Parece improbable que alguien desconozca quién fue Kim Philby, el espía británico que en realidad era un doble agente al servicio de la URSS y cuyo desenmascaramiento causó sensación en la primera mitad de los años sesenta.
Quien más quien menos, a todos les sonará el nombre y, en cambio, seguramente no resultarán tan familiares los de sus compañeros. Porque Philby no estaba solo; había otros cuatro infiltrados a los que se conoció -se conoce aún- como el Círculo de Cambridge.
Como se puede deducir, el punto en común que tenían -profesión aparte- era la universidad homónima, pues habían sido reclutados cuando eran estudiantes en sus aulas.
De hecho, todos pertenecían a los Cambridge Apostles (Apóstoles de Cambridge), una sociedad secreta académica que funcionaba desde su fundación en 1820 por George Tomlinson con el objetivo de impulsar debates intelectuales y aglutinar en sus filas a los mejores universitarios; entre ellos figuraron nombres famosos como el poeta Alfred Tennyson, los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, el escritor E.M. Forster o el economista John Keynes.
Algunos eran lo suficientemente inconformistas y rebeldes como para resultar atractivos de cara a un posible reclutamiento por parte del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, el antecedente de la KGB).
Y, en efecto, allá fue a pescar en los años treinta Arnold Deutsch, un agente soviético destinado en Gran Bretaña con la misión de buscar nuevos efectivos. Es difícil establecer el momento exacto en que se produjo el acuerdo con cada uno de los miembros del futuro Círculo, ya que no fueron todos a la vez, entre otras cosas porque eran de diferentes edades, ni la cosa se decidió de un día para otro.
Parece que los primeros contactos tuvieron lugar mientras eran estudiantes -el comunismo seducía a muchos jóvenes deseosos de conseguir una sociedad mejor-, pero en general el reclutamiento no se concretó hasta que se graduaron. El caso es que Deutsch consiguió fichar primero a Anthony Blunt, un socio honorario del prestigioso Trinity College, que era el mayor y quien le ayudó luego a contactar con los demás.
Los otros cuatro elegidos fueron el citado Kim Philby, Donald McLean, Guy Burguess y John Cairncross. Blunt, cuyo nombre en clave era Johnson, había nacido en Bournemouth (Inglaterra) en 1907, hijo de un vicario. Homosexual militante (uno de los personajes de la novela Maurice, de Forster, está inspirado en él), estudió Historia del Arte y en 1933 visitó la URSS, donde se supone que mantendría los primeros contactos con el NKVD. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en las filas del MI5 (el servicio de inteligencia británico) y luego desarrolló una prestigiosa carrera como profesor universitario y crítico de arte, siendo además conservador de la pinacoteca real, lo que le valió ser nombrado caballero (sir).
Esta imponente fachada empezó a derrumbarse en 1964, cuando el MI5 recibió información sobre sus actividades de un doble agente estadounidense arrepentido llamado Michael Whitney Straight, al que Blunt había reclutado décadas atrás. Al ilustre profesor le ofrecieron librarse de la cárcel a cambio de revelar cuanto supiera y tuvo que aceptar a regañadientes. El caso se mantuvo en secreto hasta 1979, cuando un periodista lo descubrió e hizo público provocando el consiguiente escándalo.
En realidad, el MI5 ya tenía la mosca tras la oreja desde 1961, año en que un desertor de la KGB, Anatoliy Golitsyn, dio parte de que había un quinteto de infiltrados. El ruso sólo pudo aportar dos nombres con seguridad, MacLean y Burguess, aunque sospechaba que Kim Philby también formaba parte; para entonces, éste ya se había fugado de Inglaterra porque supo que tanto el MI5 como el MI6 le tenían en el punto de mira. Su nombre en clave era Stanley y había nacido en la India en 1912, hijo de un militar destinado allí.
El paso por el país asiático fue el que le dio el apodo de Kim (en realidad se llamaba Harold), en alusión a la novela de Kipling. En el Trinity College estudió Historia y Economía, volviéndose un convencido marxista. Quiso colaborar en la causa y, de contacto en contacto, terminó captado por el OGPU (Directorio Político Unificado del Estado, policía secreta de la URSS precedente de la Checa).
Estuvo en la Guerra Civil española haciéndose pasar por periodista, ingresó en el SIS (antecesor del MI6) durante la Segunda Guerra Mundial, pasó por Estambul, Washington y Beirut y, en suma, tuvo una vida rocambolesca hasta que fue desenmascarado en 1962 y tuvo que refugiarse en la Unión Soviética.
En cuanto a los dos denunciados por Golitsyn, Donald MacLean, alias Homer, era noble y diplomático de carrera. Nacido en Londres en 1913, su padre se dedicaba a la política como representante del Partido Liberal así que Donald creció en un ambiente progresista y en Cambridge, donde estudiaba Filología, se afilió al Partido Comunista para luego ser reclutado por Anthony Blunt.
En la segunda mitad de los años treinta estuvo destinado en la embajada británica en París y ya antes de estallar la guerra el MI5 empezó a sospechar de él gracias a la información obtenida no sólo de Golitsyn sino también de otros desertores soviéticos; pero mientras, pasó informes de diversa consideración a la URSS (tanto como para que más tarde le condecorasen). Estuvo en EEUU (donde sus repetidas visitas a la embajada soviética parecían confirmar las sospechas) y Egipto antes de volver a Londres, aquejado además de una enfermedad nerviosa.
Philby le advirtió de que se le consideraba sospechoso y organizó su fuga porque temía que, por su carácter débil, confesara todo lo que sabía y desmantelara la red de espionaje en Gran Bretaña (paradójicamente, eso le puso a él en evidencia y los informes de Golitsyn remataron la cosa).
Guy Burguess, el hombre que usó Philby para advertir a MacLean, había nacido en Devon en 1911. También era hijo de militar e incluso había ingresado en la Academia Naval de Dartmouth, aunque no pudo seguir por padecer miopía. Se licenció en Historia en el Trinity College e ingresó en los Cambridge Apostles, donde conocíó a Blunt; como él, era homosexual y comunista.
Trabajó en la BBC y The Times y pasó a ser secretario del ministro de Exteriores, de cuyo despacho fotografiaba documentos secretos y los entregaba a la KGB. Alcóholico y de temperamento inestable, decidió acompañar a MacLean en su huida a la URSS, pero a diferencia de él nunca se adaptó a ese país ni aprendió el idioma.
Así hubiera quedado desmantelado el Círculo de Cambridge de no ser por un pequeño detalle: el quinto hombre, el que servía para conocer también al grupo como los Cinco de Cambridge, seguía siendo desconocido.
Los servicios secretos manejaban un elenco de candidatos, en el que figuraban otros dos apóstoles: Guy Liddell (que estuvo a punto de ser nombrado director del MI6 pero probablemente sólo era un ingenuo manipulado) y el mencionado Michael Whitney Straight.
Aparte, hubo otros nombres como Leo Long (delatado por Blunt), Andrew Gow, Wilfred Basil Mann o incluso el citado filósofo Ludwig Wittgenstein. Golitsyn también habló de John Vassall, aunque era un agente secundario del que se rumoreó que había sido sacrificado para encubrir a alguno más importante. Claro que el ruso también acusó a Harold Wilson, el mismísimo primer ministro…
Lo cierto es que, dado el guirigay público que se montó al saberse que el espionaje soviético tenía toda una red infiltrada, la búsqueda del quinto hombre se convirtió en un tema recurrente y resultaba curiosa la expresión porque recordaba El tercer hombre, la novela de Graham Greene quien, casualmente, había sido compañero de Philby en el MI6 (es más, se decía que Greene abandonó el servicio porque sospechaba de su amigo y no quería participar en su desenmascaramiento).
La identidad del verdadero quinto hombre no se supo hasta 1990, cuando el desertor ruso Oleg Gordievsky, excoronel de la KGB, le descubrió, confirmando lo que había dicho Blunt en 1964. Se llamaba John Cairncross, alias Liszt, quien también había estudiado en Cambridge y formado parte de los Apóstoles.
Como espía fue descubierto en 1951 e incluso confesó pero nadie le tomó por integrante del Círculo porque él siempre lo negó. Su declaración no sólo se mantuvo en secreto, como la de Blunt, sino que incluso se le permitió marchar al exilio. Al contrario que sus compañeros, Cairncross era un escocés de familia modesta nacido en 1913.
Estudió francés y alemán en el Trinity, donde ingresó probablemente en Partido Comunista (aunque era muy discreto en eso), sacando luego el número uno en las oposiciones a funcionario del Foreign Office.
Durante la guerra, en la que trabajó de criptógrafo junto a Alan Turing, proporcionó a los soviéticos miles de documentos, incluyendo algunos que resultaron vitales para su victoria en Kursk, y es posible que al acabar -formando parte ya del MI6- pasara también datos del Proyecto Manhattan que facilitaron a los soviéticos el desarrollo de su programa nuclear.
Cairncross trabajaba de forma independiente respecto a sus cuatro colegas del Círculo y por eso fue imposible relacionarle; tan sólo se le acusó en 1951 por encontrarse una carta suya en casa de Guy Burguess cuando éste escapó a la URSS. Despedido, se dedicó a la enseñanza literaria y a labores de traducción, primero en EEUU y luego en Italia, hasta que la prensa de investigación empezó a sacar otra vez su nombre como el famoso quinto hombre. La revelación de Gordievsky le debió amargar sus últimos años; murió en 1995.
Fuentes
Breve historia del espionaje (Carlos Herrera Hermosilla) / Los espías y el factor humano (Manuel Adolfo Martínez Pujalte) / TRIPLEX. More secrets from the Cambridge spies (Nigel West y Oleg Tsarev ed.) / Strategic Inteligence (Loch K. Johnson) / Wikipedia.
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