De la misma manera que, en tiempos medievales, los musulmanes denominaban Al Ándalus a la Península Ibérica, los judíos le daban el nombre de Sefarad. Y es que, aunque parezca increíble, hubo una época en la que estas dos culturas y religiones convivieron junto a la cristiana en lo que hoy es España, aunque fuera con más tensiones de las que da la imagen clásica.

Conocemos sobradamente la civilización cristiana porque nuestro país, tal como es actualmente, proviene de ella. Tampoco nos resulta demasiado extraña la islámica, ya que fue la dominante durante muchos siglos y de ello quedan restos monumentales y culturales en numerosos lugares. En cambio, nuestro pasado sefardita ha quedado un tanto diluído y, aunque muchas ciudades ya señalizan en su casco urbano los límites y rincones más destacados de las antiguas juderías, apenas quedan algunas calles y sinagogas para ilustrarnos.

Una de las urbes que premiten descubrir más intensamente ese legado es Barcelona. A través de una actividad cuyo objetivo es dar a conocer espacios singulares creados por la sociedad civil desde la época medieval hasta la actualidad, se ofrece una atractiva combinación de historia, cultura y costumbres para comprender mejor quiénes fueron aquellos sefardíes a los que luego, en 1492, se obligó a salir del reino para unificar la fe nacional y que se llevaron el país en su memoria; ya saben la anécdota de que muchos descendientes actuales diseminados por el mundo aún guardan la llave de la casa familiar que tenían aquí.

Rincón del Barrio Judio de Barcelona / foto Malik Shabazz en Wikimedia Commons

Es más: según estudios biológicos, un 20% de la población española actual tiene genes sefarditas procedentes de los conversos que decidieron quedarse.

El caso es que hoy cualquier turista puede seguir la huella hebrea en la ciudad condal. Si vienes de fuera puedes reservar ferries a España con Ok Ferry, que enlaza la ciudad condal con las costas italianas y del norte de África. Bajo el nombre Sefarad, todos los sábados de 19:45 a 23:00 aproximadamente y partiendo de la Casa de la Seda (que fue la sede del gremio de terciopeleros y veleros en 1763) como punto de reunión, se ofrece una ruta siguiendo las explicaciones de un guía.

Placa hebraica en la calle Marlet / foto Enfo en Wikimedia Commons

A las 20:00 se recorre el call o barrio judío, incluyendo la entrada a la Sinagoga Mayor; la barcelonesa era la más antigua de Europa. A las 21:20 se retorna a la Casa de la Seda para verla por dentro. De hecho, en unos minutos se pasará a celebrar una cena de cocina típica kosher (o sea, respetando los preceptos religiosos que prohibe ciertos alimentos por impuros, como el cerdo, el conejo, el marisco y otros).

Es un menú degustación con platos tradicionales como el hummus de garbanzos, la kefta de cordero, el strudel, entre otros. No obstante, también hay un menú vegetariano (mutabal de berenjenas, parrillada de verduras…) y otro infantil (éste más normal, con macarrones, escalope y helado).

La Casa de la Seda está en la calle Sant Pere Més Alt 1A. Hacia las 23:00, tras cenar, habrá una pequeña charla sobre la historia y costumbres de los sefardíes, aclarando de antemano que, al igual que la visita guiada, es en castellano. Eso sí existe la posibilidad de otros idiomas (inglés, hebreo), sólo que es los domingos. Media hora después se dará por terminada la actividad.


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