La «ciudad de los gigantes» descubierta en Etiopía

La arqueología volvió a sacar a la luz a mediados de 2017 una antigua ciudad perdida, enterrada y olvidada cuyas ciclópeas características arquitectónicas han llevado a sus descubridores a bautizarla extraoficialmente, medio en serio medio en broma, ciudad de los gigantes. Algo que se refrenda además con algunas leyendas locales sobre el extraordinario tamaño de sus habitantes.

Muchos mitos arcaicos son comunes a casi todas las culturas, por muy alejadas que estén geográficamente, debido a que se basan en conceptos básicos (la oposición Bien-Mal, un diluvio como origen del mundo, etc). Uno de los más extendidos es el de la existencia de gigantes, que se puede encontrar en varios continentes y civilizaciones, desde la sumeria y su descripción del héroe Gilgamesh hasta las leyendas nórdicas en las que los jotuns se enfrentan a los dioses, pasando por los cíclopes griegos, los nefilim hebraicos, el nosjthelj de los indios tehuelches, etc.

El caso es que un equipo de la Universidad de Exeter, Reino Unido, ha estado trabajando en Haarla, un lugar del este de Etiopía situado a unos ciento veinte kilómetros del Mar Rojo y a trescientos de la capital, Adís Abeba. Al frente de los trabajos se halla Timothy Insoll, un especialista en arqueología de las religiones y rituales, experto en la historia del Islam en África así como en otros cultos del continente. No es la primera vez que visita Etiopía porque ya antes estuvo excavando en Mursi.

David tras derrotar a Goliat/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Nacido en 1967, Insoll estudió en la Universidad de Sheffield y se doctoró en el St John’s College de Cambridge, donde entró como investigador antes de convertirse en profesor en Manchester, curador honorario de la Junta de Museos de Ghana y Conservador Académico Honorario de Arqueología Africana en el Museo de Manchester. Miembro de la Society of Antiquaries y de la Royal Asiatic Society, forma parte de las juntas editoriales de varias revistas especializadas y ha dirigido campañas de excavación arqueológica en varios yacimientos africanos de diversos países: Mali, Eritrea, Uganda, Ghana… También ha trabajado en rincones de otros continentes como Bahrein o la India.

Etiopía presenta un interés especial porque, aunque la imagen popular que hay sobre este país es de poco más de un desierto, lo cierto es que se trata de un estereotipo (también hay sabana, selva y alta montaña) y su historia, amén de interesante, guarda aún muchos secretos monumentales de gran valor. Buen ejemplo de ello es esta ciudad recién descubierta que, según los expertos, constituye una prueba de que Etiopía no era un lugar aislado y mantuvo intensas relaciones comerciales con el Golfo Pérsico, Egipto y la India entre los siglos X y XV.

Uno de los centros de ese comercio sería la urbe desvelada, que además ha proporcionado interesantes pruebas de ello en forma de numerosos objetos y joyas: fragmentos de vasos de cristal, cerámica, cuentas de collares, conchas de carey, cornalinas, piedras semipreciosas, monedas egipcias medievales de bronce y plata… Lo más sorprendente es que tienen orígenes de lo más variado: los hay del vecino Egipto y de Yemen, al otro lado del Mar Rojo; pero también de Madagascar, de las Maldivas e incluso de India y China. Todo ello se exhibirá en un futuro museo local que debería contribuir a dinamizar económicamente la región.

Asimismo ha producido asombro el hallazgo de una mezquita del siglo XII con un estilo parecido a las que se encuentran en Somalia y Tanzania, demostrando los más que probables contactos e influencias entre las diferentes comunidades islámicas africanas. Al ser uno de los enclaves musulmanes más antiguos de África, Haraar puede pasar a ser un sitio clave para averiguar más sobre los primeros pasos del Islam en el continente negro. Se cree que esta fe se extendió por tierras africanas tras la muerte de Mahoma a mediados del siglo VII; no obstante, hay teorías que sugieren que envió discípulos a Abisinia en esa misma centuria. El tema es importante porque hoy en día Etiopía es un país mayoritariamente cristiano, con sólo un tercio de su población musulmana.

Mapa de la zona/Imagen: Google Maps

Ahora bien, si todo esto ya es de por sí una sensacional noticia, adquiere tintes aún más fascinantes al saberse que el equipo británico también exhumó los restos de tres centenares de habitantes que habían sido sepultados en enterramientos con lápidas de rito islámico; ahora están procediendo a analizar químicamente dichos restos para determinar su dieta. El jarro de agua fría es para quienes esperaban que los esqueletos correspondieran a gigantes, aquellos que según el mito local, tenían que ser gentes de altura y fuerza extraordinarias; los huesos corresponden a personas normales.

Dicho mito se basaba en los grandes bloques de piedra usados para construir los edificios y muros, pero también en las extrañas piezas que de vez en cuando encontraban los vecinos actuales al labrar sus campos y que gracias a la arqueología sabemos que se trataba, en efecto, de ornamentos y monedas exóticas, procedentes de Oriente, lo que indicaría que en la ciudad no sólo vivían sus habitantes africanos sino que probablemente habría una comunidad extranjera bastante importante por la importancia comercial del sitio. Y ya se sabe que los foráneos siempre resultan misteriosos, levantando habladurías y recelos.

Pese a que la campaña ya lleva dos años, es muy difícil hacer olvidar los mitos que arraigan en la mentalidad popular. Como dice el propio Timothy Insoll sobre los presuntos gigantes de la ciudad: «Obviamente hemos refutado eso pero no estoy seguro de que nos crean plenamente ¡Algunos dicen que los cuerpos que hemos descubierto son los hijos de los gigantes!».


Fuentes

BBC / Okayafrica / Mail Online