El 21 de junio de 1851, Londres acogió una partida de ajedrez entre dos de los grandes maestros del momento: el alemán Adolf Anderssen y el estonio Lionel Kieseritzky. Ambos participaban en lo que era el primer campeonato del mundo, pero esa partida no formaba parte de la competición sino que era un mero entretenimiento entre ambos, a pesar de lo cual ha pasado a la Historia de ese deporte con nombre propio debido a su belleza: la Inmortal.

El nombre es adecuado porque desde entonces no sólo se ha estudiado y puesto como ejemplo de la conocida como Escuela Romántica, aquella que se desarrolló especialmente entre los años 1830 y 1880 y que buscaba deleitar al aficionado con combinaciones imaginativas y continuos ataques/contraataques, sin margen para la especulación y en aras de la espectacularidad, sino que además se ha reproducido muchas veces en libros y películas.

¿Recuerdan la escena? Un ascensor sube por la fachada exterior de la Tyrell Corporation, empresa de ingeniería genética. A bordo va a J.F. Sebastian, ayudante de Eldon Tyrell, dueño de la compañía y diseñador de los replicantes Nexus 6, uno de los cuales, Roy Batty, fuerza a Sebastian a llevarle ante su creador para convencerle de que prolongue su fecha de caducidad.

Tyrell sólo es accesible de una forma: asombrándolo con una jugada maestra en la partida de ajedrez que juega a distancia con Sebastian. Roy es quien idea la estrategia y quien dicta el movimiento: reina a alfil seis; jaque. El movimiento es tan fascinante que, en efecto, atrae la atención de Tyrell, quien responde: caballo por reina. Entonces Sebastian, a instancias de Roy, da el golpe definitivo: alfil a rey siete; jaque mate. Su jefe, asombrado, cae en la trampa y le abre la puerta para discutirlo… y no cuento más por si alguien no ha visto la película.

Blade Runner le rindió así un pequeño homenaje a la Inmortal pero, como decía antes, no es el único caso. El cortometraje The Immortal Game. The movie, dirigido por Michael Mertineit y su compañía Frame of by Frame, muestra el desarrollo de la partida contextualizándolo en la batalla de Waterloo y hay unos cuantos libros que también la analizan; incluso novelas y videojuegos la introducen en sus tramas, como The Inmortal Game o Dragon Age Inquisition respectivamente. A veces con errores, por cierto.

Lionel Kieseritzky/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Karl Ernst Adolf Anderssen había nacido en 1818 en Breslavia (por entonces una ciudad alemana, hoy la polaca Wroclaw) y allí vivió la mayor parte de su vida junto a su madre y su hermana, pues ni él ni ella se casaron nunca. Estudió matemáticas y filosofía en la universidad, empleándose como profesor de aritmética, pero su gran pasión era el ajedrez, que su padre le había enseñado cuando era niño, antes de morir. El joven Anderssen se interesó por el tema cada vez más, leyendo tratados ajedrecísticos pero sin alcanzar un nivel notable porque su trabajo no le dejaba apenas tiempo.

De hecho, no empezó a llamar la atención en el mundillo hasta que cumplió 24 años, debido a un libro que publicó sobre problemas de ajedrez; era el año 1842 y eso le abrió algunas puertas, iniciándose en los torneos. Confirmó esa eclosión seis años después, tras ganarle una partida a Daniel Harrwitz, un jugador profesional de su ciudad célebre por jugar a ciegas, y recibir por ello una invitación para tomar parte en el primer campeonato mundial que se celebraría en Londres en 1851.

Dado que no tenía recursos suficientes para el viaje y la estancia, Howard Stauton se ofreció a devolverle el dinero si regresaba sin obtener ningún premio. Stauton era un maestro ajedrecista y escritor especializado en el tema cuyo apellido sirvió para bautizar el diseño de piezas que se usan hoy. Anderssen aceptó la oferta, fue a la capital británica y se hizo con el triunfo tras vencer a todos sus oponentes, entre ellos algunas de las grandes figuras del momento como el húngaro József Szén, el inglés Marmaduke Wyvill o el propio Stauton.

La Inmortal / imagen Karophyr en Wikimedia Commons

También derrotó a Lionel Kieseritzky. Era un estonio natural de Tartu, donde había nacido en 1806 y que, al igual que su contrincante, enseñaba matemáticas. O lo hacía hasta que en 1839 se instaló en París para dedicarse al ajedrez profesionalmente. Eso significa que editaba una revista temática, La Regence, impartía clases y jugaba partidas a cinco francos la hora en un popular café (que también se llamaba La Regence); a veces, si enfrente tenía rivales menores, renunciaba de inicio a la dama para compensar y que el juego estuviera más disputado.

Kieseritzky se convirtió en un maestro y escribió tratados teóricos, siendo tan admirado como detestado por su soberbia, que le llevaba a autoproclamarse «Mesías del ajedrez» y otros delirios extravagantes. Sin embargo, esa difícil personalidad, que después se supo que era debida a una enfermedad mental, no le impidió reconocer deportivamente su derrota ante Anderssen en primera ronda. Curiosamente, las partidas del torneo no trascendieron tanto como la Inmortal, que jugaron ambos durante un descanso a manera de entretenimiento.

Lo que la caracterizó sobre todo fue que Anderssen, que jugaba con blancas, sacrificó una considerable cantidad de piezas en una táctica tan audaz como arriesgada: un gambito de rey en el que se dejó comer, sucesivamente, un alfil (jugada 11), las dos torres (jugada 18) y la dama (jugada 22) pero logró imponerse con las restantes a un rival que sólo había perdido tres peones, algo que para los expertos no tenía paralelo en la historia del ajedrez. Y a pesar de tratarse de una partida informal, Kieseritzky quedó tan impresionado que mandó un telegrama a su revista, que publicó un artículo explicando cómo fue todo.

La Siempreviva / imagen Winston365 en Wikimedia Commons

El nombre de La Inmortal (en inglés Inmortal Game) se lo pondría más tarde, en 1855, el maestro austríaco Ernst Falkbeer, un abogado reconvertido en periodista nacido en 1819 en Brünn (actual Brno, en la República Checa) y uno de los grandes teóricos de ese deporte. Falkbeer, que solía escribir columnas sobre ajedrez (primero en la revista que fundó, Wiener Schachzeitung y cuando ésta cerró -sólo duró unos meses- en The Sunday Times y New Illustrated Newspaper), había participado en el torneo de Londres y quedó tan fascinado como los demás, de manera que tuvo la afortunada ocurrencia de bautizar la partida para la posteridad.

Anderssen reincidió en 1852 protagonizando otra fascinante partida, informal como la anterior. Esta vez fue ante Jean Dufresne, otro periodista germano que ante su fracaso como novelista se volcó en escribir libros de ajedrez: su manual Kleines Lehrbuch des Schachspiels, más conocido como Der Kleine Dufresne, es decir, El Pequeño Dufresne, está considerado la mejor obra teórica escrita sobre el tema.

El duelo tuvo lugar en Berlín y, en él, el célebre campeón volvió a sacrificar importantes piezas -aunque no tantas como en la Inmortal– para conseguir una victoria ejemplar. Wilhelm Steinitz, el primer campeón del mundo oficial entre 1886 y 1894 (aunque hay quien opina que el honor le correspondería a Anderssen), fue quien bautizó aquel nuevo memorable enfrentamiento llamándolo Evergreen (en España la Siempreviva).

Anderssen siguió ganando hasta su primera derrota en 1858 ante el estadounidense Paul Morphy, si bien después volvería a vencer en el torneo londinense de 1862 (imponiéndose en doce de las trece partidas que jugaron todos contra todos) y en Baden-Baden en 1870. Falleció de un infarto en 1879, con sólo sesenta y un años. Lionel Kieseritzky se había ido mucho antes, en 1853, tras sufrir un ataque cerebral que le dejó hemipléjico.


Fuentes

The Immortal Game. A history of chess (David Shenk)/El ajedrez de la B a la Q (Martín Ignacio Nieva)/Tratado general de ajedrez (Roberto G. Grau)/Ajedrez esencial. 400 consejos para mejorar tu nivel ajedrecístico (José Monedero González y Antonio Lopez Manzano)/Wikipedia


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