Uno de los múltiples territorios británicos de ultramar repartidos por el mundo, entre los que se encuentran por ejemplo Gibraltar o las bases de Acrotiri y Dhekelia en Chipre, son las islas Turcas y Caicos (en inglés Turks and Caicos).
Aunque en ocasiones se las incluya en el ámbito caribeño, en realidad no están situadas en este mar que comprende las aguas al sur de Cuba y La Española, sino al norte de ésta última y al sureste de las Bahamas, por tanto en el Océano Atlántico.
Son 8 islas principales y más de 299 de pequeño tamaño e islotes, que en total suponen una superfie de 948 kilómetros cuadrados, divididas en dos grupos, las Islas Turcas y las Islas Caicos.
La población apenas alcanza los 30.000 habitantes, de los cuales dos tercios viven en la isla Providenciales, la segunda más occidental de las Caicos mayores, y cuyas playas están consideradas entre las mejores del mundo. A ese atractivo se suma el clima relativamente seco y los casi 350 días de sol al año de que goza.
Las islas pertenecieron a la corona española hasta 1765, cuando fueron ocupadas por los franceses. Tras la Guerra de la Independencia estadounidense muchos leales a la corona británica optaron por abandonar norteamérica y se establecieron en las colonias caribeñas, Bahamas y Turcos y Caicos. Así, para 1799 estas últimas fueron anexadas por el Reino Unido que ya no cedería su posesión hasta la actualidad.
La historia política de Turcos y Caicos es quizá una de las más curiosas del mundo. Desde 1873 las islas pertenecieron a la colonia de Jamaica, bajo tutela del gobernador de ésta. Cuando Jamaica obtuvo su independencia del Reino Unido en agosto de 1962, pasaron a depender de la colonia de Bahamas.
Pero Bahamas obtuvo también su independencia en 1973, de modo que Turcos y Caicos recibieron finalmente su propio gobernador convirtiéndose en colonia y, más tarde, sucesivamente en Dependencia y Territorio Británico de Ultramar hasta la actualidad.
Pero por el medio surgió, ya en 1917, la cuestión canadiense. Ya desde principios del siglo XX las islas eran uno de los destinos favoritos de los ciudadanos del país norteamericano independizado en 1867. Por ello, ese año 1917 el primer ministro de Canadá Robert Borden sugirió la posibilidad de que Turcos y Caicos se incorporasen como una nueva provincia canadiense. Algo que a los británicos no les hizo mucha gracia.
En 1974 volverían a intentarlo, con una propuesta de ley presentada por el Nuevo Partido Democrático a instancias del ofrecimiento del gobierno de las islas, que finalmente el parlamento canadiense desestimó.
En 1980 los británicos llegaron a un acuerdo con el Movimiento Democrático Popular de Turcos y Caicos para concederles la independencia en 1982. Pero en las elecciones subsiguientes, que constituyeron al mismo tiempo un referendum, ganó el Partido Nacional Progresivo, contrario a la misma, que rechazó el ofrecimiento.
Hasta la actualidad la cuestión de la independencia se entrelaza con los intereses canadienses, cuyos ciudadanos constituyen el 12 por ciento del turismo que llega a la zona y cuyas empresas poseen el 30 por ciento de los hoteles y resorts. En abril del pasado año 2016 el Nuevo Partido Democrático anunció que estaba preparando una resolución para discutir la posibilidad de integrarse en Canada como su decimoprimera provincia.
Las ventajas para Canadá serían tanto de índole geoestratégica como económica, pudiendo contar con un puerto militar en unas aguas tradicionalmente muy disputadas.
Si algún día se produce esta integración las islas Turcos y Caicos se convertirían en el primer territorio canadiense en el área del Caribe y a tan solo mil kilómetros de Miami.
Pero las aspiraciones canadienses no se quedan ahí. Hace pocos meses intelectuales del país abogaban por anexar también Haití como protectorado, como un medio para solucionar los graves problemas del país caribeño.
Fuentes
Geocurrents / Narcity / Huffpost Canada / Wikipedia.
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