Si ahora propusiéramos nombrar una escultura que represente a Berlín, a buen seguro que la mayoría de la gente se decantaría por la cuádriga que corona la Puerta de Brandeburgo.
En todo caso, alguien que conozca bien la ciudad podría reseñar alguna otra, pero es improbable que nadie citara el Berlin-Uhr o Mengenlehreuhr, en parte porque no se trata de un monumento al uso sino de un reloj callejero; el más raro que existe, probablemente, ya que no da la hora con agujas o números sino con colores.
Es más, aparte de su utilidad pública podría ser la clave para transcribir uno de los códigos encriptados más inextricables que existen.
Uno va caminando por la Budapester Straße y al llegar a la altura del edificio Europa-Center podrá contemplar lo que a primera vista parece un simple conjunto de rótulos indicadores pero que, al acercarse, carece de inscripciones o nombres. Se trata de un mástil que sostiene una serie de paneles de colores, algunos de los cuales están iluminados y otros apagados, mientras que un tercer tipo de ellos se encienden sucesivamente siguiendo una pauta concreta.
Para entender el sistema del Mengenlehreuhr es necesario saber qué representa cada panel porque a priori resulta un poco complicado. El disco solitario superior parpadea continuamente porque es el segundero (marca los segundos a ritmo de encendido-apagado), teniendo debajo dos filas de cuatro paneles rojos cada una; los de arriba representan cinco horas cada uno y los otros cuatro una hora cada uno, que se van iluminando según avanza el tiempo siguiendo el formato digital. Mas abajo hay otra fila de once paneles que alternan los colores rojo y amarillo, cada uno correspondiente a cinco minutos, y por fin una última hilera de cuatro paneles, cada uno de los cuales equivale a un minuto.
Todo ello puede sintetizarse con una fórmula matemática correspondiente a la llamada Teoría de conjuntos, que al fin y al cabo es lo que significa Mengenlehreuhr (Reloj de la Teoría de conjuntos). Dicha fórmula sería N= 300x1 + 60x2 + 5x3 + x4, teniendo en cuenta la identificación de cada uno de sus componentes y partir de la base de que es necesario reducir todos los tiempos a minutos. Así, N sería un número entre 0 y 1.140 inclusive (1.140 son los minutos que hay en 24 horas) mientras que x1, x2 y x4 son cifras de 0 a 4 y x3 de 0 a 11 (las x representan la primera luz de cada fila).
Asimismo, es necesario tener en cuenta que 300 son los minutos que suman los cuatro paneles de la primera fila (5 x 60), 60 sería el resultado de multiplicar 60 minutos por cada panel de la segunda fila y 5 correspondería a los minutos de cada panel de la tercera; sólo quedaría sumar el minuto de cada panel de la última hilera.
Evidentemente, el peatón que quiera consultar la hora necesitará hacer un pequeño esfuerzo (los conductores mejor que no lo intenten), pero el Mengenlehreuhr se ha ganado un pequeño hueco en el corazón de los berlineses por su originalidad desde hace ya bastante, cuarenta y dos años nada menos, pues se colocó en 1975 por encargo del Senado (aunque originalmente, hasta 1995, estuvo en otra ubicación, en el Kurfürstendamm esquina a Uhlandstraße, donde se alzaba la sede de ese organismo).
Su creador fue el ya fallecido ingeniero alemán Dieter Binninger, que también era relojero y tuvo la idea de diseñar uno que marcara el tiempo basándose en la citada teoría de conjuntos. Hubo sus problemas al principio, ya que no contó con el impacto que producían las vibraciones del tráfico rodado en las bombillas y ello obliga a cambiarlas periódicamente. Eso sí, muchos lo consultarán directamente en su smartphone, porque hay una app para ello.
Lo que seguramente nunca imaginó Dieter Binninger es que su inaudito reloj luminoso tendría un uso extra al convertirse en la clave para resolver uno de los mayores enigmas criptológicos del mundo actual: la escultura bautizada con el nombre de Kryptos, que desde 1990 decora el exterior del cuartel general de la CIA en Langley (Virginia, EEUU) y alcanzó cierta fama por el papel que jugaba en la novela El Código da Vinci.
Esta pieza, realizada por el escultor norteamericano Jim Sanborn, consiste en una gran plancha de bronce de cuatro metros de altura, con forma de S y dividida en cuatro cuadros, cada uno de ellos conteniendo un mensaje encriptado. Tres de ellos fueron descifrados a finales de la década de los noventa por un analista de la propia CIA y un informático, el primero de forma manual y el segundo usando un ordenador, pero el cuarto se resiste tenazmente a desvelar su secreto pese a que aficionados a la criptología de todo el mundo lo han intentado. Ésa es la razón por la que Sanborn, que siempre ha jugado un poco al gato y al ratón con la gente dando pistas ambiguas, decidió proporcionar dos en serio; ahí entra en juego el reloj berlinés.
Y es que el artista reveló que los caracteres del 64 al 69 (de un total de 98 en esa sección) significan BERLÍN, mientras que los que van del setenta al 70 y 74 equivalen a la palabra CLOCK (reloj, en inglés).
Evidentemente, la atención de todos los criptólogos se centra ahora en la capital germana y muy especialmente en el Mengenlehreuhr, dada su estrecha relación con la citada teoría matemática de conjuntos.
El problema es que, como dijo el propio Sanborn, «hay varios relojes realmente interesantes en Berlín», aunque también recomendó fijarse en ése en particular. El escultor ha realizado otras obras que también incluyen códigos encriptados de lo más diverso: Cyrillic Projector usa el alfabeto cirílico para plasmar un texto sacado de un antiguo documento de la KGB; Rippowan recurre a una lengua iroquesa, etc.
Fuentes
Set Theory Clock (Europa Center) / Berlin-Uhr / Uncracked codes and ciphers (Vance Gortman) / Kryptos (CIA) / Cultura Científica
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