Hay un mar en Europa que dos veces al día, cuando la marea baja, desaparece prácticamente por completo, permitiendo caminar sobre el fondo arenoso donde las aguas retornarán cuando la marea sube. No es que sea un gran mar, pero tampoco es pequeño.

Se trata del Mar de Frisia (que en la propia lengua frisona se conoce como Waadsee). Está situado a lo largo de la costa oeste de Europa que va del norte de Holanda al sur de Dinamarca, pasando por Alemania. Las islas Frisias, que se disponen paralelas a esta costa, lo separan del mar del Norte.

Las Frisias son una cadena de islas e islotes situadas a corta distancia de la costa, entre los 5 kilómetros de la más próxima y los 30 de la más lejana.

Vista de satélite del Mar de Frisia y las islas occidentales con la marea baja / foto Dominio público en Wikimedia Commons

Tienen muy poca altura y están compuestas de terrenos arenosos y arcilla, por lo que los efectos de los temporales y el fuerte oleaje suelen cambiar su morfología, ampliarlas, hacerlas desaparecer, o incluso unir dos o más ellas como ya ha ocurrido en alguna ocasión.

Sorprendentemente están habitadas desde muy antiguo, alcanzando hoy una población de unos 80.000 habitantes, y la mayoría están protegidas como reservas naturales de los tres países europeos entre los que están repartidas (Holanda, Alemania y Dinamarca). Su principal fuente de ingresos es, como no, el turismo.

Vista de la zona norte del Mar de Frisia / foto Ralf Roletschek en Wikimedia Commons

Pero volviendo al mar de Frisia, situado entre las islas y la costa, tiene un fondo formado igualmente por arenas y arcillas, con una profundidad tan escasa que cuando baja la marea el agua se retira hasta 15 kilómetros, permitiendo ir a pie hasta muchas de las islas e islotes.

El mar tiene 450 kilómetros de largo y, como apuntábamos antes, entre 5 y 30 kilómetros de ancho, abarcando la nada desdeñable superficie de 10.000 kilómetros cuadrados.

Situación de las Islas Frisias a lo largo de la costa holandesa, alemana y danesa / foto Dominio público en Wikimedia Commons

En realidad se trata de lo que se conoce como una llanura de marea, es decir, un humedal costero formado por sedimentos detríticos, de las que hay ejemplos en otros lugares del mundo como Florida, Tierra de Fuego e incluso la Península Ibérica, donde están las marismas del Guadalquivir.

Una comparación entre éstas, que tienen 2.000 kilómetros cuadrados de superficie, con los 10.000 del Mar de Frisia, nos dará una idea aproximada de sus dimensiones.

Las partes alemana y holandesa del mar de Frisia están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2009, y la parte danesa desde 2014.

Ello es debido a la gran riqueza de su flora y fauna, lugar de parada de numerosas especies migratorias y hábitat permanente de otras muchas, así como de invertebrados acuáticos endémicos.

Además, muchas de las islas son, ya desde el siglo XIX, populares lugares de veraneo, a cuyas impresionantes playas siguen acudiendo hoy en día multitud de turistas. Pero quizá la actividad más popular de la zona es el Wadlopen (literalmente en holandés caminar por las marismas).

La isla de Borkum / foto Peter Hudec en Wikimedia Commons

Son excursiones organizadas o espontáneas a pie cuando la marea está baja, realizando trayectos hasta alguna de las islas. Eso sí, sin perder nunca de vista tierra firme por si acaso.

En la parte holandesa se puede cruzar el mar a pie hasta las islas de Terschelling, Ameland, Engelsmanplaat, Schiermonnikoog, Simonszand y Rottumeroog. Desde Alemania se pueden alcanzar las islas de Nordeney, Baltrum, Langeoog, Spiekeroog y Minsener-Oldoog. Y desde Dinamarca se puede caminar hasta Mandø, Fanø, y Langli.

El Mar de Frisia durante la marea baja / foto Michielvd en Wikimedia Commons

La dificultad varía según el trayecto y la isla de destino elegida, oscilando entre las adecuadas incluso para niños hasta las recomendadas únicamente para especialistas. También hay rutas que están prohibidas, debido a su extrema dificultad o la protección oficial.

Por ejemplo, la isla alemana de Borkum también es accesible a pie, pero el trayecto es tan duro (hay tramos en que el agua llega a los hombros) que sólo dos personas han logrado completarla hasta ahora.

En cualquier caso la recomendación de las autoridades es no aventurarse solo sino contratar alguna de las excursiones programadas con guías especializados, lo cual nos evitará mayores problemas y nos permitirá disfrutar seguros de la experiencia de cruzar un mar andando, aunque sea uno poco profundo.


Fuentes

Wattwandern / Worldatlas / Wadden.nl / UNESCO / Wikipedia.


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