Cada año, el primer domingo que hay después del 12 de marzo, la noche se vuelve aún más silenciosa de lo normal en la ciudad de Ámsterdam.
Y no lo parecería a primera vista, ya que algunas de sus calles quedan abarrotadas de gente hasta las cuatro de la madrugada, pero es que esa masa mantiene un riguroso silencio pese a congregar a miles de personas. Claro que la religión está de por medio y eso le confiere un carácter especial a la reunión; se trata de la Stille Omgang o Procesión Silenciosa.
El origen del evento se remonta unos cuantos siglos atrás y originalmente no era mudo. Esa característica se incorporó en 1578, después de que las autoridades municipales, que eran calvinistas, prohibieran a los participantes, católicos, celebrar su procesión anual y les cerraran la capilla donde oficiaban su culto.
La Nieuwezijds Kapel, que tal era su nombre, ya no existe porque a causa de su estado ruinoso fue demolida en 1909 haciendo caso omiso a las protestas católicas y sustituida por otra moderna situada en la plaza Begijnghof.
No obstante, se conservan algunos restos de la anterior repartidos por varios rincones urbanos, como la estación de Metro Rokin, por ejemplo.
Ésta estación es precisamente el punto de llegada de la procesión actual, que en 1881, cuando recibió de nuevo el permiso para su celebración, recurrió al truco del silencio para evitar problemas: simplemente eran -son- un montón de individuos velas en mano que caminaban rezando para sí, sin cánticos ni la parafernalia al uso en ese tipo de actos.
Y es que, si bien los Países Bajos habían decretado la libertad de culto en 1795, las manifestaciones religiosas públicas continuaron postergadas hasta 1848. Luego, como decíamos, en el citado año de 1881 algunos católicos liderados por un grupo de ciudadanos amigos (curiosamente de mayoría laica) como José Lousbergh o Carel Elsenburg recuperaron la tradición.
Las cosas han cambiado hoy en día y se ha llegado a un acuerdo con los bares y cervecerías que hay en la ruta oficial para que cierren esa noche y poder mantener así el silencio; en 2006, fecha del 125º aniversario, incluso se retransmitió por televisión.
El recorrido, por el casco viejo y realizable aproximadamente en una hora, parte de la plaza de Spui y, pasando por las calles Kalverstraat, Nieuwendijk, Warmoesstraat y Nes, finaliza en Rokin para luego hacer el camino inverso.
Lo más interesante de todo esto es la razón por la que toda esa gente, coordinada por la Cofradía del Silencio, sale a procesionar una vez al año en primavera.
Y para saberlo hay que viajar aún más atrás en el tiempo, esta vez a la Baja Edad Media. Concretamente hasta el 15 de marzo de 1345, fecha en la que se produjo, según la tradición, el famoso Milagro Eucarístico de Ámsterdam; un suceso que le trajo a la ciudad popularidad en el mundo cristiano y, consecuentemente, impulsó su economía vía comercial, como solía ocurrir en estos casos.
Hay varias fuentes de la época que lo cuentan con ligeras variantes, pero hay cierto consenso general sobre los hechos básicos. Se cuenta que un moribundo que agonizaba en su casa de la calle Kalverstraat recibió la extrema unción y comulgó por última vez en su lecho pero, estando tan enfermo, vomitó lo ingerido.
La sirvienta lo recogió todo y lo echo al fuego de la chimenea; al día siguiente, cuando se disponía a encenderla de nuevo, se encontró la hostia flotando entre las llamas sin quemarse.I mpresionada, la recogió y llamó a un sacerdote, quien la guardó en un pequeño cofre y la llevó a la iglesia de San Nicolás (que aún está ahí, la actual Oude Kerk).
Sin embargo, una jornada después la sagrada forma reapareció en la casa de Kalverstraat y aunque se la volvió a trasladar, de nuevo retornó a aquel hogar sin que nadie supiera cómo. Fue entonces cuando el obispo de Utrecht declaró la autenticidad del milagro y lo dio a conocer públicamente, sacando la oblea en una procesión que encabezó él mismo.
La Procesión del Milagro fue institucionalizada como fiesta municipal a celebrar todos los años y la casa donde ocurrieron los hechos (del enfermo protagonista del suceso no hay más referencias) se sacralizó convirtiéndose en una capilla: la anteriormente citada Nieuwezijds Kapel, que pasó a ser el destino de numerosos peregrinos cuya llegada, como decíamos, enriqueció a la ciudad. Dicen que entre ellos figuró nada menos que el emperador Maximiliano de Habsburgo, que hizo el viaje buscando curación para sus achaques y que en agradecimiento concedió a Ámsterdam el derecho a incorporar su corona al escudo oficial.
Lamentablemente, la reliquia sagrada se perdió cuando un ladrón la robó y, al ser descubierto, la arrojó a los canales dentro de su custodia.
Hoy en día los actos no se limitan sólo a la noche del sábado al domingo sino que desde el miércoles hay misas y otros eventos como parte del período de Cuaresma, entre ellos visitas a lugares históricos más o menos relacionados con el tema: es el caso del curioso Amstelkring, un museo habilitado en la buhardilla de un edificio del siglo XVII, ya que, como en otros sitios más, esas partes altas de las casas se usaron para celebrar misas clandestinas cuando se prohibió el culto católico y ahí estuvo -y está todavía- la llamada Ons’ Lieve Heer op Solder (Nuestro Señor en la Buhardilla).
Ahora bien, es ese 12 de marzo el eje central de todo y acuden a participar peregrinos y holandeses en lo que constituye uno de los eventos religiosos más singulares del país.
Fuentes
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