De la mano de Heinrich Himmler, las organizaciones Ahnenerbe y Lebensborn, creadas ambas en 1935, tenían objetivos complementarios.
La Ahnenerbe era la Sociedad para la Investigación y Enseñanza de la Herencia Ancestral Alemana, una organización pseudocientífica que trataba de recabar pruebas y evidencias, además de formular teorías basadas en ellas, sobre la historia de la raza aria.
El objetivo era demostrar su supremacía a lo largo de la historia, y para ello financiaba expediciones arqueológicas, etnológicas y antropológicas, que la llevaron incluso al Tibet.
El Lebensborn, cuyo nombre significa fuente de vida, tenía como objetivo expandir la raza aria por el mundo. Para ello gestionaba orfanatos, hogares de maternidad, organizaba las adopciones, y ofrecía apoyo financiero a las madres solteras alemanas. También tenía un programa de reproducción selectiva, con el fin de mantener la pureza de la raza.
Durante la Segunda Guerra Mundial extendió sus actividades a los países ocupados, principalmente los del entorno germano, los Países Bajos y Escandinavia.
El caso es que todo eso evidentemente costaba dinero y éste no era precisamente abundante para todo aquello que no fueran gastos de defensa. Como los fondos estatales no cubrían las ambiciones de Himmler, éste tuvo que buscar otras fuentes de financiación. Y aquí es donde entra en juego un personaje llamado Anton Loibl.
Loibl había sido chófer de Hitler, pero para mediados los años 30 trabajaba en lo que hoy podríamos equiparar a un profesor de autoescuela, enseñando a conducir a los jóvenes alemanes. Al mismo tiempo se dedicaba a inventar cosas en su tiempo libre, y por su anterior trabajo conocía a Himmler, con quien parece que se llevaba bastante bien.
El caso es que Loibl inventó unos reflectores con esquirlas de cristal que se colocaban en los pedales de las bicicletas y así mejorar la seguridad de los ciclistas en condiciones de poca visibilidad. Le presentó su invento a Himmler, y éste vio la oportunidad de una nueva fuente de ingresos para sus organizaciones.
Rápidamente se creó una empresa con el nombre Anton Loibl GmbH, donde el inventor participaba en un 50 por ciento (aunque lo normal para la época era que los inventores se llevasen solo el 5 por ciento), mientras que el otro 50 era para las SS. Himmler se aseguró de que les fuera otorgada la patente de los reflectores (aunque al parecer había una solicitud anterior muy similar de otro inventor), y para septiembre de 1936 empezaron a producir, empleando, al igual que el resto de empresas de las SS, mano de obra esclava.
Durante un año no les fue demasiado bien. Pero como Himmler era de facto el jefe de policía del Tercer Reich, el 13 de noviembre de 1937 el código de la circulación alemán incorporó una nueva orden: todas las nuevas bicicletas fabricadas y vendidas en Alemania tenían que incorporar obligatoriamente los reflectores de Anton Loibl GmbH. Para ello cada fabricante debía comprar una licencia anual, que les supuso unos ingresos de unos 600.000 reichsmarks para 1939. ¿Brillante no?.
Inicialmente no todos estuvieron de acuerdo, algunos fabricantes se negaron a pagar las licencias, aunque como dice Heather Pringle en su libro El plan maestro: Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi, pronto vieron que era más sabio hacerlo. Normalmente no era necesario más que una simple carta firmada por Himmler personalmente para obligarles a obedecer la nueva ley.
A principios de 1940 Himmler se cansó de que Loibl se quedase con la mitad de los beneficios, así que fue expulsado de la empresa por incompetente (según cuenta Michael T. Allen en su libro sobre los negocios nazis Loibl no era demasiado bueno dirigiendo), y su parte se dedicó por entero a la Ahnenerbe y el Lebensborn. Cada una recibía en torno a 100.000 reichsmarks al año gracias a la venta de reflectores para bicicleta.
El final de la compañía llegó, junto con el de la Ahnenerbe y el Lebensborn, en 1945 con los juicios de Nuremberg. Sin embargo, todavía hoy la sección que Himmler introdujo en el código de circulación sigue vigente: todas las bicicletas alemanas deben llevar dos reflectores amarillos en cada pedal, además de uno blanco en la parte delantera y otro rojo en la trasera.
Fuentes
The Master Plan: Himmler’s Scholars and the Holocaust (Heather Pringle) / La orden negra: El ejército pagano del III Reich (Óscar Herradón Ameal) / The Business of Genocide: The SS, Slave Labor, and the Concentration Camps (Michael Thad Allen) / Wikipedia
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