El color azul ha sido a lo largo de la historia de la humanidad uno de los más cotizados, identificado por ello con la realeza y la divinidad, debido a la dificultad de su obtención.

Los pigmentos azules se emplearon desde muy antiguo, pero de manera más tardía que otros como el rojo, negro, marrón u ocre, más fáciles de conseguir en la naturaleza y usados ya en el arte paelolítico.

Así en Europa se obtenía de la isatide (también conocida como hierba pastel), que proporcionaba un tinte añil. En Asia y África del índigo (indigofera tinctoria), un arbusto cuyo nombre alude también a la variedad de azul que proporciona.

Pero el pigmento azul más cotizado provenía de minerales como el lapislázuli, escaso y raro, y por tanto muy costoso. Los mayores yacimientos de lapislázuli están situados en el Hindukush de Afganistán, donde todavía son explotados con procedimientos muy similares a los empleados hace más de 3.000 años. Desde allí se exportaba a todo el mundo antiguo, siendo usado en joyas y recipientes en Mesopotamia y todo Oriente Medio.

Los egipcios importaban de aquellas minas grandes cantidades de lapislázuli para obtener la azurita, el polvo que proporcionaba el pigmento azul con que adornaban sus obras artísticas. Su precio era tan alto que incluso en tiempos medievales todavía cuadriplicaba el del oro.

Por eso hacia el 3000 a.C. buscaron la manera de fabricar su propio pigmento azul. Poco a poco fueron perfeccionando la técnica, que consistía en moler sílice, cal, cobre y una base alcalina, y calentarla a 800-900 grados centígrados de temperatura. El resultado obtenido está considerado como el primer pigmento sintético de la historia.

Azul Egipcio / foto Dominio público en Wikimedia Commons

Por ello se le denomina Azul Egipcio, un nombre que se empezó a utilizar a partir de principios del siglo XIX para distinguirlo del resto de pigmentos azulados.

Los egipcios lo usaban para pintar madera, papiros y lienzos, colorear esmaltes, incrustaciones y vasijas. Pero especialmente en el ámbito funerario en máscaras, estatuillas y pinturas de las tumbas, ya que creían que el color azul protegía a los muertos del mal en la otra vida. Incluso coloreaban con él los paños en que eran envueltas las momias.

Las primeras evidencias de su uso fueron identificadas por Lorelei H. Corcoran en un recipiente de alabastro, datado en la cultura Naqada III del período predinástico (hacia 3200-3000 a.C.), encontrado en 1898 en las excavaciones de Hieracómpolis en el Alto Egipto, que además lleva una inscripción con el nombre del Rey Escorpión. Hoy se halla en el Museum of Fine Arts de Boston.

Allí en Hieracómpolis, uno de los primeros núcleos antecedentes de la civilización egipcia, se encontraron también la tumba egipcia con pintura parietal más antigua conocida, y la primera colección zoológica de la historia.

El pigmento se siguió fabricando y usando durante toda la Antigüedad, siendo extendido por griegos (incluso en las esculturas del Partenón) y romanos, por lo menos hasta los últimos años del Imperio Romano de occidente (h. 395 d.C.), cuando la técnica cayó en el olvido y el secreto de la fórmula pareció perderse para siempre. Sin embargo el análisis con infrarrojos de algunas obras pictóricas del siglo XVI muestran indicios de su uso en la época.

Ningún antiguo texto egipcio hace referencia al método de producción. El primer testimonio que tenemos proviene del arquitecto romano Vitruvio, que vivió en el siglo I a.C. y lo describió en su obra De Architectura denominando al pigmento obtenido como coeruleum (cerúleo). Según Vitruvio se producía mezclando arena, cobre y natrón.

En la década de 1930 el arqueólogo Mahmud Hamza encontró en las excavaciones de Qantir, la zona arqueológica al nordeste del delta del Nilo identificada como la antigua Ramesés bíblica, objetos relacionados con la producción del pigmento.

Y más recientemente aparecieron crisoles de cerámica con restos de azul egipcio en el contexto de una gran industria de fundición de cobre, fabricación de vidrio y producción de loza, lo que sugiere que Qantir pudo ser un importante centro productor del pigmento.

Los antiguos egipcios no solo consiguieron así producir de manera industrial un color que era de los más difíciles y caros de obtener, sino que la tecnología empleada para ello precedió a la de fabricación de cristal en al menos 1.500 años.


Fuentes

Colourlex / Pigments through the ages / Egyptian blue — Cuprorivaite a window to ancient Egyptian technology (H. Jaksch et al.) / Egyptian Blue: the colour of technology (Philip McCouat) / Wikipedia


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