Hace tiempo contamos aquí cómo fue el desarrollo de la Batalla de Attu, que enfrentó a estadounidenses y canadienses con japoneses en esa isla del Archipiélago de las Aleutianas. Explicamos que, pese a su aparente carencia de importancia, en realidad resultaba un lugar de considerable valor estratégico, no sólo por constituir para los nipones una buena base desde la que su aviación podría bombardear EEUU sino también, y sobre todo, porque su alto mando había decidido tomar las Islas Midway -un gran portaaviones natural en medio del Océano Pacífico- y para ello necesitaban una maniobra de diversión que alejase a la US Navy.

Por lo tanto, el 3 de junio de 1942 una escuadra formada por los portaaviones Ryujo y Junyo, los cruceros pesados Maya y Takao, los acorazados Ise, Fuso y Yamashiro y el crucero ligero Abukumase inició los bombardeos sobre las más importantes de aquellas trescientas islas que forman las Aleutianas para dos días después desembarcar en Kiska y a la jornada siguiente en Attu. Apenas hubo resistencia porque EEUU nunca les había dado importancia. Ahora las cosas habían cambiado y había que recuperarlas como fuera.

En agosto empezaron a caer las primeras bombas norteamericanas sobre las posiciones japonesas en la isla de Adak; unos meses más tarde éstas quedaban completamente aisladas cuando el contraalmirante McMorris derrotó al vicealmirante Boshirō Hosogaya en la Batalla de las Islas Komandorski, cortando así la ruta de aprovisionamiento.

Un vestigio de la guerra en las Aleutianas: cañón de 75 mm. abandonado por los japoneses en Kiska/Foto: Brian Hoffman en Flickr

El 11 de mayo se inició la Operación Landcrab (Cangrejo), el desembarco, que poco a poco y bajo difíciles condiciones ambientales fue ganándole terreno a los defensores, los cuales viendo que no recibirían ayuda y se les acababa la munición, se lanzaron a un ataque suicida. Casi todos murieron, incluyendo a su coronel, Yasuyo Yamasaki.

Attu había sido reconquistada pero faltaba Kiska, ocupada casi un año antes por medio millar de infantes de marina dirigidos por el capitán Takeji Ono; con mucha facilidad porque sólo había una estación meteorológica defendida por una docena de soldados. Es curioso señalar que el suboficial al mando, William C. House, escapó y se mantuvo oculto en penosas condiciones casi dos meses hasta que el hambre -solo comió plantas y gusanos- y el frío -al fin y al cabo se trata del Círculo Polar Ártico- le obligaron a entregarse; en ese momento no pesaba más de treinta y seis kilos.

El crucero USS Pennsylvania bombardeando la isla en mayo de 1943/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

El caso es que se volvieron las tornas y, dada la caída de Attu y la imposibilidad de resistir de forma aislada, las tropas japonesas que mandaba Kiichiro Higuchi fueron evacuadas de Kiska. Además, la toma de Midway había fracasado totalmente y el diseñador del plan, el almirante Yamamoto, acababa de perder la vida al ser derribado el avión en que viajaba, por lo que los últimos nueve hombres salieron el 28 de julio de 1943, al amparo de una densa niebla, dejando la isla vacía. Todo ello sin que el enemigo se diera cuenta.

De hecho, un avión B-24 Liberator que sobrevoló la posición en misión de inspección detectó los barcos enemigos, aunque sin ser capaz de identificar que estaban sacando a las tropas de allí, de manera que la fuerza destinada a la reconquista, compuesta por diversas unidades de la 7ª División de Infantería estadounidense y la 13ª Brigada de Infantería de la 6ª División canadiense, esperaban fuerte resistencia.

Así, la Operación Cottage, como se denominó la campaña para recuperar Kiska, ya tuvo su dosis de esperpento inicial con dos semanas de bombardeo sobre un sitio completamente vacío sin que al parecer nadie supiera valorar de forma adecuada por qué los cañones antiaéreos, activos hasta entonces, mantenían ahora un silencio sepulcral.

Imagen obtenida por el reconocimiento aéreo/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Pero la cosa continuó luego, al llevarse a cabo el desembarco. Fue el 15 de agosto y se hizo desde dos puntos opuestos del litoral insular, cada uno asignado a una nacionalidad; obviamente no hubo oposición pero sí, de nuevo, una cortina de niebla que se mantendría durante dos días generando una enorme confusión en el desarrollo de la operación.

Esas adversas condiciones meteorológicas provocaron que estadounidenses y canadienses se enfrentaran entre sí al confundirse respectivamente con el enemigo, tiroteándose mutuamente hasta el punto de que se registraron veintiocho muertos entre los primeros y cuatro entre los segundos, además de muchos heridos.

Puntos de desembarco aliados/Imagen: Kuara en Wikimedia Commons

Al final las bajas totales de la Operación Cottage sumaron trescientas trece, de las cuales noventa y dos fueron mortales. El número ascendió porque si en tierra no había enemigos más allá de algunos perros hambrientos (entre ellos Explosion, la mascota de la guarnición norteamericana anterior, que los nipones habían cuidado todo ese tiempo), en el mar la cosa fue diferente.

Pero no por los diversos combates que se produjeron en el entorno de Kiska entre la US Navy y la Armada Imperial Japonesa, ya que terminaron todos con victorias de la primera sin demasiadas dificultades, siendo la única adversidad el hundimiento del USS Grunion en el verano de 1942 a causa de un torpedo… propio, que tras disparar contra un carguero dio media vuelta con una fatídica trayectoria circular.

La verdadera desgracia ocurrió a bordo del USS Abner Read, un destructor de la clase Fletcher que había tomado parte en el cañoneo de Attu y después repitió en Kiska. Patrullando sus aguas la noche del 17 de agosto un fuerte estallido, presuntamente por el choque con una mina, arrancó la popa y lo mandó a pique, provocando setenta muertos y cuarenta y siete desaparecidos.

Tropas estadounidenses en Kiska tras el desembarco/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

El barco pudo reflotarse más tarde y fue enviado a Washington para repararlo; todavía tuvo tiempo de combatir, al año siguiente, en algunas acciones menores en Nueva Guinea e incluso de forma indirecta en el Golfo de Leyte, donde fue hundido definitivamente por un ataque kamikaze.

Ésta fue la historia de una estrambótica batalla en la que podríamos decir, medio en broma medio en serio, que los japoneses defendieron una posición y provocaron bajas al enemigo sin necesidad de tener soldados ni disparar un solo tiro. A veces, cómo dijo Clemenceau, la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares.


Fuentes

Aleutian campaign in World War II. A strategic perspective (Major John A. Polhamus)/Stepping stones to nowhere. The Aleutian Islands, Alaska, and american military strategy, 1867-1945 (Galen Roger Perras)/World War II Pacific Island guide. A geo-military study (Gordon L. Rottman)/Thousand-mile war. World War II in Alaska and the Aleutians Brian Garfield)/Alaska at war, 1941-1945. The forgotten war remembered (Fern Chardonnet)/Wikipedia


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