Es dudoso que haya alguien que no haya oído hablar, aunque sea por mínimas referencias, de El Señor de los Anillos; unos por su versión literaria, otros por las cinematográficas, muchos por ambas. La obra de J.R.R. Tolkien es una historia fantástica de tono épico que ha cautivado a una generación tras otra con la heroica resistencia de los diferentes pueblos de la Tierra Media ante la expansión del siniestro Sauron y su ejército de seres tenebrosos. Ahora bien, ¿y si se le diera la vuelta a esa especie de cantar de gesta contemporáneo contándose desde el punto de vista del Señor Oscuro? ¿Y si, de hecho, éste no fuera tan malo ni los otros tan buenos? El escritor ruso Kiril Yeskov dio respuestas a todo esto en su novela El último anillo.
Tolkien era un prestigioso filólogo y profesor universitario que en 1937 ocupaba una cátedra de Anglosajón en Oxford cuando escribió un cuento para sus hijos que su amigo, el también escritor Clive Staples Lewis (autor de Las crónicas de Narnia), le recomendó publicar. Se tituló El hobbit y el éxito que tuvo también entre el público adulto llevó a la editorial a pedirle una secuela dos años después. Así, alternando su trabajo en la enseñanza con colaboraciones arqueológicas, se puso manos a la obra con El Señor de los Anillos.
Lo terminó en 1949 pero como era tan voluminoso y tras la Segunda Guerra Mundial había escasez de papel la editorial decidió ir sacándolo poco a poco en tres tomos. Al autor no le gustó la idea y mientras discutían se centró en un viejo cuento rechazado en su día, El Silmarillion. Finalmente las tres partes de la novela se publicaron entre 1949 y 1955: La Comunidad del Anillo, Las dos torres y El retorno del rey. Las críticas fueron dispares y extremas, desde las abiertamente negativas a las loas entusiastas.
Las más curiosas fueron aquellas que tacharon a Tolkien de fascista y racista porque la ambientación del libro entroncaba con la mitología nórdica tan reivindicada por los nazis y además todos los personajes buenos eran blancos mientras que los malos eran de color oscuro. Incluso se escribieron ensayos que pretendían demostrarlo, a despecho de las declaraciones del propio autor, que durante la guerra ya había manifestado su oposición al nazismo y ridiculizado sus teorías raciales.
Pesaba mucho que Tolkien hubiera nacido en la Sudáfrica del apartheid y que, además de un devoto católico que más de vez había expresado despectivas opiniones sobre el anglicanismo, fuera muy conservador, habiendo apoyado al bando franquista en la Guerra Civil Española y la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain con Hitler (consideraba más peligrosos a los comunistas). El caso es que ese fantasma le ha perseguido hasta hoy en día en que, habiendo alcanzado su obra cotas inauditas de popularidad, su figura sigue en tela de juicio e incluso el BNP (British National Party, de extrema derecha) le considera uno de los suyos.
Todo esto constituyó el punto de partida para Kiril Yúrievich Yeskov, un biólogo y paleontólogo ruso nacido en Moscú en 1956. En el campo biológico su especialidad son, en el primer campo, los arácnidos de Siberia y el este de Rusia, y en el segundo, los períodos Paleozoico y Cenozoico; entre unos y otros acredita casi un centenar de publicaciones científicas, incluyendo libros escolares de texto, aparte de haber descubierto siete géneros nuevos de arañas y haberse bautizado trece especies con su nombre.
Desde 1996 en que publicó su primera novela, El evangelio secreto (El evangelio de Afranius, en su original ruso), Yeskov amplía su horizonte productivo con la literatura, en la que suele adoptar una visión escéptica y desmitificadora conjugada con humor sarcástico, aunque sin llegar a la parodia. Por ejemplo, en esa obra seminal presenta a un Jesús manipulado por los servicios secretos romanos que, a través de la llamada Operación Pez, pretenden que predique la no violencia para cambiar la ancestral hostilidad de los judíos, siempre con Judas como agente en la sombra.
Por su parte, El último portador del anillo (en España El último anillo) se basa en la máxima de que la historia la escriben los vencedores para reescribir la trilogía de Tolkien desde el punto de vista de los malos -que resultan no serlo tanto- y continuarla. En su versión, Mordor es una tierra de promisión a punto de iniciar una revolución industrial y Barad-dûr su capital, una ciudad ilustre, luminosa, que vive en el esplendor que le otorgan artistas, poetas, filósofos y sabios en una tarea civilizadora en abierta oposición a las supersticiones de los magos que mantienen a la Tierra Media en la ignorancia. Los Nazgûl son científicos que han elaborado un anillo inocuo para intentar desviar la atención de una siniestra alianza entre elfos, humanos, enanos y medianos que les amenaza con sus ambiciones imperialistas y depredadoras.
Aragorn es un títere manejado por los elfos para controlar el reino de Gondor, previo asesinato de Boromir cuando éste descubre su plan, y siendo manipulado arteramente por Arwen con ese fin; Faramir vive en el exilio, vigilado por Éowyn; y Gandalf es descrito por Saruman como «la solución final al problema mordoriano». Aclarados esos precedentes que cambian el sentido del original, Yeskov inicia su secuela empezando por la caída de Sauron -que en realidad se llama Auron- y la masacre que perpetran los elfos en Mordor tras la derrota de los orcos, que, por cierto, no son monstruos: ése es el nombre que reciben los soldados de esa tierra con ánimo infamante, al igual que pasa con los trolls.
Precisamente dos de ellos, Haladdin y Tzerlag, acompañados de un noble gondoriano irredento, Tangorn, constituyen lo que podríamos llamar la Compañía del Anillo alternativa a la que protagonizaba la obra de Tolkien. Sólo que esta vez no hay que destruir un anillo sino el espejo de Galadriel, que al ser el vínculo entre el mundo físico y el de procedencia de los elfos, el Arda, su desaparición les dejaría desprovistos de magia y, consecuentemente, de poder.
Así pues, el papel que tenía Frodo en El Señor de los Anillos lo asume aquí Haladdin, un personaje algo memo, mientras que el apadrinamiento anterior de Gandalf es ejercido ahora por Sharya-Rana, el último Nazgûl.
El último anillo no ha podido ser traducido al inglés para una edición en papel y únicamente se ha publicado con licencia no comercial en versión digital gratuita. Ello se debe a que los herederos de Tolkien mantienen un férreo control sobre los derechos de autor -hasta 2043- y no admiten obras relacionadas con el tema que no tengan su autorización. Pero en otros países sí que se puede encontrar en librerías; en España desde 2004, año en que se tradujo.
Fuentes
El último anillo (Kiril Yeskov)/J.R.R. Tolkien. A biography (Humphrey Carpenter)/J.R.R. Tolkien, génesis de una leyenda (Colin Duriez)/Lord of the Rings. Questions and answers/The Back Story to the Last Ring-bearer (Kiril Yeskov en Live Journal)/Wikipedia
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