Pasan los años y Ben-Hur sigue siendo la película que ha ganado más Oscars, once, empatada con Titanic y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey.
Aunque con la ventaja sobre éstas de que los actores Charlton Heston y Hugh Griffith se llevaron galardones y en las otras no hubo premio ni para ellos ni para ellas.
En cualquier caso, aquella «historia de los tiempos de Cristo», como era publicitada, fue toda una sensación durante mucho tiempo y superó ampliamente -la magia del cine es lo que tiene- al original literario en que se basaba; la novela homónima que había escrito el general Lewis Wallace.
¿General? se extrañará alguno. Sí, porque siempre quiso conservar el cargo que había alcanzado en una larga carrera militar, luego ampliada en la política y la diplomacia.
Lewis nació en Brookville, Indiana, en 1827. Su padre, que en su día se había graduado en West Point, había abandonado el ejército para dedicarse a las leyes y la política, siguiendo una tradición familiar que le llevó a ser gobernador del estado y congresista. Curiosamente, su madrastra (la madre falleció de tuberculosis cuando Lewis tenía siete años) también era una destacada activista que luchaba contra el abuso de alcohol y a favor del derecho al voto de la mujer, dos temas que entonces iban de la mano, como ya vimos en otro artículo.
Entretanto él siempre demostró más interés por las actividades al aire libre que por la escuela, si bien tenía un acentuado gusto por el dibujo y la lectura, que repercutió en una temprana afición a escribir. Ello hizo que pronto, a los dieciséis años, buscase trabajo para independizarse, primero como secretario y luego en una fábrica de armas.
No obstante, el peso de la tradición era considerable y empezó a hacer prácticas jurídicas en el bufete de su padre, a la par que escribía su primer libro, El dios rubio, ambientado en la conquista de México por Hernán Cortés, que sin embargo no publicaría hasta 1870. Fue entonces cuando estalló la guerra contra México; corría el año 1846 y Lewis corrió a alistarse, siendo nombrado teniente aunque no llegó a entrar en combate.
Al año siguiente volvió al despacho, dispuesto a encaminar su vida hacia el Derecho sin que ello fuera óbice para hacerse cargo del periódico oficial del Partido del Suelo Libre; una alternativa al bipartidismo imperante y cuyo principal objetivo era impedir que la esclavitud se extendiera a los nuevos territorios del estado, defendiendo crear una masa de pequeños propietarios libres. Pese a su impacto inicial, terminó absorbido por el Partido Republicano.
En 1848 Lewis contrajo matrimonio con Susan Arnold Elston, hija de un rico comerciante cuáquero, con la que tendría un hijo, Henry, que nació en 1853. Pero antes inició su carrera de abogado, siendo elegido fiscal de distrito en 1851. Cinco años después ya era senador por el estado de Indiana. Establecido en Crawfordsville, organizó una milicia denominada la Guardia de Montgomery, cuya gran peculiaridad era que la tropa vestía uniformes de zuavo al estilo francés; sus hombres integrarían más tarde, durante la Guerra de Secesión, el 11º Regimiento de Voluntarios de Indiana.
Porque el conflicto civil se acercaba a marchas forzadas y, cuando estalló, el gobernador republicano le pidió a Lewis que se incorporase al ejército de la Unión. Él aceptó con la condición de que se le diese el mando del regimiento y así fue cómo se puso al frente del cuerpo citado.
Su primera intervención fue en una escaramuza en Romney, Virginia, en junio 1861. Una victoria pequeña pero suficiente para que en septiembre recibiese un ascenso a general de brigada. Cinco meses después, formando parte de la división de Charles Smith, recibió la orden de tomar el fuerte Heiman como parte de la campaña que desarrollaba Ulysses Grant por el río Tennessee, participando luego muy activamente en el asalto a Fort Donelson.
Su capacidad para tomar la iniciativa en una situación difícil le hizo ganarse un nuevo ascenso a general de división. Entonces llegó el episodio más controvertido de su biografía: la batalla de Shiloh, en abril de 1862. Las líneas unionistas fueron sorprendidas por un súbito ataque confederado y Grant envió un edecán a Wallace, ordenándole que acudiera a Shiloh Church en apoyo de William Sherman. Al parecer las instrucciones no explicitaban qué ruta debía tomar, así que eligió la que consideró más segura (y la más lógica, según los historiadores); pero era también la más lenta para el traslado de casi seis mil hombres, máxime con las deplorables condiciones en que había quedado el camino tras unas fuertes lluvias, y eso le hizo retrasarse tanto que Sherman se vio obligado a abandonar su posición y retroceder.
Así, pese a que al final se ganó la batalla, a Wallace le llovieron las acusaciones, con la dificultad para defenderse que suponía el que aquellas órdenes que recibió fueran verbales, no escritas. Su juventud e inexperiencia (era el general más joven del Norte) fueron cuestionadas y le destituyeron, destinándole a la reserva.
Aquel incidente le amargó para el resto de su vida, manteniendo siempre que había actuado correctamente dentro de las limitaciones de la situación; es más, hay quien ve en el infortunio que sufre el personaje de Ben-Hur un reflejo de esa experiencia. El caso es que no volvieron a mandarle al frente hasta 1864.
Dos años antes se le encargó la organización de la defensa de Cincinatti y luego recibió el mando de un campo de prisioneros de Ohío, tras lo cual permaneció de descanso en su casa con esporádicas incorporaciones, aprovechando para iniciar una nueva novela , la que todos conocemos sobre un judío acusado injustamente por los romanos. No obstante, tuvo su oportunidad de reivindicarse y no la desaprovechó.
El 9 de julio de 1864 presentó en Monocacy tan enconada resistencia al ataque enemigo, pese a que éste le triplicaba en número, que el general confederado Jubal Early perdió un día entero en la batalla y, si bien al final salió victorioso, el empecinamiento de Wallace dio tiempo a Washington DC a organizar la defensa y a que llegaran refuerzos desde Fort Stevens. Early tuvo que retirarse a Virginia y Wallace fue elogiado por Grant.
Todavía prestaría algunos servicios más, unos negociando la rendición de los confederados en Texas y otros ayudando a los mexicanos a expulsar a los franceses que sostenían a Maximiliano (Juárez incluso le ofreció un muy bien pagado generalato en sus fuerzas armadas). También formó parte de la comisión que investigó el asesinato de Abraham Lincoln e integró alguna corte marcial, como la que condenó a muerte al comandante confederado Henry Wirz por sus crímenes de guerra al mando de un campo de concentración.
En noviembre de 1865 se retiró de la vida militar, pero como había perdido interés por la abogacía retomó su carrera política, de manera que en 1878 pasó a ser gobernador de Nuevo México, puesto que ocupó tres años. En su desempeño debió afrontar un grave problema, la llamada Guerra del condado de Lincoln, en la que dos bandos armados se mataron a tiros durante tres años por controlar las tierras y que requirió la intervención de la caballería; fue Wallace quien firmó la orden de capturar vivo o muerto a uno de los protagonistas de aquel conflicto, el célebre Billy el Niño, con quien llegó a entrevistarse personalmente.
También tuvo que frenar las incursiones apaches contra los colonos. A pesar del trabajo acumulado, encontró tiempo para terminar y publicar Ben-Hur.
Luego dio un giro radical a su currículum y aceptó ir a Turquía como ministro plenipotenciario de EEUU, viviendo en Constantinopla (actual Estambul) hasta 1885. En ese puesto le tocó mediar entre egipcios y británicos; no tuvo éxito, pero su esfuerzo fue alabado por los contendientes y por el propio cuerpo diplomático de EEUU.
Claro que no todos quedaron contentos con él: un periódico local publicó un duro editorial acusándole de déspota, por haber incitado el despido del intérprete del pachá de Jerusalén debido a que éste no le había mostrado el respeto acorde a su rango. Al margen, Wallace aprovechó para realizar numerosos viajes por el exótico entorno, buscando documentarse para nuevas novelas; era una oportunidad, ya que con Ben-Hur había tenido que recurrir a documentación escrita, sin conocer in situ los lugares donde se desarrollaba.
Con la elección de Grover Cleveland como presidente, fue relevado en 1885. Y aunque el sultán turco le ofreció que fuera su representante ante el mundo occidental, él prefirió retirarse y dedicarse a la literatura, pues dado el extraordinario éxito que habían tenido El dios rubio y, sobre todo, Ben-Hur, tenía enormes ingresos por sus ventas y no necesitaba otro trabajo.
De hecho, Ben-Hur fue el libro más vendido de EEUU en todo el siglo XIX, por encima de La cabaña del tío Tom, siendo traducido a varios idiomas y triunfando en todo el mundo hasta el punto de eclipsar el resto de la producción literaria de su autor (una decena de libros en total). En 1898, cuando estalló la guerra con España, Wallace propuso colaborar al frente de una milicia que organizaría él mismo. Pero por entonces ya tenía setenta y un años y su propuesta no fue tomada en serio, así que se presentó en la oficina de reclutamiento más cercana para alistarse a título personal; le rechazaron amablemente, por supuesto.
Tuvo que seguir el conflicto desde casa y falleció siete años después, el 12 de febrero de 1905. Hasta Mesala debió llorarle.
Fuentes
General Lew Wallace Study & Museum. / Shadow of Shiloh. Major General Lew Wallace in the Civil War (Gail Stephens) / Generals in Blue. Lives of the Union Commanders (Ezra J. Warner, Jr) / The sword and the pen. A life of Lew Wallace (Ray E. Boomhower) / Wikipedia.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.