Púlpito es una palabra generalmente asociada a las iglesias. Pero no tiene por qué ser así necesariamente y, a veces, la Naturaleza se encarga de dar forma a alguno muy especial. Es lo que ocurre con un púlpito muy particular, natural y espectacular: el Preikestolen. Se trata de una singular plataforma que parece brotar de la pared de un enorme fa‐ rallón rocoso y que se asoma al abismo a 604 metros de altitud. Esta especie de mirador de formas cúbicas y suelo liso, idóneo para permitir juntarse muchos turistas, mide unos 25 por 25 metros y proporciona imponentes panorámicas del fiordo de Lyse, en Rogaland, en la parte suroeste del país, así como de las montañas circundantes.
Para llegar hasta allí hay que tomar como referencia la ciudad de Stavanger, que dispone de aeropuerto, aunque una manera más emocionante y bella de hacerlo es a bordo de algún crucero, de los que hay abundantes ofertas. El barco, no obstante, deja a los pasajeros en el puerto de esa urbe y luego hay que elegir cómo continuar el camino.
Una opción es hacerlo a pie, andando un par de horas hasta el Preikestolen, subida incluida; si se cuenta también el regreso y el rato que se permanecerá en tan espléndida terraza disfrutando del paisaje y sacando fotos, el tiempo total rondará las cuatro horas. Otra posibilidad es tomar un ferry en Stavanger hasta el pueblo de Oanes, de donde salen autobuses hasta el inicio de la subida (Preikestolhytta, pun‐ to donde se juntan restaurantes, tiendas y servicios); desde ahí sólo habrá que salvar cuatrocientos metros de desnivel.
Una vez arriba, hay que tener cuidado con no acercarse demasiado al borde, so pena de que un mareo, un tropezón o cualquier otra causa desgraciada provoquen la caída al vacío. Por lo demás y pese a la gente (decenas de miles de personas cada año). Las autoridades han tomado la decisión de no instalar vallas protectoras de ningún tipo, porque ello estropearía la belleza natural del lugar, y por otro lado los accidentes son poco habituales a pesar del gran número de visitantes. Además la instalación de verjas podría alentar comportamientos peligrosos, como trepar por ellas. En cualquier caso la falta de estos sistemas de protección es algo a lo que los noruegos están acostumbrados y aprueban.
El lugar se llamó desde tiempos inmemoriales Hyvlatonna, que significa diente plano, pero a principios del siglo XX, cuando empezó a convertirse en una atracción turística le cambiaron el nombre por el actual, con el indicado significado de púlpito.
Su formación data de la Edad del Hielo, hace unos 10.000 años, por la acción del glaciar. El agua se congeló en las grietas de la montaña y rompió grandes bloques angulosos que luego fueron arrastrados por el glaciar.
A lo largo de la meseta del púlpito sigue habiendo una profunda grieta, por lo que se sabe que tarde o temprano se derrumbará. El lugar es seguro y las investigaciones geológicas han confirmado que no se espera su desplome hasta dentro de muchos años. O, como dice la leyenda noruega, cuando cinco hermanos se casen con cinco hermanas.
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