Juana de Arco, María Bocanegra, Roza Yegorovna Shanina, Constanza Markiewicz o nuestras Agustina de Aragón y María Pita son algunas de las mujeres que han pasado a la posteridad por su participación, como combatientes de una forma u otra, en guerras y conflictos.
La India también tiene la suya, aunque resulte casi desconocida para la mayoría; si la historia tiende a olvidar a las mujeres, más aún en ese país donde el sexo femenino está un escalón por debajo.
Y, sin embargo, su biografía resulta realmente apasionante porque no sólo fue probablemente la espía más joven de la Historia sino que además formó parte de un regimiento exclusivamente femenino y mucho depués siguió sirviendo a su nación, ya de anciana, cuando dramáticas circunstancias lo exigieron. Se llamaba -y se llama aún- Saraswathi Rajamani.

La semblanza de Rajamani llama la atención de forma especial por varias razones. La primera, que en sentido estricto no es india pues nació en 1927 en Rangún (hoy Yangon), porque su padre tuvo que establecerse en Birmania (hoy Myanmar) huyendo de una posible detención por parte de las autoridades coloniales; la segunda, que era de familia adinerada porque el progenitor poseía una mina de oro en Tiruchirapali (en la región sureña de Tamil Nadu) y figuraba en el stablishment económico de la ciudad.

Por el asunto del exilio se puede deducir fácilmente que en el hogar siempre se vivió un fuerte espíritu nacionalista y se ansiaba la independencia del país respecto al dominio británico, por eso una parte de los recursos financieros se destinaban a la causa. La educación de la niña también fue poco habitual para esas latitudes, al ser tratada sin las restricciones tradicionales.
Apenas había cumplido diez años cuando Rajamani tuvo la oportunidad de conocer al mismísimo Mahatma Gandhi, que les visitó en su casa. Para entonces ella ya estaba imbuida de un marcado patriotismo y tratar con el líder espiritual de la oposición a los británicos parecía que podía constituir todo un sueño; no obstante, se cuenta que durante la entrevista ella se entretenía más bien en practicar el tiro en el jardín, todo un indicativo de la vía por la que apostaría en el futuro.
Sería pues otro cabecilla, Netaji Subhash Chandra Bose, el que seis años después la sedujera ideológicamente con un vibrante discurso pronunciado durante una visita a Rangún. Bose, también de familia acomodada, había estudiado Filosofía en las universidades de Calcuta y Cambridge pero sus simpatías pro-independentistas le llevaron a la cárcel dos años. En 1938 fue elegido presidente del Congreso Nacional Indio, cargo del que dimitió al año siguiente porque no estaba de acuerdo con la línea de no violencia de Gandhi. Tras múltiples detenciones fundó un partido nacionalista y vio una gran oportunidad al estallar la Segunda Guerra Mundial.
En 1942 se desplazó a Rangún para recaudar fondos y voluntarios con los que constituir el INA (Indian National Army), el brazo armado del nacionalismo indio, que se fundó ese mismo año para combatir por las armas al gobierno colonial merced a una alianza con el Imperio Japonés; éste, junto con la Alemania nazi, apoyaba al autoproclamado Arzi Hukumat-e-Azad Hind (Gobierno Provisional de la India Libre, cuya sede estaba en el Singapur ocupado por los nipones).
El INA no tendría una actuación muy destacada y una vez conseguida la independencia su recuerdo resultaba tan incómodo (por haberse alineado con el Eje) que se procuró enterrarlo en beneficio del movimiento de Gandhi.

El caso es que tan emotivo fue el discurso que la joven Rajamani donó todas sus joyas al INA. Abrumado por su ingenuidad, Bose quiso devolvérselas y para ello acudió a su propio domicilio, pero ella insistió y fue entonces cuando él le otorgó el apodo de Saraswathi, que ya llevaría siempre, en alusión a la diosa homónima de la mitología hindú (en español es Sarasvati, divinidad de la sabiduría, esposa e hija de Brahma y una de las integrantes de la trinidad principal femenina junto a Laksmi y Durgá).
Ese mismo año ingresó en el INA y al siguiente se incorporó al recién creado Regimiento Rani de Jhansi, que estaba formado íntegramente por mujeres voluntarias expatriadas y dirigido por una, la capitana Lakshmi Swaminathan (más conocida como Lakshmi Sahgal). El nombre mismo del cuerpo era un homenaje a Lakshmibai, una de las protagonistas de la rebelión india de 1857, el famoso Motín de los Cipayos, que ella apoyó y durante el cual murió encabezando una carga a caballo.
Rajamani fue destinada a labores de inteligencia y tomó parte en arriesgadas misiones en las que, aprovechando su juventud, se disfrazaba de chico bajo el nombre de Mani para mezclarse como sirviente con los mandos británicos e intentar conseguir información. Su gran momento llegó cuando una compañera fue arrestada y ella se infiltró una vez más entre el enemigo, esta vez vestida de bailarina, drogando a los oficiales y liberando a su colega.
Durante la huida resultó herida de un disparo pero pudo ponerse a salvo. Este tipo de actividades duraron dos años pero el final de la Segunda Guerra Mundial dejó al INA en una posición muy delicada y fue disuelto, así que Rajamani y su familia donaron todos sus bienes a la causa (mina incluida) y regresaron a la India.
Su nueva posición, lejos de ser para mejor, supuso una triste realidad: de pronto estaban sumidos en la pobreza y, lo que era peor, habían caído en el olvido absoluto por parte del gobierno que, como decía antes, prefería meter bajo la alfombra a quienes apoyaron aquella vía armada aliada de Japón.
Así, la vida de Rajamani transcurrió en la penuria, malviviendo en Chennai en un minúsculo piso de alquiler cuyo aspecto menesteroso intentaba disimular adornando las paredes con ajadas fotografías de Bose (el cual falleció en un accidente de aviación dos semanas antes de finalizar la guerra pero nunca se halló su cuerpo, lo que ha dado a elucubrar que en realidad todo fue un montaje para facilitar su huida).
Tuvo que esperar a 2005 para que el primer ministro de Tamil Nadu le concediera una pensión y una casa, vieja pero gratuita. Agradecida, ella donó las insignias que había llevado en el INA al Netaji Subhash Birthplace National Museum de Cuttack (en el estado de Odisha), la ciudad natal de Bose.
La avanzada edad de Rajamani no ha disminuido un ápice su voluntad. Al menos es lo que hay que pensar viendo que se dedica a recoger telas y ropa vieja para confeccionar vestidos destinados a los orfanatos y asilos. Pero, sobre todo, al saber que después del devastador tsunami de 2005 -que afectó a parte del litoral indio- donó su pensión a la cuenta de fondos destinados a socorrer a las víctimas.
Al parecer, el año pasado se inició el proceso de reivindicación de su figura con una serie de televisión. Sería interesante hacerla extensiva a otras muchas heroínas anònimas.
Fuentes
Women Against the Raj. The Rani of Jhansi Regiment (Joyce Chapman Lebra) / Women at War. Subhas Chandra Bose and the Rani of Jhansi Regiment (Vera Hildebrand) / Historia de la India (Barbara D. Metcalf y Thomas R. Metcalf) / Wikipedia.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.