La incineración del cuerpo de los difuntos es hoy una práctica aceptada dentro de la fe cristiana, pero sigue rodeada de una cierta controversia. El rito de la inhumación mantiene su peso histórico y aunque cada vez más personas optan por la incineración, las reticencias perduran. Son muchos siglos de doctrina vinculada al Antiguo Testamento. El cuerpo, dicen las escrituras, se hizo de barro y cuando muere debe volver a la tierra. Por eso la destrucción del cuerpo por el fuego topó durante cientos de años con una oposición férrea.

El tiempo, sin embargo, ha dado paso al cambio. El primer avance se dio en 1963, cuando el Vaticano elaboró un documento que abrías las puertas a las cremaciones. El texto aconsejaba la costumbre de sepultar a los muertos, pero reconocía que la cremación no contraviene ninguna regla ni impide la administración de los Sagrados Sacramentos.

La evolución del pensamiento católico ha respondido a una realidad social: la incineración es una práctica cada vez más aceptada porque responde a criterios ecológicos y permite ahorrar espacio en los cementerios. También es una opción económica: el precio de una cremación depende de la provincia y de los servicios que incluya, pero suele ir desde los 400 a los 700 euros.

En la actualidad, la incineración en España está ya presente en el 40% de los servicios funerarios. Según las previsiones del sector, dentro de 8 años la cifra de cremaciones podría superar el 60%.

Asesoramiento

Uno de los problemas con los que se topa el sector funerario en España en torno a las incineraciones es el desconocimiento. Por eso empresas como efuneraria, la primera funeraria online en España, están haciendo un esfuerzo de concienciación sobre los procesos de cremación y todo lo que implican.

Las personas todavía tienen muchas dudas respecto al tiempo de incineración de un cadáver, la recuperación de las cenizas y el tipo de urna más adecuado. También muestran inquietud sobre el destino final de las cenizas: columnario, nicho o panteón familiar, domicilio, esparcimiento al aire libre, etc. Cualquier duda de este tipo puede consultarse vía telefónica o a través de internet. Lo importante es que la familia cuente con toda la información necesaria y decida según su propio criterio.

Una práctica milenaria

La incineración de los difuntos ha sido y sigue siendo una práctica habitual en multitud de culturas. Ya en el neolítico se producían cremaciones y la práctica se mantuvo en la época griega y romana. Los primeros cristianos repudiaban este procedimiento y tampoco se aceptaba en la cultura musulmana y judía, donde la prohibición de mantiene. El hinduismo, por el contrario, le otorga un carácter simbólico. Los cadáveres son quemados al aire libre y las cenizas se lanzan al río Ganges. El humo que desprende el cuerpo durante el proceso de incineración se interpreta con un vínculo de unión entre el fallecido y las divinidades.

En octubre de 2016, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano elaboró un documento que ratifica su posición favorable a la inhumación. Sin embargo, no ve razones doctrinales para impedir las incineraciones, siempre y cuando las cenizas se depositen en lugar sagrado.


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