No hace falta viajar por el espacio para que cuando uno regrese se encuentre desubicado por el número de años transcurridos desde la partida. Le pasó a un francés llamado Guillaume Le Gentil aquí, en nuestro planeta, aunque lo irónico es que parte de la culpa la tuvo, sí, el cosmos; concretamente el tránsito de Venus. Le Gentil partió en marzo de 1760 y cuando volvió habían pasado once años, encontrándose que se le daba ya por muerto. Veamos esta singular historia.

Guillaume Joseph Hyacinthe Jean-Baptiste Le Gentil de la Galaisière nació en 1725 en el seno de una familia de la pequeña nobleza rural de Coutances, un pueblo de la Baja Normandía que en 1944 sería arrasado por las bombas durante la Operación Overlord (de hecho, está muy cerca de Cotentin, donde se encuentra la Playa de Utah, una de los escenarios del famoso desembarco en la Segunda Guerra Mundial). En el siglo XVIII, sin embargo, era un lugar bastante tranquilo, casi idílico, pues el alcalde local, el barón Duhamel, había llevado a cabo una actuación urbanística que dotó al sitio de amplias y cómodas avenidas.

El joven Guillaume no fue muy original en su proyecto de vida e inicialmente se orientó hacia la profesión religiosa, pensando tomar los hábitos y, de hecho, estudió teología con los jesuitas parisinos. No obstante, su admiración por su profesor Joseph Nicolas Delisle, famoso astrónomo y cartógrafo, hizo que se decantara por la astronomía, ciencia en la que se labró un nombre gracias a un esforzado trabajo que le llevó a hacer algunos descubrimientos importantes.

Esquema de las órbitas de Venus y la Tierra/Imagen: Theresa Knott en Wikimedia Commons

Fue el caso, en 1747, de la Nebulosa de la Laguna, situada en la Constelación del Cisne (Cygnus) y a la que también se conoce como M8 (Messier 8) e incluso Le Gentil 3; también, dos años después, de la galaxia elíptica M32, situada en la Constelación de Andrómeda, y el cúmulo abierto M38 (un cúmulo abierto es un grupo de estrellas asimétrico, sin orden).

Le Gentil ingresó en la Académie des Sciences en 1753, por lo que era un científico reputado en 1760, cuando el ruso Mijaíl Lomonósov, célebre por haber fundado la primera universidad de su país, empezó a planear una expedición internacional con la misión de medir la distancia entre la Tierra y el Sol, para lo cual era necesario observar el tránsito de Venus desde diferentes puntos de nuestro planeta. Con ese fin reunió un equipo de más de un centenar de astrónomos que debían repartirse por el mundo.

El tránsito de Venus es el paso de dicho planeta entre el Sol y la Tierra. Aunque lo hace de forma regular, sólo ocurre dos veces en 8 años hasta el siglo siguiente y el proceso apenas dura entre 5 y 8 horas. El último par de tránsitos había sido en 1631 y 1639, con lo cual se esperaba el próximo con ansia. Sería en 1761 y se presentaba como una oportunidad única para conocer con exactitud la referida distancia entre la Tierra y nuestra estrella, tal como había propuesto en 1718 el prestigioso Edmund Halley.

La Guerra de los Siete Años. En azul, Gran Bretaña y sus aliados; en Verde, Francia y los suyos/Imagen: Gabagool en Wikimedia Commons

Por eso los gobiernos de toda Europa, en plena Ilustración, organizaron expediciones para llevar a cabo la observación del fenómeno. Gran Bretaña, por ejemplo, envió una a la isla de Santa Helena y otra a Sumatra mientras Francia preparaba cuatro nada menos, sumando un total de treinta y dos personas: a Siberia, Viena, Isla Rodrigues (en las Mascareñas, Mauricio) y la India. A esta última fue a la que se sumó Le Gentil, saliendo de París en marzo de 1760 para embarcarse en Lorient a bordo de un navío de línea llamado Berryer y arribar a Ille de France (actual Mauricio) cuatro meses después.

Como el tránsito estaba previsto para el 6 de junio del año siguiente, Le Gentil consideraba que tenía un margen de tiempo suficiente para llegar a Puducherry, una ciudad india ubicada en la zona meridional del subcontinente, de etnia tamil y que hoy es famosa porque allí nació el director de cine M. Night Shyamalan (el que hizo El sexto sentido, Señales y La vida de Pi). Entonces se encontraba bajo dominio francés y era el punto desde donde el astrónomo pensaba realizar sus observaciones.

Sin embargo, hubo un obstáculo con el que no contó: la ciencia podía unir a personas de distintos países pero la política las separaba y en 1754 había estallado un conflicto entre Francia y Gran Bretaña -entre otros beligerantes- que pasaría a la historia con el nombre de Guerra de los Siete Años. Sus causas estaban fundamentalmente en el control de los territorios de ultramar por el cual rivalizaban, de ahí que los principales teatros de operaciones se situaran en América del Norte y Central pero también hubo choques en África y Asia.

James Cook poco antes de su famoso primer viaje a Tahití (Nathaniel Dance-Holland)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En este último continente el problema para Le Gentil se centró precisamente en la India, donde los británicos no estaban dispuestos a permitir la expansión gala y azuzaron a los príncipes locales a alzarse en armas contra la presencia francesa. Las tropas de este país, mandadas por Joseph François Dupleix, lograron adueñarse de Calcuta pero como Luis XV no deseaba embarcarse en una guerra larga y costosa, optó por no enviar refuerzos tan lejos y dejar que Dupleix se las arreglara sólo. El resultado fue que el general británico Robert Clive se impuso en lo que se denominó las Guerras Carnáticas, apoderándose de toda la India.

Ello provocó que Puducherry cambiase de manos y Le Gentil, que zarpó de Île de France en marzo de 1761 y ya había visto retrasada su llegada cinco semanas por el ataque de un barco inglés y un temporal, se encontró con que no podía alcanzar su destino. Su barco, la fragata Sylphide, se vio obligado a dar media vuelta, emprendiendo el regreso. Todavía estaba navegando cuando llegó el 6 de junio; como el movimiento imposibilitaba hacer observaciones con precisión, pese a lo despejado del cielo, al astrónomo galo se le escapó la oportunidad entre las manos.

No habría otro tránsito de Venus hasta dentro de ocho años pero, aún así, el frustrado francés decidió que se quedaría por esas latitudes hasta entonces. Empleó el tiempo en cartografiar la costa oriental de Madagascar y recorrió el Índico buscando el punto idóneo para la observación de 1769, para la que se volvieron a organizar numerosas expediciones; la más famosa fue la que dirigió James Cook a bordo del HMS Endeavour a Tahití, en la que la parte científica estaba a cargo del ilustre Joseph Banks.

Retrato anónimo de Juan Cayetano de Lángara y Huarte/Imagen: CC0 en Wikimedia Commons

Finalmente el paso por Mauricio del buque español Buen Consejo hizo que Le Gentil decidiera ir a observar el tránsito de Venus a Manila, la capital de la Capitanía General de Filipinas, integrada en el Virreinato de Nueva España. Durante la guerra había caído en poder británico pero efímeramente, ya que los españoles la recuperaron en 1763 por el Tratado de París. Por cierto, se supone que, durante aquella ocupación, los británicos se llevaron numerosos mapas que sirvieron a Cook para «descubrir» tierras ya reseñadas por los marinos españoles.

El Buen Consejo estaba mandado por el capitán Juan Cayetano de Lángara y Huarte, quien, como todos los marinos españoles de su tiempo, además de militar era un consumado matemático y cartógrafo; llegaría a ser Capitán General de la Armada y Ministro de Marina. Le Gentil le conocía personalmente porque había estudiado matemáticas con él en París pero a pesar de que, a instancias suyas, el francés hizo una demostración de buena fe calculando la posición cartográfica exacta de Manila, dadas las circunstancias las autoridades hispanas recelaban de cualquier extranjero, por sistema sospechoso de espía, así que le denegaron el permiso para permanecer en Filipinas.

El astrónomo barajó otras posibilidades, como las Islas Marianas; sin embargo, éstas también eran posesión española y terminó descartándolas (hizo bien porque el navío que le iba a llevar allí naufragó). Entonces optó por embarcarse en un barco portugués que viajaba a la India; puesto que el mencionado acuerdo de paz también había devuelto Puducherry a Francia, Le Gentil viajó hasta la ansiada ciudad desembarcando en marzo de 1768. El año restante hasta la fecha del tránsito, el 4 de junio de 1769, lo dedicó a edificar un observatorio y a colaborar en la reconstrucción del lugar… y de nuevo se llevó una enorme decepción.

Los días inmediatamente anteriores habían sido claros pero esa mañana amaneció con el cielo cubierto y las nubes no se marcharon en toda la jornada, impidiéndole ver nada. Dicen que fue presa de una desesperación tal que bordeó la depresión, aunque finalmente se recuperó y decidió regresar a su país. Ahora bien, la adversidad volvió a jugársela: primero enfermó de disentería, lo que retrasó su marcha otros nueve meses, y después su barco se vio envuelto en un tifón que le impidió seguir más allá de Île Bourbon (actual Isla Reunión).

El puerto de Poducherry en la segunda mitad del siglo XVIII/Imagen: dominio público en Wikimedia commons

Tras un tiempo de espera, logró pasaje en un buque español que completó la travesía ya sin problemas, de manera que Le Gentil, tras cruzar la Península Ibérica, pisó París en octubre de 1771. Lo que tenía que haber sido motivo de alegría no lo fue. Habían pasado once años y medio sin que nadie tuviera noticias suyas, ya que las cartas que envió se perdieron por el camino entre los avatares de la guerra y los naufragios; consecuentemente, se había declarado legalmente su fallecimiento, designado a otro científico para ocupar su plaza en la Real Academia Francesa de Ciencias y repartido sus bienes entre los familiares.

De hecho, incluso su esposa se había vuelto a casar al no saber nada de él. Le Gentil, indignado, abrió un proceso jurídico para recuperar su patrimonio y su puesto de académico. El litigio fue largo y la sentencia no le fue del todo favorable, ya que los jueces dieron la razón a sus herederos y salieron a la luz sus trabajos para una potencia extranjera (España), además de unas acusaciones de enriquecimiento ilícito en Mauricio. Sólo la intervención personal de Luis XV permitió que le devolvieran el dinero que quedaba y le hicieran un hueco en la Academia, lo que suponía al menos una garantía de ingresos para vivir con cierta holgura. Dejando atrás aquella pesadilla, contrajo matrimonio otra vez con una vieja amiga, tuvieron una hija y vivieron felices dos décadas, alojados en el Real Observatorio de París.

Le Gentil murió el 22 de octubre de 1792, poco después del triunfo de la Revolución Francesa y de la proclamación de la república. Dejaba como legado sus descubrimientos astronómicos, ampliados con las observaciones que hizo sobre los avanzados conocimientos sobre el tema que había en la India, donde predecían eclipses ya en el siglo V con más precisión que los europeos de su época. También dejó una obra sobre aquella aventura vivida, que recordaba un poco a La Odisea; su título fue Voyage dans les mers de l’Inde, fait par ordre du Roi, à l’occasion du passage de Vénus, sur le disque du Soleil, le 6 juin 1761 & le 3 du même mois 1769 (Viaje a los mares de la India, realizado por orden del Rey, con ocasión del tránsito de Venus, sobre el disco Solar, el 6 de junio de 1761 y el 3 del mismo mes de 1769).


Fuentes

Chasing Venus. The race to measure the heavens (Andrea Wulf)/A short history of nearly everything (Bill Bryson)/Transits of Venus, from the first observed A.D.1639 to the transit of A.D.2012 (Richard A. Proctor)/Universal. A journey through the Cosmos (Brian Cox y Jeff Forshaw)/Voyage dans les mers de l’Inde, fait par ordre du Roi, à l’occasion du passage de Vénus, sur le disque du Soleil, le 6 juin 1761 & le 3 du même mois 1769 (Guillaume Le Gentil)/Wikipedia


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