El 27 de febrero de 1973 medio mundo en general y todo EEUU en particular se quedaba atónito ante la noticia de que los indios habían vuelto a desenterrar el hacha de guerra y ocupado un pueblo de Dakota del Sur.

La llegada del FBI supuso el enfrentamiento a tiros, algunas bajas y un estado de sitio que se prolongó más de dos meses hasta alcanzar un acuerdo para deponer las armas.

Fue el llamado Incidente de Wounded Knee, lugar elegido por los rebeldes por su carácter emblemático, ya que allí se había producido una cruenta batalla más de un siglo antes que supuso el final definitivo de la resistencia indígena.

Aunque las Guerras Indias que ensangrentaron la historia de la joven nación estadounidense ya declinaban en la última década del siglo XIX, con los pueblos nativos derrotados y recluidos en áreas concretas, persistía en el hombre blanco cierto temor a un nuevo brote.

Por ello enseguida se intentaba atajar lo antes posible cualquier signo que pareciera indicarlo. Por esa razón, la difusión entre varias tribus de una especie de movimiento religioso que prometía un resurgir de los pueblos indios y se manifestaba en ceremonias poco tranquilizadoras para los colonos, llevó a las autoridades a intervenir: Toro Sentado, que era el líder espiritual, acabó asesinado durante su detención y sus seguidores lakotas reconcentrados en el campamento de Wounded Knee, situado en la reserva de Pine Ridge, en el invierno de 1890.

El famoso Séptimo de Caballería se encargaba de su custodia. El 29 de diciembre, al proceder a incautarles las armas a los indios, un viejo guerrero sordo se negó a entregar su rifle. Éste se disparó durante el forcejeo y desató el pandemónium: los soldados, que ya estaban con los nervios al límite por lo delicado de su misión, abrieron fuego sobre todo lo que se movía mientras los lakotas hacían otro tanto.

En medio del caos cayeron muertos o heridos hombres, mujeres, niños e incluso fueron alcanzados varios soldados, en buena parte por el fuego de sus propios compañeros. Al acabar el incidente prácticamente todos los lakotas habían sido exterminados; no se saben las cifras exactas pero se calcula que hasta trescientos indios cayeron, de los que sólo un tercio eran guerreros, mientras que el Séptimo tuvo veinticinco muertos y una treintena de heridos.

Se entiende, pues, el simbolismo del lugar para los insurrectos de 1973, protagonizado de nuevo por lakotas oglala integrados en el AIM (Movimiento Indígena Americano).

El motivo de la protesta era la acusación que hacían contra Richard Wilson, el presidente tribal, al que atribuían casos de corrupción, así como hacer visible públicamente su queja sobre la demora continua por parte del gobierno en el desarrollo práctico de los tratados.

Es decir, venía a ser una continuación de la situación decimonónica. Tres semanas antes había fracasado el intento de la OSCRO (Oglala Sioux Civil Rights Organization) por llevar las denuncias por medios jurídicos. Wilson continuaba en su cargo, reprobado por sus tintes autoritarios y su nepotismo; se le reprochaba que, en connivencia con el BIA (Bureau of Indian Affairs), manejaba a su antojo la concesión de empleos en la reserva beneficiando a unos sobre otros, siempre en perjuicio de los de raza pura (él no lo era) porque éstos, fundamentalmente oglalas, tendían a no querer participar en los programas gubernamentales y rechazaban la autoridad oficial en favor de la autogestión.

A todo eso había que añadir la mísera situación económica de la reserva, donde los indios eran dueños de la tierra pero su uso dependía en parte del ejecutivo y éste se mostraba lento en pagarles los arrendamientos agrarios a colonos, además de imponer el uso minero de una parte importante, cediéndoselo a compañías privadas.

El ambiente era de irritación y ante algunos brotes violentos, Wilson creó una especie de milicia personal, los GOON (Guardians of the Oglala Nation), con la que imponía el orden por la fuerza y atacaba a los opositores.

La situación se degradó aún más y muchos indios se retrajeron de participar en las elecciones. El citado fracaso de la OSCRO en llevar al presidente a juicio y la protección oficial que se le ofreció a éste se unieron al descontento por la violenta represión de una manifestación contra el asesinato de un indio por motivos raciales en la ciudad de Buffalo Gap y que acabó en batalla callejera.

La tensión acumulada terminó por estallar. Así, encabezados por Russell Means (muy popular hoy por haber interpretado a Chingachgook en El último mohicano), Dennis Banks y Carter Camp, los líderes del AIM, unos doscientos sioux ocuparon Wounded Knee, pequeña localidad de unos cientos de habitantes.

Uno de los coches del FBI/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Las fuerzas del orden -US Marshals y FBI- rodearon el lugar ese mismo día, ya que estaban en situación de alerta desde días atrás ante la posibilidad de que ocurriera algo, obteniendo la colaboración inmediata de los GOON. Se estableció un cordón alrededor del sitio durante diez días, pasados los cuales se levantó para facilitar el movimiento de la gente; sin embargo, ello permitió que se unieran más efectivos a los indios, pues para entonces todo el país estaba pendiente del asunto.

Aprovechando esa atención masiva, sus portavoces declararon que Wounded Knee pasaba a ser territorio oglala independiente, exigiendo negociar directamente con el secretario de Estado (el equivalente al ministro de Exteriores en EEUU). Paralelamente, una delegación viajó hasta Nueva York para solicitar el reconocimiento de la ONU, que lo denegó.

De esta forma, el cerco al pueblo se cerró de nuevo, incorporando vehículos blindados, apoyo aéreo y refuerzos de la Guardia Nacional. Como cabía esperar, hubo tiroteos entre ambos bandos que produjeron las primeras víctimas: un marshall quedó paralítico por un disparo, a lo que contestaron dos francotiradores policiales matando a sendos activistas, un cherokee y un oglala.

Las balas perdidas también alcanzaron a otros indígenas y a un periodista, a la par que un activista por los derechos civiles desapareció en medio del lío sin dejar rastro (se apunta a que asesinado al ser considerado un infiltrado del FBI). Y es que en las inmediaciones se fue asentando una multitud para apoyar las reivindicaciones indias y ayudar en su abastecimiento, porque la línea de actuación gubernamental fluctuó entre el intento de negociación -un esfuerzo que desempeñó, sobre todo, el fiscal Harlington Wood Jr- y la demostración de fuerza, plasmada en el corte de suministros a Wounded Knee (electricidad, agua, víveres y medicinas).

Como también se prohibió el acceso a la prensa, nadie tenía muy claro qué pasaba en el lugar; sólo que la situación se deterioraba por momentos con un recrudecimiento de la violencia que se plasmó en las bajas reseñadas.

El 26 de abril se registró un tercer fallecido, indio también, que decidió a los ancianos indígenas a poner fin al conflicto. Los insurrectos se las arreglaron para escabullirse y así, después de setenta y un días de cerco, las fuerzas gubernamentales entraron en Wounded Knee haciéndose con su control.

Los daños ocasionados por aquella batalla urbana no quedaron plenamente restañados hasta los años noventa, pero las consecuencias más trascendentes no fueron las físicas. La opinión pública tomó partido mayoritariamente por los indios y muchos famosos manifestaron públicamente su solidaridad, siendo el caso más mediático el de Marlon Brando, que rechazó ir a recoger su Óscar por El padrino enviando en su lugar a una actriz de ascendencia apache.

Asimismo los cabecillas de la revuelta fueron procesados en 1974 por agresión y conspiración pero resultaron absueltos debido a mala praxis de la fiscalía, que había solicitado repetir el juicio al sufrir uno de los doce jurados un derrame cerebral, aún sabiendo que los otros once votaron a favor de la inocencia; la apelación confirmó esa decisión judicial.

Entretanto Richard Wilson, el causante indirecto de los sucesos, no sólo siguió en el cargo sino que lo renovó entre acusaciones de fraude electoral e intimidación a los votantes, con decenas de agresiones a los opositores; no se fue hasta 1976.


Fuentes

Wounded Knee 1973. A Personal Account (Stanley David Lyman) / Ghost Dancing the Law. The Wounded Knee Trials (John William Sayer) / Hippies, Indians, and the Fight for Red Power (Sherry L. Smith) / Wikipedia.


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