Cómo se incorporaron los gurkhas al ejército británico

Soldados del 1º de Gurkhas Rifles hacia 1857/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

«Si un hombre dice que no tiene miedo de morir, está mintiendo o es un gurkha» dijo una vez un militar indio. Una de las principales fuerzas de choque del Ejército Británico es la que componen los batallones de gurkhas.

Que en realidad, aunque no sean tan conocidos, también sirven en otros países como India, Malasia o EEUU entre otros, bien como contingentes privados, bien integrados en sus fuerzas armadas. Pero ¿cuántos saben cómo y por qué ha llegado este pueblo a defender a quienes antaño fueron sus conquistadores?

Los gurkhas son orihinarios de Nepal (eso significa su nombre, derivado del distrito de Gorkha a partir del cual nació el reino del Nepal y que, a su vez, proviene de un legendario guerrero llamado Guru Gorkhanath), un país situado al norte de la India y caracterizado no sólo por su abrupta orografía (con un buen puñado de ochomiles y el Everest a la cabeza), sino también por su estratégica ubicación, separando la India de China.

Ello hizo que los británicos, en rápida expansión hacia el norte desde el subcontinente, quisieran controlar el territorio nepalí en aquella especie de partida de ajedrez sobre el mapa que se jugó en el siglo XIX y se conoce como el Gran Juego. Como cabía esperar, los habitantes del lugar no se quedaron cruzados de brazos.

Desde 1768 gobernaba allí la nueva dinastía fundada por Prithvi Narayan Shah, rey de Gorkha, que trasladó la capital a Katmandú y expandió sus dominios a los reinos limítrofes de Kumaon y de Garhwal, de manera que controlaba una región mucho mayor que la de las actuales fronteras. Ello llevó inevitablemente a un choque con los chinos, que obligaron a los nepalíes a retroceder y pagar fuertes tributos.

Guerreros gurkhas en 1815/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Pero China no fue el único adversario que se mostró receloso: ahí aparecen los británicos, que bajo la autoridad de la Compañía de las Indias Orientales estaban más que interesados en hacerse también con aquellas zonas del entorno. Consecuentemente, en 1814 estalló la Guerra Anglo-Nepalí.

Parte de las causas fueron económicas, pues los nepalíes se negaban a permitir a sus oponentes establecer rutas comerciales con Tibet a través de sus tierras, acuñando un aforismo muy significativo: «Con los mercaderes viene el mosquete y con la Biblia viene la bayoneta». Pero la compañía necesitaba urgentemente abrir esos mercados porque pasaba por una precaria situación, con falta de liquidez para afrontar pagos, sueldos y pensiones, y Nepal parecía el lugar idóneo para dar el giro estratégico que precisaba, incentivando las exportaciones de algodón -cuya demanda había bajado considerablemente- con lana de mayor calidad como la de aquellas montañas e incorporando el té -que en esa época se producía fundamentalmente en China-. A ello se unieron razones políticas: el recelo que despertaba el buen entendimiento entre marathas, sikhs y gurkhas, considerado una amenaza para el norte de la India.

La ocupación nepalí de Butwal, un principado vecino bajo la protección británica, y la imposibilidad de llegar a un acuerdo entre ambas partes para establecer la frontera común, se convirtió en el perfecto casus belli: el 1 de noviembre de 1814 Gran Bretaña declaró la guerra al Nepal. Allí eran conscientes de que debían prepararse para «pasar de cazar ciervos a combatir con tigres», aunque algún ministro nepalí no le daba mayor importancia al considerar inexpugnables aquellas montañas.

Curiosamente, también hubo adversarios que minimizaron ese difícil terreno considerando que dificultaba más a los defensores que a ellos, que además contaban con superioridad militar y moral.

Tratado de Sugauli, que puso fin a la guerra anglo-nepalí en 1816/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Las tropas británicas, cuatro divisiones (básicamente cipayos pero también algunos soldados británicos, artillería y caballería), avanzaron en dos frentes, oriental y occidental, debiendo confluir en el valle de Katmandú. En total, veintidós mil hombres al mando de Francis Rawdon-Hastings, Lord Moira, ante los cuales Nepal sólo pudo oponer catorce mil efectivos.

Sin embargo, su resistencia fue tan tenaz que los que esperaban una victoria rápida se llevaron un chasco; en una primera fase fue necesario librar media docena de batallas y, aunque al final se impusieron los británicos, en 1815 hubo que desarrollar una segunda campaña al rechazar los nepalíes un acuerdo. A principios de 1816 la guerra seguía activa y sólo se le pudo poner fin con una esforzada y costosa victoria definitiva pero con compromiso mutuo.

El Tratado de Sugauli de 4 de marzo de 1816 estableció la frontera oriental en el río Mechi y la occidental en el Mahakali a costa de que Nepal perdiera un tercio de su territorio y tener que aceptar un delegado británico en la capital (que en la práctica no se atrevía a salir de casa), pero a cambio recibió una compensación económica por el terreno perdido y fue reconocida la supremacía política como clase dominante de los gurkhas, cuyo extraordinario comportamiento militar ya había llevado a formar con cinco mil disidentes un batallón al servicio de Lord Moira antes de terminar el conflicto.

Con la paz se creó un nuevo batallón que pasaría a denominarse Gurkha Rifles, combatiendo en las filas de la Compañía de las Indias Orientales primero (hasta la Rebelión de los cipayos de 1857) y en las del ejército regular después, en múltiples guerras. Esa peculiar relación continuó tras independizarse la India merced a un acuerdo tripartito.


Fuentes

Gurkhas At War: The Gurkha Experience in Their Own Words, World War II to the Present (Col J.P. Cross) / The Gurkhas. Special Force (Chris Bellamy) / The Gurkhas (John Parker) / Wikipedia.