Charlie Allnut, un transportista canadiense simplón y borrachín que recorre el río Ulanga a bordo de su lancha, tiene que rescatar a Rose, la puritana hermana de un misionero asesinado por askaris alemanes durante la Primera Guerra Mundial.
Juntos huyen por vía fluvial a bordo de La reina de África pasando mil peripecias, en el transcurso de las cuales intiman y Rose convence a Charlie para vengar a su hermano lanzando la lancha, cargada con torpedos de fabricación casera, contra la cañonera germana SS Königin Luise, dueña del lago Victoria.
No voy a desvelar más de la inmortal película de John Huston pero sí a centrarme en el argumento, que está inspirado en hechos reales, aunque ocurridos en otro lago africano, el Tanganica, en la batalla que lleva su nombre.

De hecho, Huston, Humphrey Bogart y Katherine Hepburn, junto con el resto del equipo, se desplazaron a lo que hoy es Uganda para el rodaje (Clint Eastwood lo recreó en Cazador blanco, corazón negro) y es fácil reconocer en varias escenas las Cataratas Murchinson y los rápidos que las preceden, por donde se precipita La reina de África. En esos años -el film se estrenó en 1951- aquello aún era el Protectorado Británico de Uganda, pues no se independizaría hasta 1962.
Sin embargo, británicos y alemanes pugnaron duramente por hacerse con el control del lago Tanganica, una enorme y alargada bolsa de agua que por sus dimensiones (673 kilómetros de longitud por 72 de anchura y 32.900 kilómetros cuadrados de superficie) y profundidad (la mayor del continente, con 570 metros de media pero con cotas máximas de 1.470 metros) servía de frontera natural entre el Congo Belga y Rhodesia por un lado, y el África Oriental Alemana, la colonia que el Káiser poseía desde 1880, por el otro.

Si bien los episodios más famosos del conflicto en aquellas latitudes tuvieron lugar en tierra, con las campañas del general Paul von Lettow-Vorbeck (quien pese a luchar siempre en abrumadora inferioridad consiguió hacer de aquel frente el único en el que Alemania no registró ninguna derrota), el Tanganica se convirtió en un objetivo estratégico fundamental y, así, se produjeron una serie de enfrentamientos navales entre barcos de ambas marinas que probablemente medio siglo atrás hubieran hecho frotarse los ojos a los descubridores del lago, los célebres Richard Burton y John Hanning Speke.
La Kaiserliche Marine había destacado allí dos buques: el Hedwig von Wissman (de 60 toneladas y armado con 4 cañones) y el Kingani (45 toneladas). El primero entró en combate el mismo 1914 hundiendo los vapores belgas Alexandre del Commune y Cecil Rhodes (el Congo también tenía una parte de frontera lacustre), con lo que los teutones quedaron dueños absolutos del lago e incluso lanzaron ataques -infructuosos- sobre Rhodesia.

No tenían oposición y sólo la armada belga contaba con un gran navío, el Baron Dhanis, de 1.500 toneladas, pero que había sido transportado por partes y era necesario montarlo in situ, cosa que resultaba imposible porque las naves germanas impedirían los trabajos en cuanto los descubrieran.
En la primavera de 1915 llegaron al Almirantazgo británico noticias de que los alemanes iban a incorporar otro barco más, construido en Papenburg y transportado en piezas hasta Dar es-Salaam, desde donde se hizo otro tanto en ferrocarril hasta el Tanganica. El Graf von Götzen, que así se llamaba, era un monstruo de 67 metros de eslora y 1.575 toneladas que podía trasladar cerca de un millar de hombres de un punto a otro del lago, lo que suponía un serio peligro. Había que contrarrestar aquello como fuera y se optó por el concepto opuesto: llevar varias cañoneras pequeñas que se podrían montar de forma inadvertida.

El hombre elegido para la operación fue el teniente-comandante Geoffrey Spicer-Simpson, un oficial bastante heterodoxo que estaba semiapartado por haber tenido un par de accidentes y perdido un barco bajo su mando; lo cierto es que no había muchos más donde elegir, como también pasaría con las tripulaciones, completadas con marinos de la reserva.
Las embarcaciones que partirían hacia África eran dos lanchas de 12 metros de eslora que fueron bautizadas como Mimí y Toutou. Se armaron con una ametralladora Maxim y un cañón Hotchkiss, y se protegieron sus tanques de gasolina con un blindaje extra.
Tras unas pruebas algo accidentadas en el Támesis, el SS Llanstephen Castle las transportó hasta Ciudad del Cabo y después se llevaron en tren hasta Elizabethville, para seguir un complejo viaje tiradas por bueyes, remontar por sí mismas el río Lualaba (encallando más de una vez), atravesar el lago Kinsale, volver a ser cargadas en ferrocarril y llegar por fin al Tanganica en octubre, cuando ya hacía cuatro meses que el Graf von Götzen navegaba por sus aguas.

De hecho, el potencial teutón se había incrementado aún más porque los cañones grandes del crucero SMS Königsberg, perdido en el río Rufiji, fueron rescatados y llevados a la base de Kigoma, mientras que los de tiro rápido se instalaron en el Graf von Götzen, cuyo mando adoptó personalmente el comandante alemán Gustav Zimmer, confiando el Hedwig von Wissman al capitán Jod Odebrecht y el Kingani al teniente Job Rosenthal. Lo que les oponían hasta entonces los belgas a las órdenes del comandante Stinghlamber era casi inútil: tres barcas a motor fuera borda no muy bien armadas; el Baron Dhanis seguía despiezado.
Poco antes de Navidad fueron botadas Mimí y Toutou, que al mando del teniente Junge empezaron a buscar al Kingani. Al avistarlo el 26 de diciembre de 1915 se lanzaron en su persecución, contando con la ventaja de que el cañón principal de éste sólo podía disparar hacia adelante, por lo que pudieron tirar sobre él casi a placer y en sólo once minutos lo derrotaron. Los británicos se lo llevaron, arreglaron los desperfectos, hicieron algunos cambios (el cañón se pasó a popa y a proa se colocó otro de más calibre aún) y lo rebautizaron HMS Fifi. De pronto contaban con una unidad más en su flota; dos, para ser exactos, pues se rescató el Alexandre Del Commune, se reparó y se le trocó el nombre por el de Vengeur.

Tras un tiempo de espera por las intensas lluvias, llegó el segundo acto de la historia. Como no se tenían noticias del Kingani, Zimmer envió al Hedwig von Wissman en su busca… y en lugar de encontrar a su compañero se vio atacado súbitamente por él. Era la mañana del 8 de febrero y el barco alemán sí halló al Kingani, sólo que, para su sorpresa, remozado y en manos enemigas, disparándole junto a un furioso enjambre compuesto por una de las cañoneras británicas más dos de las lanchas belgas.
Odebrecht intentó retirarse buscando el amparo del Graf von Götzen pero no lo consiguió y se entabló una agónica batalla con las lanchas girando y disparando en torno suyo mientras él respondía al fuego como podía o incluso tratando de embestirlas. Finalmente, un disparo certero del HMS Fifí hizo estallar la caldera del Hedwig von Wissman, provocando un incendio a bordo. El barco se fue a pique cuando Odebrecht explosionó cargas para evitar que también cayera en manos del adversario. Eso sí, se capturó la bandera junto con una veintena de prisioneros.
Llegaba el momento del tercer acto y fue al día siguiente, cuando el Graf von Götzen apareció también en busca de sus compañeros. Pero éste era un hueso mucho más duro de roer y Spicer-Simpson optó por la prudencia. En lugar de atacarlo marchó a Stanleyville (la actual Kisangani) para conseguir un buque que, debidamente reformado, pudiera hacer frente al germano. El elegido fue uno llamado St. George, propiedad del cónsul británico y que tenía casco de acero. El St. George fue despiezado y trasladado en mayo al Tanganica, donde, mientras tanto, el panorama había cambiado bastante.

En efecto, Kigoma estaba a punto de caer en manos aliadas y se desarrollaba una operación contra Bismarckburg (actual Kasanga) apoyada por la flotilla desde el lago. Los alemanes lograron evacuar la ciudad en dhows (barcos de vela tradicionales) engañando a los británicos mediante maniquíes de madera colocados en los parapetos. A Spicer-Simpson le cayó una buena bronca, echando por tierra el prestigio que había ganado esos meses anteriores. Pero en estado de guerra los acontecimientos se suceden vertiginosamente y pronto se marcó un nuevo y esperado objetivo: el Graf von Götzen.
Primero se intentó hundirlo mediante bombardeos aéreos con cuatro hidroaviones biplanos Short Type 827 manejados por pilotos belgas. La cosa no pintaba bien para la nave, por lo que Zimmer ordenó desmantelarla y le entregó los cañones a Von Lettow.
Los trabajos se realizaron sin problemas porque, al igual que en Bismarckburg, se sustituyeron las piezas desmontadas por otras de madera pintada, dando la impresión de que el Graf von Götzen estaba plenamente operativo. Cuando cayó Kigoma el 28 de julio de 1916, el buque fue echado a pique por su propia tripulación.

De esta manera, la Batalla del lago Tanganica terminó con victoria aliada y con el control británico-belga de la zona. Spicer-Simpson recibió la Medalla de Servicios Distinguidos pero nunca más le volvieron a conceder un mando por los continuos problemas que tuvo con los belgas (quienes, paradójicamente, también le condecoraron con la Croix de Guerre y le hicieron miembro de la Ordre de la Couronne).
Una última curiosidad: el Graf von Götzen sería reflotado en 1921 por el gobierno colonial belga, se hundiría en una tormenta posterior y nuevamente lo sacarían a la superficie en 1924, esta vez los británicos. Tras unas reparaciones, volvió a entrar en servicio como transbordador tres años después; increíblemente, aún navega por el lago Tanganica, ahora con el nombre de MV Liemba.
Fuentes
Mimi and Toutou go forth. The bizarre Battle of Lake Tanganyika (Giles Foden)/The First World War in Africa (Hew Strachan)/Tip and run. The untold tragedy of the Great War in Africa (Edward Paice)/The Battle of Lake Tanganyika, how the war on the lake was won (Peter Baxter en History and Heritage Travel in Africa)/World War I Live/Wikipedia / Mimi and Toutou Go Forth: The Bizarre Battle of Lake Tanganyika (Giles Foden).
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