Los famosos guerreros de terracota son tan solo una parte del gigantesco mausoleo de Qin Shi Huang, el primer emperador de la China unificada, que reinó entre el 221 y el 210 a.C.
En realidad el complejo, situado a 30 kilómetros al este de Xian al noroeste del país, alberga más de 400 tumbas cubriendo la impresionante superficie de 60 kilómetros cuadrados. En él trabajaron más de medio millón de obreros durante 38 años, siguiendo un plan minucioso que pretendía reproducir a escala toda la China conocida.
La cámara principal, donde está la tumba del emperador, jamás ha sido abierta. El gobierno chino, según recomendaciones de los arqueólogos que trabajan en el lugar, no permite que sea abierta y examinada hasta estar en posesión de la tecnología que permita con total seguridad evitar que lo que sea que haya dentro se estropee. Pueden pasar años, décadas o siglos hasta que eso ocurra.
Pero entonces, ¿como sabemos lo que hay en el interior de la tumba? La respuesta se llama Sima Qian. El considerado padre de la historiografía china vivió entre el 145 y el 86 a.C. y escribió una historia general del reino que abarca más de 2.000 años en retrospectiva desde su propio tiempo.
Conocida como Shiji (Registros históricos), había sido comenzada por su padre Sima Tan, y Qian la completó en el año 91 a.C., unos cinco antes de su muerte. En ella se cuenta la historia de la construcción del gran mausoleo, el enterramiento de los guerreros de terracota y se dan datos concisos, como por ejemplo el número de 700.000 trabajadores participantes en la colosal obra.
Cuando sus escritos fueron examinados por los historiadores occidentales se tomaron con mucho escepticismo, como exageraciones e incluso leyendas míticas sin base histórica. Esto en parte estaba justificado porque Qian suele presentar a figuras legendarias e incluso mitólogicas de la historia de China como hechos históricos, asignándoles cronologías precisas.
No obstante los descubrimientos arqueológicos de las últimas décadas han confirmado muchas de las afirmaciones de los Shiji, como los guerreros de terracota y la situación de las tumbas de otros gobernantes. De modo que las afirmaciones de Qian se toman hoy con mucha precaución, y de ahí las reticencias a abrir la tumba de Qin Shi Huang.
Porque nadie sabe exactamente lo que hay en el interior, pero Sima Qian afirma que en el gran palacio subterráneo, de un tamaño mayor al de un campo de fútbol, hay una reproducción a escala de la China conocida en aquel momento. Incluyendo más de cien ríos, lagos y mares. Una especie de microcosmos donde en lugar de agua se habrían utilizado grandes cantidades de mercurio para simular el fluir de los ríos.
¿Es posible que Sima Qian tenga razón también en esto? En la década de los 80 investigadores del Instituto de Exploración Geofísica y Geoquímica de China hallaron que la tierra que rodea la tumba contiene concentraciones de mercurio considerablemente más altas que las del resto de la región. Mientras que en lugares alejados de la zona los suelos contenían un promedio de 30ppb (partes por billón) de mercurio, el promedio sobre la cámara dera de 250ppb, y en algunos sitios llegaba a 1500ppb. Algunos de los arqueólogos que trabajan en el lugar creen que es una posibilidad muy factible.
Máxime cuando las últimas pruebas realizadas para medir la resistividad del suelo arrojaron una característica del terreno intrigante. Una anomalía de fase que se produce cuando una corriente eléctrica es reflejada por una superficie conductora, como el metal.
Además, el análisis de la distribución de los niveles de mercurio reveló que era más alta en el noreste, y después en el sur, mientras que la esquina noroeste tenía niveles muy bajos. Superponiendo esta distribución sobre un mapa de China coincide curiosamente con la ubicación de los dos grandes ríos de China, el Amarillo y el Yangtsé, vistos desde la antigua capital Qin, a unos 30 kilómetros del monumento.
Según Yinglan Zhang, que dirigió las excavaciones entre 1998 y 2007, debería haber muchos otros artefactos culturales y reliquias enterrados en la cámara principal y en otras tumbas a su alrededor, posiblemente cosas que están más allá de nuestra imaginación. Pero también opina que es posible que la distribución del mercurio no sea un indicador fiable. La cámara puede haberse derrumbado hace miles de años, igual que ocurrió con las fosas que contienen el ejército de terracota. El mercurio puede haberse volatilizado y drenado a través del suelo durante siglos.
Hay que tener en cuenta que los guerreros de terracota se hallaron fuera del muro de unos 2 kilómetros que rodea la cámara principal. En el interior del muro se hallaron edificaciones que contenían comida y otros objetos que el emperador podía necesitar en la otra vida. Igualmente es posible que el emperador no fuera enterrado solo. Sima Qian afirma que muchos oficiales fueron enterrados con él, aunque no está claro si estaban vivos o muertos en ese momento. Muchos de estos edificios y objetos pudieron se dorados empleando oro y plata diluidos en mercurio como pigmento, una práctica habitual en la época.
Si fuera el caso de que el mercurio detectado hubiera sido empleado con estos fines decorativos, los especialistas dudan de que haya una gran cantidad. Basándose en estimaciones sobre la producción de mercurio en la era Song, creen que a lo sumo estaríamos hablando de unas 100 toneladas, cerca de 7 metros cúbicos. Es posible que nunca sepamos los secretos que guarda la tumba del emperador Qin Shi Huang.
Fuentes
Chemistry World / Science and Civilisation in China (Joseph Needham) / Chinese refuse to open the mysterious tomb of their first emperor and the remaining 6,000 terracotta soldiers / The Secret Tomb of China’s 1st Emperor: Will We Ever See Inside? / Wikipedia
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