¿Recuerdan el nombre en clave del jefe de James Bond? Es M, una letra que Ian Fleming, el autor de las novelas de 007, no usó al azar.

Era la inicial del nombre de un personaje real, el capitán sir Mansfield George Smith Cumming, al que homenajeaba como primer director de los servicios secretos británicos.

De hecho, el prestigio alcanzado por Cumming le llevó a aparecer en otras obras de ficción, como en la serie de televisión Reilly, as de espías (que TVE emitió en 1983) o los libros de John Le Carré (donde se le identifica con el apodo de Control).

La vida de Cumming fue realmente interesante, propia de su profesión. Nacido en 1859, era hijo de militar pero como su abuelo dirigía la famosa Compañía de las Indias Orientales, probablemente le legó el amor por el mar, así que el joven Mansfield se enroló en la Royal Navy, formándose como guardiamarina en el Britannia Royal Naval College, la misma prestigiosa academia de Darmouth en la que también estudiarían los reyes Jorge V y Jorge VI, entre otras ilustres personalidades.

Mansfield se graduó en 1878 con el despacho de subteniente y fue destinado al HMS Bellerophon, un ironclad (un tipo de vapor acorazado) en el que sirvió siete años, primero en Malasia combatiendo la piratería y luego en Egipto. Pero, a pesar de todo ese tiempo, el joven oficial no pudo nunca sustraerse a los fuertes mareos de la vida a bordo y terminó siendo retirado del servicio activo en 1885.

El HMS Bellerophon en 1866/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Aún en la Marina, empezó a trabajar en tierra, en la construcción de sistemas defensivos costeros y fluviales, a la par que fundaba una familia mediante su matrimonio en 1889 con la acaudalada Leslie Marian Valiant-Cumming, que fue quien le dio este último apellido al que hasta entonces sólo era el sencillo Mansfield George Smith.

También realizó varias misiones como agente de inteligencia naval por Alemania y los Balcanes, haciéndose pasar por empresario alemán. Pero lo verdaderamente interesante de su historia llegó ya en el siglo XX, en 1911, cuando la tensión con Alemania iba en aumento y se empezó a crear una especie de paranoia con la idea de que todos los germanos que vivían en suelo británico eran espías al servicio del káiser.

Ese año, Cumming se incorporó al SIB (Secret Inteligence Bureau), una organización creada dos años antes mediante la fusión de otros servicios de seguridad; Vernon Kell se ocupaba de la Home Section, oficina de seguridad nacional, mientras él quedaba como responsable de la Foreign Section , es decir, la agencia que actuaba en el extranjero.

Como tal, solía abreviar la firma de informes y órdenes con la letra C de su apellido (de su nuevo apellido, teniendo en cuenta que en realidad era el de su esposa) y esa costumbre la imitaron sus sucesores, convirtiéndola en una tradición, tal como citábamos al principio respecto a M y Control, junto con la de usar tinta verde.

En cualquier caso, Cumming fue forjándose una leyenda al frente de aquel servicio ya desde el momento en que, visitando Francia en 1914 ante la inminencia del estallido bélico, sufrió un gravísimo accidente automovilístico en el que murió su propio hijo Alastair y él quedó atrapado en el amasijo de hierros: se rompió las piernas y tuvieron que amputarle una, pero se difundió el bulo de que la operación se la hizo él mismo con su pluma ante la tardanza de ayuda.

Desde entonces él alimentó los rumores, en parte por estrategia y en parte porque parece ser que era bastante socarrón.

Finalmente llegó la Primera Guerra Mundial. En su transcurso, Cumming descubrió y arrestó a veintidós espías alemanes en suelo inglés, de los cuales fueron ejecutados la mitad.

Durante el conflicto, los servicios secretos fueron reorganizados una vez más, de manera que la Home Section dirigida por Kell pasó a denominarse MI5 mientras que la Foreign Section se convirtió en el MI6, dedicándose la primera a cuestiones de seguridad y la segunda a inteligencia.

Aunque el presupuesto era limitado, Cumming contó con la colaboración de algunos agentes especialmente célebres: si exceptuamos a William Sommerset Maugham, que en realidad no alcanzó la fama como espía sino como escritor (es el autor de Al filo de la navaja), su hombre más importante fue Sidney George Reilly, el mismo que interpretaba el actor Sam Neill en la mencionada serie televisiva, probablemente una de las fuentes de inspiración para el Bond de Fleming.

De la biografía de Reilly hay poco seguro y requeriría un artículo exclusivo, pero podemos reseñar que, aunque se cuentan sobre él muchas aventuras dudosas, al comienzo de la guerra se encontraba en Norteamérica como propietario de un negocio de venta de armas a Alemania y Rusia; cuando la prohibición le obligó a cerrarlo, Cumming le fichó para su equipo.

O le refichó, más bien, pues ya había trabajado antes para el Imperio Británico, acabando sus días desaparecido en plena Revolución Rusa tras intentar dar apoyo a Kerensky junto al propio Maugham, que hablaba ruso (cuando cayó el Gobierno Provisional, el espía-escritor dijo que «tal vez si me hubieran enviado a Rusia seis meses antes podría haber sido capaz de hacer algo»).

El otro gran frente atendido por la Foreign Section fue Irlanda, que aprovechó el contexto para alzarse en armas. Cumming fue el responsable de destapar los tratos con los teutones que realizaba todo un diplomático y caballero, sir Roger Casement, desde que quedara horrorizado con las barbaridades cometidas por el ejército británico en la Guerra de los Bóers. Casement, que era dublinés de nacimiento, entabló negociaciones con el enemigo para que éste enviara ayuda con vistas al levantamiento irlandés de Pascua de 1916, pero al final fue detenido y acabó también en el cadalso, sin posibilidad alguna de clemencia porque además su epistolario reveló que era homosexual.

Le enterraron en una tumba sin lápida ni cruz, aunque los restos mortales se repatriarían en 1965. Por cierto, se cree que Joseph Conrad, a quien conoció, se inspiró en sus relatos para El corazón de las tinieblas, pues Casement había estado en el Congo y le había hablado de él; Vargas Llosa le cita en El sueño del celta.

Firmado por fin el Tratado de Versalles, a Londres aún le quedaban algunos flecos espinosos que rematar. Uno era la Guerra Civil Rusa, en la que su agente, como vimos, terminó desaparecido. El otro fue la Guerra Anglo-Irlandesa, declarada en enero de 1919 por el aireacht (Primer ministro irlandés) Cathal Brugha en representación del autonombrado Dáil Éireann (Parlamento o Asamblea de Irlanda).

Los parlamentarios, con mayoría del Sinn Féin, autorizaron al IRA (Irish Republican Army) a iniciar acciones contra el enemigo, resultando asesinados dos policías. El gobierno inglés desautorizó al irlandés y se entró en una escalada de violencia a base de emboscadas y represalias que provocaría más de dos millares de muertos entre ambos bandos hasta la tregua de 1921 y las posteriores negociaciones que a finales de ese mismo año dieron como resultado el Tratado Anglo-Irlandés por el que se dividía el país en dos estados, Norte y Sur.

Pues bien, Cumming montó una red de espionaje que se llamó DDSB (Dublin District Special Branch) con la que se debía complementar la escasez de resultados que obtenían los cuerpos de seguridad.

Contaba con una veintena de agentes reclutados en el éjercito y entrenados específicamente para esa misión, a los que se unieron luego otros sesenta del MI5, nativos irlandeses. Había algo de confusión porque tras la Primera Guerra Mundial se había empezado a reorganizar el MI5, reduciendo considerablemente el presupuesto de la entidad y desmantelando «bases» en varios países, negándose Cumming al proyecto de fusionar el MI5 y el MI6 en una única entidad; opinaba que debían actuar por separado para no comprometerse mutuamente.

El caso es que entonces sorprendió a todos el episodio de Irlanda y fue necesario rectificar sobre la marcha, haciendo un apaño. Seguramente por eso se cometieron errores y una organización denominada The Squad, originalmente conocida como los Doce Apóstoles y que dirigía Michael Collins como servicio de contrainteligencia del IRA, identificó y asesinó a catorce de los agentes de Cumming en noviembre de 1920. Otros lograron ponerse a salvo pero a partir de ahí el DDSB fue retirado de Irlanda.

El nacimiento de la República Irlandesa, por Walter Paget(Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Pese a todo, Cumming gozaba de un prestigio incuestionable, como demuestra que el año anterior se le hubieran concedido las órdenes de San Miguel y San Jorge, normalmente reservadas al cuerpo diplomático y gobernadores coloniales. Y es que este hombre de apariencia afable y actitud habitualmente alegre -cuando no directamente bromista -como cuando jugaba a clavarse cortaplumas súbitamente en su prótesis para impresionar a sus interlocutores-, que no obstante tenía accesos terribles de cólera, había revolucionado literalmente los servicios de inteligencia con su capacidad organizativa y, sobre todo, concibiendo esos típicos gadgets de espía que solemos ver a Q inventar en las películas de Bond: cámaras fotográficas del tamaño de una moneda, microfilms escondidos en cigarrillos huecos, visores para la oscuridad…

De todo ello tenía, al parecer, predilección por las tintas invisibles y contrató a un físico para que las desarrollara, consiguiendo una a base de permanganato de potasio, antipirina y nitrato de sodio, aunque la más famosa fue la que recomendaba improvisar a sus agentes con semen (que al final se proscribieron por el fuerte olor que dejaban en el papel).

Su fascinante vida terminó el 14 de junio de 1923, al fallecer repentinamente en su casa de Kensington justo cuando estaba preparando su jubilación. Le sucedió el almirante Hugh Sinclair.


Fuentes

The history of MI6. The Intelligence and Espionage Agency of the British Government (Antonella Colonna Vilasi) / MI6. Historia de la firma ( Eric Frattini) / At Her Majesty’s Secret Service. The Chiefs of Britain s Intelligence Service, MI6 (Nigel West) / Wikipedia / Six: The Real James Bonds 1909-1939 (Michael Smith).


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