A veces da la impresión de que el régimen nazi diseñó un plan para absolutamente todo, dado que tres cuartos de siglo después de que que terminara la Segunda Guerra Mundial aún siguen encontrándose algunos inéditos. Un buen ejemplo sería el que se desveló a mediados de 2017 en Chile, que tendría como objetivo atentar contra el Canal de Panamá para obstaculizar las comunicaciones marítimas de EEUU.

La información procede de los archivos de la PDI (Policía de Investigaciones) de Chile, desclasificada tras la exigencia de un grupo de diputados para esclarecer el grado de colaboración que hubo entonces por parte de estamentos políticos, sociales y económicos con la Alemania hitleriana. Como es sabido, América del Sur ejerció cierta atracción sobre los nazis en varios aspectos y si bien la parte más conocida de ella es el refugio que algunos países dieron a diversos criminales de guerra tras la victoria de los Aliados, otro episodio algo más oscuro lo constituyen las operaciones de espías germanos en tales latitudes.

Efectivamente, a finales de los años treinta se descubrió la presencia de esos agentes en suelo chileno -luego se supo que llevaban ocho años ya-, dedicados a anotar movimientos de barcos y tropas por el estrecho de Magallanes, ya que tenían su centro en la ciudad de Valparaíso. Además, difundían propaganda y organizaban entrenamientos paramilitares para jóvenes de ascendencia teutona (hubo una importante emigración alemana a Chile a principios del siglo XX). Incluso interceptaban las comunicaciones por radio de la marina chilena.

Por ello, el gobierno de Santiago creó una unidad especial llamada Departamento 50 (por el prefijo telefónico que usaban en su sede), cuya misión era buscarlos y arrestarlos. Este cuerpo empezó a operar en 1939 con veintidós hombres y logró desmantelar muchas de esas actividades, localizando dos redes e incautando armas, abundante munición, libros de códigos, miles de dólares en metálico y una estación de transmisiones. El principal cabecilla detenido resultó ser Bernardo Timmermann, un fotógrafo que cayó junto a sus tres ayudantes y unos cuarenta colaboradores. El éxito de aquella unidad fue reconocido por el mismísimo Edgar Hoover, director del FBI, del que se conserva una carta de felicitación.

Ese documento no es sino uno más entre el millar que en diez tomos encuadernados y correspondientes a unos ochenta expedientes que reseñan los procesos de investigación, declaraciones de testigos, fotografías y demás, que formaban parte de los archivos de la PDI (de la que dependía el Departamento 50) ahora desclasificados, remitidos al Archivo Nacional, digitalizados y sacados a la luz para su consulta y descarga pública desde la web oficial. Cubren un período de 1937 a 1944 y su autenticidad ha sido avalada por la directora del archivo.

Entre el material incautado por el Departamento 50 figuraban planes diversos. Uno preveía dinamitar las minas del norte del país para interrumpir las exportaciones de mineral a los Aliados. Pero probablemente el más sorprendente, ambicioso y audaz fuera el que pretendía atacar el Canal de Panamá, según explicó el director de la PDI, aunque no reveló los detalles de la operación. Obviamente, volar las compuertas del canal lo hubiera dejado fuera de uso durante bastante tiempo, con el consiguiente efecto negativo sobre la navegación interoceánica de la flota estadounidense que, recordemos, tenía que atender un frente en el Atlántico y otro en el Pacífico.

Esquema del Canal de Panamá/Imagen: Ripounet en Wikimedia Commons

De hecho ya se sabía de otro plan, este oficial, para bombardear en 1943 tan estratégico sitio con dos aviones Stuka JU-87 que se llevarían desmontados a Colombia en submarinos para allí volver a montarlos y hacer un raid sobre la Presa de Gatún (que está en la parte oeste); luego, los pilotos aterrizarían en un país neutral, asumiendo que quedarían internados en él hasta el fin de la guerra. Se bautizó con el nombre de Operación Pelikan o Projekt 14 pero nunca se llevó a cabo sin que se sepan las razones, presumiblemente por sospecharse de una filtración.

Es más, los japoneses también incluyeron al canal entre sus objetivos y diseñaron planes para atacarlo, en su caso recurriendo a submarinos, si bien el curso de la guerra, cada vez más adverso para Japón, fue diluyendo esa posibilidad alejando el teatro de operaciones de suelo americano progresivamente. Por si acaso, EEUU había destinado a su protección sesenta y siete mil hombres, repartidos por ciento treinta y cuatro puntos a lo largo del istmo, así como potente artillería tanto costera como antiaérea.

Resulta curioso que todo esto haya sido desvelado justo la misma semana en que se descubrió un pequeño tesoro formado por reliquias nazis y escondido tras una estantería de la casa de un coleccionista de Buenos Aires: unas setenta y cinco piezas variadas entre medallas, dagas, bustos, negativos fotográficos, instrumentos musicales, juguetes, material médico e incluso la lupa personal de Hitler, que demuestran que la trama nazi en Sudamérica aún puede seguir deparando sorpresas.


Fuentes

The Telegraph


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