La segunda mitad de los años sesenta y buena parte de los setenta se nos presenta retrospectivamente como una etapa de cambios económicos y sociales que se plasmaron en una serie de manifestaciones ideológicas y artísticas (hippismo, Generación Beat, psicodelia, pacifismo, indigenismo, existencialismo, folk, amor libre, contracultura…). Algo especialmente visible en EEUU, cuna de muchas de estas características porque constituía el caldo de cultivo perfecto ante la dura realidad política y bélica que tenía al país enfangado en la Guerra del Vietnam.
En ese contexto surgieron en ambientes estudiantiles numerosos grupos opositores que, a despecho de una enorme ingenuidad, llevaban el idealismo ideológico hasta más allá de los límites concebibles entonces, cayendo en lo que eufemísticamente se ha dado en llamar la acción directa. Uno de los más peculiares fue la WUO, Weather Underground Organization.
Se trataba de una organización radical de izquierda nacida en 1969 en la Universidad de Michigan, como escisión de la SDS (Students for a Democratic Society), con el objetivo de crear un partido político clandestino, despertar a los jóvenes oprimidos y derrocar al gobierno. Los movimientos por los derechos civiles y la guerra, especialmente impopular en el campus universitario desde las elecciones del año anterior, fueron las raíces del revolucionario movimiento, que se marcó como meta crear una sociedad más democrática que garantizara «la libertad política, la seguridad económica y física, la educación y los incentivos para una amplia variedad cultural», en palabras de la SDS.

El problema era que esos cambios, pensaban, no iban a llegar por vía electoral ni mediante el mero asociacionismo; hacían falta métodos más contundentes, como ejemplificaban Vietnam, Angola y Argelia. Sin embargo, tampoco el SDS parecía la herramienta adecuada porque, pese a que llegó a tener cien mil miembros, se vio envuelto en tensiones por el control de la dirección. Dichas disputas llevaron a dos de ellos, Bernardine Dohrn y Mike Klonsky, a publicar un manifiesto en el que ponían a la juventud trabajadora como la principal fuerza para concienciar a la clase obrera y derrocar al capitalismo. Titulado Hacia un movimiento juvenil revolucionario, apostaba por emprender acciones directas, dado que la no-violencia parecía inútil.
La chispa definitiva la encendió la muerte a manos de la policía de un miembro de los Black Panthers, otra organización que a su carácter revolucionario y socialista sumaba el del nacionalismo negro y con la que el SDS mantenía estrecha relación. El 18 de junio de 1969, durante una convención del SDS, se produjo la discrepancia oficial por parte de una facción en la que, además de Dohrn y Klonsky, figuraban Karen Ashley, Bill Ayers, John Jacobs, Jeff Jones, Gerry Long, Howie Machtinger, Jim Mellen, Terry Robbins, Mark Rudd y Steve Tappis. Reclamaban un partido político clandestino que no tuviera tapujos en saltarse la legalidad vigente y que, a la manera de la Guardia Roja china, implicara a las masas en el proceso revolucionario.

Las bases teóricas de su posición eran el manifiesto de Klonsky y otro complementario que encabezaron con la letra de una canción de Bob Dylan, Subterranean Homesick Blues, que dice así: «You don’t need a weatherman to know which way the wind blows» (No necesitas a un meteorólogo para saber en qué dirección sopla el viento). A partir de entonces se les conoció coloquialmente como weathermen y abogaban por lo que llamaban Acción Nacional, basada en despreciar las elecciones en favor de la lucha armada, en alianza con otros grupos, para destruir el imperialismo y alcanzar un mundo sin clases.
La primera misión, aparte de la voladura de una estatua (que posteriormente sufriría otros dos atentados), fue formulada por Jacobs bajo el epígrafe Cuatro días de rabia y partía de la idea de Lenin de «convertir la guerra de los imperialistas en una guerra civil». Por eso, en julio una treintena de weathermen viajaron a Cuba para entrevistarse con representantes norvietnamitas que habrían de asesorarles y facilitarles material.
Los Cuatro días de rabia se llevaron a cabo entre el 8 y el 11 de octubre, dos después de explosionar el citado monumento, y consistieron en una serie de disturbios en varios lugares, durante los cuales los weathermen celebraron mítines públicos, se enfrentaron a la policía, atacaron negocios, quemaron coches, rompieron ventanas… Las jornadas se cerraron con muy baja participación, desperfectos por valor de cientos de miles de dólares, doscientos ochenta y siete weathermen detenidos y la repulsa de los Black Panthers, que los consideraban niñatos aunque algunos resultaron heridos de bala.

Pero un par de meses más tarde, en otra convención del SDS celebrada en Flint, los weathermen ratificaron su decisión de ir a la clandestinidad, recurriendo a la lucha de guerrillas. Según John Jacobs, uno de los ideólogos destacados, los jóvenes blancos de clase media eran pacifistas porque estaban aislados de la violencia que sufrían los negros y los pobres; pero en su opinión estaban empezando a despertar y a oponerse a la buena sociedad a través del sexo y las drogas. Por eso era necesario repartirse por el país para crear un grupo en cada ciudad.
Esto supuso la disolución del SDS, ya completamente superado y con la mayor parte de sus dirigentes a favor de la nueva tendencia. Así fue cómo nació oficialmente la Weather Underground Organization, que siguió el modelo propuesto por el Che Guevara de pequeñas células semiautónomas coordinadas por otra central, siendo ésta el Weather Bureau y las otras las delegaciones en Nueva York, Boston, Seattle, Filadelfia, Cincinnati, Buffalo y Chicago. Los integrantes eran anti-imperialistas y anti-racistas, partidarios de la bisexualidad, el amor libre y, en general, de todo aquello que llevase la contraria al sistema. También muy jóvenes; en los años sesenta un tercio de la población era menor de edad y por eso institutos y universidades constituían la cantera para reclutarlos en un proceso que se denominaba jailbreak y en el que se les trataba de hacer ver que estaban oprimidos, engañados y deseducados. En general, los jailbreaks no fueron demasiado exitosos y, a menudo, los nuevos militantes abandonaban al llegar el momento de pasar a la acción.

Ésta era lo que hoy se denomina terrorismo de baja intensidad, con pequeñas bombas de relojería o lanzamiento de cócteles molotov contra la casa del juez que procesaba a un miembro de los Black Panthers, la biblioteca universitaria de Columbia, un coche de policía, etc. Siempre objetivos materiales, en oficinas gubernamentales, bancos, empresas y similares, pues una de las condiciones que tenían los weathermen era no provocar daños personales y avisaban para dar tiempo a evacuar los sitios; por eso Bill Ayers, uno de los fundadores históricos y autor de un libro donde años más tarde contó su experiencia, se negó toda su vida a aceptar que se les considerase terroristas.
Fue entonces cuando se registraron las primeras víctimas pero en la propia organización. El 6 de marzo de 1979 varios militantes preparaban un artefacto explosivo en Greenwich Village cuando éste estalló por accidente, matando a tres en el acto. Queda para la anécdota que en la casa de al lado vivía el actor Dustin Hoffman. La tragedia sirvió para reafirmar la política de la organización de no provocar pérdidas humanas en su lucha, rechazando así el secuestro y el asesinato, pero fue uno de los factores que llevó a proclamar una declaración de guerra al gobierno de EEUU en mayo junto con el brutal asalto policial nocturno a la sede de los Black Panthers, acaecido unos meses antes y durante el cual varios de ellos fueron acribillados sin darles tiempo a levantarse de la cama.

En junio, los weathermen atentaron contra una comisaría en represalia por la muerte de un preso durante una fuga. Ello colocó a Bernardine Dohrn en la lista de los diez criminales más buscados por el FBI. Ese verano otra comisaría fue atacada con dinamita, previo aviso para evacuarla. Y en septiembre llevaron a cabo una de las acciones más sonadas: la liberación de Timothy Leary (el psicólogo defensor de las bondades del LSD), que estaba encarcelado en California; la operación fue financiada por el colectivo hippie The Brotherhood of Eternal Love, aunque se dijo que la banda de John Lennon también había colaborado y probablemente eso influyó en el intento de deportarle que sufrió.
En 1972 destruyeron unas instalaciones de la Fuerza Aérea en el Pentágono para celebrar el cumpleaños de Ho Chi Minh y protestar por el bombardeo de Hanoi, y en 1975 atentaron contra un edificio del Departamento de Estado. Ahora bien, el final de la guerra obligaba a replantearse ciertas bases ideológicas. Así, surgió un nuevo manifiesto titulado Prairie Fire. The politics of revolutionary anti-imperialism que animaba a la guerrilla, la lucha de clases, a derrocar al gobierno y a implantar la dictadura del proletariado; un acercamiento más estrecho y doctrinal al marxismo maoísta, en suma, del que distribuyeron cinco mil copias por bibliotecas, cafés y sitios públicos. Lo cierto es que quedaba patente que las masas no parecían inclinarse por la acción directa y había que «crear el mar para que los guerrilleros pudieran nadar».

En la práctica, el movimiento Prairie Fire, impulsado por los veteranos, proponía salir de la clandestinidad y actuar políticamente frente a la otra facción, la de los más jóvenes, apegada a la lucha armada. La razón estaba en que todos los weathermen históricos con cargos fueron absueltos por los tribunales debido a irregularidades del FBI descubiertas en la investigación, como allanamientos sin orden judicial, escuchas ilegales, etc. Además, algunos ya tenían hijos (Bernardine Drohn y Bill Ayers, que habían formado pareja), por lo que deseaban templar un poco las cosas. La Weather Underground pasó a ser legal, moderó sus posicionamientos y obtuvo el rechazo de los grupos más radicales, además de dividirse internamente.
De esta forma, mientras muchos se entregaban a cambio de penas menores (multas, libertad condicional) o se acogían a una amnistía decretada por Jimmy Carter, el sector extremista seguía activo y en noviembre de 1977 cinco de sus miembros fueron detenidos cuando planeaban atentar contra la oficina de un senador, gracias a la información facilitada por un infiltrado del FBI.
Otros se integraron en organizaciones alternativas que ya no tenían tantos tapujos; fue el caso de los que colaboraron con el Black Liberation Army en el asalto a un furgón blindado que terminó con tres muertos y los responsables condenados a largas penas, o los que se fueron a Communist Organization para llevar a cabo atracos y atentados con bomba, acabando la mayoría en prisión.

Los históricos se reinsertaron en la sociedad, asumiendo responsabilidad en dos docenas de atentados con bomba sin víctimas -aunque algunos críticos dudan sobre el destino que tendría la que estalló accidentalmente en Greenwich Village- y varios disturbios callejeros. Para Ayers eran «actos simbólicos (…) contra monumentos a la guerra y el racismo» y aunque no se arrepentía exactamente de sus acciones, sí lamentaba haber creado tanta violencia para nada.
Barack Obama se entrevistó con él durante la campaña electoral de 2008 ante las críticas de los demás candidatos. Otros ex-weathermen, como Brian Flanagan, admitieron tener sentimientos de «culpa y vergüenza» pero añadiendo que entonces eran jóvenes y estaban muy perdidos, sin ser del todo conscientes de lo que hacían.
Aun existe un Prairie Fire Organizing Committee que aboga por la desobediencia civil y la acción directa «contra la opresión en todas sus formas» porque «el sistema no puede ser reformado ni eliminado», ya que «las elecciones no cuestionan las causas fundamentales de la injusticia».
Fuentes
Weatherman (Harold Jacobs, ed)/The way the wind blew. A history of the Weather Underground (Ron Jacobs)/Bringing the war home. The Weather Underground, the Red Army Faction, and revolutionary violence in the sixties and seventies (Jeremy Peter Varon)/Outlaws of America. The Weather Underground and the politics of solidarity (Dan Berger)/Wikipedia
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