En Estados Unidos se concedió nada menos que a un árbol la propiedad sobre sí mismo y, por tanto, sobre el pedazo de terreno sobre el que se asienta. Sucedió en la ciudad de Athens, condado de Clarke (Georgia).

Se trata del Roble Jackson, pues tiene nombre y todo, y dentro de lo curioso que esto puede resultar a cualquiera, lo es más si se tiene en cuenta que no es una noticia de actualidad sino una reseña histórica: la concesión de ese privilegio al vegetal tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX, a lo largo de los doce años que duró un largo proceso iniciado en 1820 y concluido en 1832.

El protagonista fue un roble blanco (Quercus alba), una especie autóctona de la mitad Este de América del Norte y que debe su nombre a la corteza grisácea que recubre el tronco. Por lo demás, los robles blancos suelen alcanzar un gran tamaño, tanto de alto como de ancho, así como una considerable longevidad que puede alcanzar hasta medio millar de años.

Lápida que parafrasea el documento de William Jackson / foto Dominio público en Wikimedia Commons

Para ser exactos, Roble Jackson ya no está en este mundo. Según calcularon los expertos, probablemente nació entre los siglos XVI y XVIII pero la exposición a la acción de los elementos, y muy especialmente a una fortísima tormenta de nieve que azotó la localidad Athens en 1907, lo debilitaron tanto que el 9 de octubre de 1942 cayó abatido definitivamente tras haberse roto su raíz, casi seguro mucho tiempo antes.

De hecho, ya se sospechaba de su mal estado de salud y por eso, con vistas a un posible desenlace fatal, se habían criado descendientes a partir de sus bellotas. Roble Jackson medía unos treinta metros de altura y su edad exacta se desconoce porque, por lo visto, a nadie se le ocurrió contar los anillos del tronco (en dendrocronología cada anillo equivale a un año, más o menos).

¿Por qué eran tan especial ese árbol? Es una historia estrechamente ligada a William H. Jackson, un profesor universitario descendiente de una ilustre familia georgiana de militares y políticos (su padre había sido senador y gobernador del estado, mientras que su hermano era miembro del Congreso de EEUU), propietario de la finca donde se alzaba Roble Jackson, del que el origen de su nombre queda así claro.

Al parecer, William se disponía a vender la finca y como guardaba muy buenos recuerdos de su niñez jugando a la sombra de su copa y quería perpetuarlos asegurándose de que el roble permaneciera allí mucho tiempo, no tuvo mejor idea que redactar un contrato de cesión de tierra, donándole los dos metros y medio de superficie que abarcaba alrededor del tronco:

«Yo, W.H. Jackson, de Clarke, en una parte, y el árbol de roble … de Clarke, de la otra parte: atestiguan, que el mencionado W. H. Jackson por la consideración, el gran cariño que le tiene al árbol mencionado, y el gran deseo de verlo protegido, por la presente le concede al mencionado roble la entera posesión de sí mismo y de la tierra que se encuentra a ocho pies en torno a sí».

Al menos ésta es la historia que contaba en portada un artículo del Athens Weekly Banner publicado el 12 de agosto de 1890 bajo el título Deeded to Itself (Hecho a sí mismo) y cuyo autor confesaba que difícilmente se podía comprobar la veracidad del asunto, dado que los posibles testigos de la época ya habían muerto mucho tiempo atrás.

De hecho, existe la teoría de que se tratase de una historia muy anterior, una leyenda folkórica, dado que no se conserva tampoco el documento jurídico -aunque el periodista aseguraba haberlo visto- y que, aún cuando éste existiera, carecería de valor legal porque el beneficiario de una propiedad debe aceptarla consciente y explícitamente; no parece que fuera el caso de Roble Jackson.

Postal de Roble Jaclson datada entre 1930 y 1945/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Jackson y su esposa Mildred tenían su hogar en una parcela de la calle Dearing Street catalogada como Lote 14, correspondiente al actual número 226. Sin embargo, los archivos del condado indican que el árbol se encontraba en el Lote 15 y además no coinciden los nombres de los compradores de la finca, pues tradicionalmente se dice que fue el doctor Malthus Ward en 1832 mientras que en los papeles figura el mayor James Meryweather.

Asimismo, se sabe que Jackson no pasó su infancia en Athens sino en Jefferson, con lo que no podría haber jugado bajo el roble salvo en alguna visita esporádica e incluso en tal caso parece improbable que le hubiera dejado tan hondo recuerdo.

Cabe preguntarse si se trata entonces de una leyenda bucólicamente adornada. Lo cierto es que la parcela del roble se encuentra en una intersección entre Dearing Street y Finley Street, por lo que puede que los tiros sobre el origen del asunto vayan por ahí.

El caso es que hoy en día se yergue en ese punto un hijo suyo, el más lustroso de los que cultivaron en su momento las damas del Athens Junior Ladies Garden Club y plantaron los estudiantes de Horticultura de la Universidad de Georgia el 4 de diciembre de 1946, es decir, cuatro años más tarde del óbito de su progenitor; es muy joven, pues, y todavía le faltan quince metros para alcanzar la talla del otro.

Y si a Roble Jackson se le conocía como The Tree That Owns Itself (o sea, El árbol que se pertenece a sí mismo), su vástago lleva el nombre de Son of The Tree That Owns Itself (El hijo del árbol que se pertenece a sí mismo), como si de un título de serie B cinematográfica se tratase.

Está inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos desde 1975 y tiene protección como Monumento Histórico de Athens desde 1988, constituyendo uno de sus principales atractivos turísticos.


Fuentes

The Toombs Oak, the Tree That Owned Itself, and Other Chapters of Georgia (E. Merton Coulter) / Athens (Emily Jean Doster y Gary L. Doster) / Georgia Curiosities. Quirky Characters, Roadside Oddities & Other Offbeat Stuff (William Schemmel) / Wikipedia.


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