de postas, a instancias del emperador Maximiliano, a finales del siglo XV.

Y es que en la Inglaterra victoriana y eduardiana la palabra se habría adaptado como taxicab para referirse a los coches de caballo descapotables que se usaban como transporte urbano y luego habría cruzado el Atlántico para llegar a EEUU. Allí, en el año citado, Harry Nathaniel Allen fundó una compañía denominada The New York Taxicab Company con una flota de medio millar de vehículos de gas a los que los usuarios llamaban taxis para simplificar. Los clásicos colores amarillo y negro de los taxis neoyorquinos también evocan los de su heráldica.

Escudo de armas de la familia Della Torre e Tasso/Imagen: Massimop en Wikimedia Commons

Sea cual sea la versión correcta, aquí vamos a echar un vistazo a la historia de la Fürstenhaus Thurn und Taxis. Fürstenhaus es la expresión alemana para referirse a Casa Principesca, lo que ya es un indicativo del rancio abolengo de la familia. Eso sí, procedente de Italia, ya que originalmente era lombarda; para ser exactos de Camerata Cornello, Bérgamo, donde vivía en el siglo XII apellidándose Della Torre e Tasso; tasso significa tejón, en alusión a ese mustélido, que era el icono de su escudo de armas.

En realidad, ni siquiera eran de allí porque en esa localidad se instalaron procedentes de Almenno, en el valle de Val Brembana, de donde tuvieron que huir en el contexto de las guerras entre güelfos y gibelinos, que en Almenno encarnaban respectivamente los Colleoni y los Suardi. Menos de un siglo después Bérgamo fue conquistado por el poderoso Milán de los Visconti, que mantendrían el poder hasta mediados del siglo XV. Pero antes de que los Sforza impusieran su dominio, Omodeo Tasso hizo entrar a su linaje en la Historia por algo más que la sangre azul.

Hacia el año 1290 reunió a una treintena de parientes y fundó la Compagnia dei Corrieri. Es fácil de traducir: la Compañía de Correos, encargada de las comunicaciones de mensajería entre los territorios milaneses y las otras grandes potencias itálicas, Roma y Venecia. Funcionaba con un sistema de jinetes llamados bergamaschi que recorrían al galope las distancias entre ciudades llevando cartas, de manera análoga a lo que sería el Pony Express en el Far West americano decimonónico y anunciaban su llegada tocando un cuerno (que sería adoptado como logotipo postal). Tan eficaces eran que contaron con el mecenazgo de príncipes y el mismísimo Papa.

Hemos visto que las guerras entre güelfos y gibelinos determinaron el futuro de la familia. Habían empezado en el año 1154 (antes si se cuenta la guerra civil por el trono imperial), cuando Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, consideró que tenía derecho sobre los territorios septentrionales italianos, que la Santa Sede reclamaba como suyos. A los partidarios imperiales se los llamó gibhellini (término derivado del castillo de Waiblingen, propiedad de los Hohenstaufen de Suabia) y a los papales guelfi (de la Casa de Welf, Baviera).

Francesco de Tassis recibe una carta del emperador Federico III/Imagen: Karmakolle en Wikimedia Commons

La contienda se alargó durante dos siglos y en 1443, cerca de cien años después de quedar por fin olvidada, el emperador Federico III de Habsburgo (conocido como el Pacífico en contraposición a su padre, que era el Férreo) incorporó a Ruggiero de Tassis a su corte. Ruggiero fue quien reorganizó la compañía, abriendo nuevas líneas de comunicación en los territorios del Imperio. Así, en 1450 enlazó Bérgamo y Viena; en 1460, Italia con Innsbruck y Estiria; y en 1480, Viena con Bruselas. El éxito del servicio fue tal que le nombraron caballero y gentilhombre de Cámara. Nueve años más tarde Jannetto de Tassis asumió la jefatura en Innsbruck del bautizado como Kaiserliche Reichspost, recibiendo el privilegio de explotar en régimen de monopolio el servicio en todo el Sacro Imperio.

Al poco, en 1502, su hermano Francesco fue puesto al frente del sistema postal de Felipe el Hermoso, el hijo del emperador Maximiliano I y duque de Borgoña que, merced a su matrimonio con Juana de Trastámara, ascendería al trono de Castilla. Entonces también le nombró Correo Mayor en España, donde se abrieron varias estafetas que enlazaban con Bruselas: quince días desde Granada, doce desde Toledo y siete desde Burgos. No obstante, las relaciones entre Francesco y Felipe fueron tormentosas por la impuntualidad de los pagos y Francesco decidió abrir a todo el público el servicio, en vez de limitarlo a los gobernantes.

En 1516, se instaló con su familia en el Ducado de Brabante, continuando su trabajo para los Habsburgo. Eso significaba atender no sólo el Sacro Imperio sino también Flandes y los dominios españoles, conectando Bruselas, España y Nápoles. La ruta original era pasando por Namur, Bastogne, Lieser, Wöllstein, Rheinhausen y Augsburgo hasta Innsbruck y Trento pero, en cierta forma, Francesco fue el precursor del futuro Camino Español (el itinerario empleado por los Tercios en sus marchas) al buscar una alternativa para comunicar los Países Bajos con Génova a través de los Alpes cuando la hostilidad francesa impedía atravesar su territorio.

Carlos V continuó lo iniciado por su padre y abuelo y nombró a Giovanni Battista de Tassis, hijo de Jannetto, para dirigir el Kaiserliche Reichspost en 1520. En la Península Ibérica le nombró Cartero Mayor de Castilla y del Reino, ordenando que se le facilitaran caballos y víveres a precios razonables, aunque los castellanos exigieron en las Cortes de 1514 que «no se diese a extranjeros oficios ni beneficios ni dignidades ni gobiernos ni cartas de naturaleza»; también hubo oposición en Aragón y Andalucía pero la Corona zanjó todos los pleitos amenazando con fuertes sanciones a quienes practicasen el oficio sin permiso de los beneficiarios.

Palacio de los tassis en Bruselas, 1686/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Los Tassis agradecieron esa confianza con su lealtad, plasmada en la divisa Perpetua fide. Claro que ayudaba que se pagasen once mil ducados de oro al año (seis mil en España, cuatro mil en Nápoles y mil en Flandes), pero con el tiempo se españolizaron: cuando estaba ausente, Francesco delegaba en su sobrino Bautista y sus hermanos Mateo y Simón, a quienes se concedió la ciudadanía; con el tiempo, los miembros de la familia nacieron plenamente españoles, siendo el primero de Juan de Tassis y Acuña, conde de Villamediana. Su hijo, Juan de Tassis y Peralta, fue quien abrió estafetas por toda la península -incluyendo Portugal- y, ya reinando Felipe II, puso en funcionamiento un sistema de mulas de alquiler en Madrid, antecedente primigenio de los taxis como medio de transporte personal (posteriormente pasaron a ser literas de mano, para ahorrarse el impuesto dobre animales de tiro).

A finales del siglo XVI Rodolfo II confirmó el monopolio, que a partir de 1615 pasó a ser hereditario y de esa forma siguió en manos de la familia a lo largo de siglos, superando las guerras y conflictos que asolaron el continente o la progresiva disgregación del Sacro Imperio, que hizo que los estados protestantes creasen sus propios servicios postales. El sucesor de Rodolfo, su hermano Matías, ordenó abrir una segunda ruta que partiendo desde Colonia llegase a Bohemia pasando por Frankfurt, Aschaffenburgo y Nuremberg (luego extendida a Leipzig y Hamburgo). Llegaron a tener una plantilla de veinte mil personas, logrando que una carta entre Bruselas y París tardara sólo treinta y seis horas en entregarse, o que se pudiera enviar un mensaje de la ciudad flamenca a Nápoles en menos de dos semanas.

Como se puede apreciar, el área de actividad de la Compagnia dei Corrieri se iba desplazando hacia tierras centroeuropeas, alejando a los Tassis progresivamente de sus raíces italianas. La concesión en 1624 de la categoría de grafen (condes) supuso la transformación definitiva. Así, en 1650 cambiaron su apellido para germanizarlo, pasando a ser los Thurn und Taxis (Thurn venía de la rama Tour, que se había establecido en Francia). Fue el emperador Leopoldo I el que los elevó aún más distinguiéndolos como Fürstenhaus (recordemos, Casa Principesca) en 1695.

El castillo de St. Emmeram, antigua abadía/Imagen: Dr. Bernd Gross en Wikimedia Commons

Pero la entrada en el siglo XVIII cambió las cosas. Era el fin de la Edad Moderna y el comienzo de la Contemporánea, se difundían las ideas ilustradas y los Habsburgo perdían su primacía europea frente a los Borbones en paralelo al desplazamiento de España por Francia. El Antiguo Régimen aún perduraría hasta fines de la centuria pero las estructuras de gobierno cambiaron: los servicios fueron centralizados por el Estado y, de esa forma, la familia tuvo que decir adiós a su negocio, adquirido por la nueva dinastía instalada en el trono español. Incluso trasladaron la sede de Bruselas a Frankfurt.

En cambio, los Taxis también fueron refrendados en Austria en 1746, tras la guerra de sucesión de ese país desatada por la muerte de Carlos VII. Aunque ellos apoyaron al otro candidato, al final se impuso Francisco I de Lorena, que consideró indispensable aquel servicio postal y les devolvió su monopolio. Lo mantuvieron en los territorios alemanes con sede en Ratisbona (allí tenían su feudo particular, el castillo de San Emmeram) hasta que Francisco II disolvió el Sacro Imperio para impedir que el imparable Napoleón (que acababa de derrotar a su ejército), se quedase con la corona, convirtiendo al príncipe Karl Alexander von Thurn und Taxis en el último director de correos.

Eso fue en 1806. Las guerras napoleónicas habían hecho perder a la familia las enormes riquezas acumuladas y ya sólo conservaban la compañía en Frankfurt, redenominada Thurn-und-Taxis Post. Desde allí, con el apoyo del Congreso de Viena, ofrecían un servicio postal privado en los estados de Baviera, Baden, Baja Sajonia, Hesse, Renania y Wurtemberg en el que, a partir de 1849, empezaron a utilizar aquel exitoso invento inglés aparecido nueve años antes, el sello.

Sello conmemorativa del V Centenario de la llegada de los Tassis a España

Esa etapa duró hasta 1866, en que la compañía fue comprada por Prusia tras la caída de la Ciudad Libre de Frankfurt. Los Thurn und Taxis regresaron a su castillo de San Emmeram e iniciaron una nueva vida desvinculados ya de su ancestral empresa.

Siguieron en el candelero por otras razones. Por ejemplo, la Princesa de Hohenlohe, Marie de Thurn y Taxis, fue anfitriona del escritor Rainer Maria Rilke, que le dedicó su obra Elegías de Duino, un libro de poemas que debe su título al castillo donde ella le alojó entre 1911 y 1912 para ayudarle a recuperarse de una depresión. Asimismo, varios miembros del clan, que poco a poco recuperó su fortuna y renombre, ingresaron en la Orden de Malta. Y cabe resaltar que tuvieron una importante fábrica de cerveza hasta que se la vendieron al Grupo Paulaner en 1996, aunque todavía se elabora una marca Thurn und Taxis.

En los años setenta del siglo XX el apellido fue asiduo de la prensa rosa por formar parte de aquello que se llamó la jet set. El príncipe Johannes se casó con la condesa Mariae Gloria de Schönburg-Glauchau y ambos llevaban una vida de fiestas y diversión que a ella le hicieron ganarse el apodo Princesa TNT. Eran otros tiempos, desde luego.



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