Narraba Robert E. Howard que su personaje más conocido, Conan el bárbaro, empezó siendo un bandido y tras librar mil combates y vivir no menos aventuras llegó a ser rey por sus propios méritos.

Pero ese modelo de vivencia, escalando en la jerarquía social a base de fajarse entre barro y sangre hasta alcanzar la cúspide en forma de corona, no era producto exclusivo de la imaginación del escritor; la Historia nos muestra algunos casos reales parecidos y uno de ellos fue el de Momchil, el héroe épico de Bulgaria.

Momchil es el protagonista de varios relatos del folklore tradicional eslavo, una especie de Cid o Roldán incansable en su lucha contra los turcos, que sólo muere por una traición y cuyas gestas se han reproducido en diversas manifestaciones artísticas incluso hoy en día (libros, óperas, etc). Un personaje estrechamente ligado a la articulación histórica de Bulgaria hasta el punto de dar nombre a más de una localidad y que protagonizó uno de los episodios más curiosos de la Guerra Civil Bizantina -también llamada Segunda Guerra Civil Paleóloga- a mediados del siglo XIV.

Los Balcanes en 1340 / Imagen:Goran tek-en en Wikimedia Commons

En 1341 falleció el emperador Andrónico III Paleólogo, un hombre que se había pasado la vida intentando frenar el imparable avance otomano hacia occidente. Como su hijo Juan sólo tenía nueve años, se desató un grave conflicto por hacerse con el poder en el que las clases medias y bajas mantenían su fidelidad a los regentes (la viuda Ana de Saboya y el duque Alejo Apocaucos) mientras que la nobleza se decantaba por el ministro Juan Cantacuceno.

Esta división se extendió al plano religioso, ya que a Cantuceno le apoyaban los hesicastas (una doctrina ascética impulsada por monjes eremitas) frente a la ortodoxia del patriarca Juan Kalekas, que estaba del lado del trono. El ministro intentó dar un golpe de estado y autoproclamarse emperador pero los otros no cedieron y estalló la guerra civil.

En medio de ese caos, agravado por un brote de Peste Negra, los turcos aprovecharon la ocasión para retomar su expansión pero también lo hicieron los serbios (que se quedaron con lo que hoy son Albania, la región del Épiro y buena parte de Macedonia) y los búlgaros (que ocuparon la parte norte del río Evros).

Y también es cuando aparece Momchil, un carismático haiduque (bandolero) que supo sacar tajada de aquella inestabilidad fronteriza para robar y saquear en uno y otro lado con cierta seguridad, liderando un grupo lo suficientemente importante -dos millares de hombres- como para alquilar sus servicios en mercenariado.

Juan VI Cantacuceno / imagen Dominio público en Wikimedia Commons

Antes de morir, Andrónico había contratado a Momchil y los suyos para que, paradójicamente, protegieran la región que habían estado asolando (Mérope, un montañoso tapón entre Grecia y Bulgaria), en una buena muestra del viejo refrán Si no puedes vencer a tu enemigo únete a él. Lo de proteger es un decir porque los bandidos siguieron esquilmando el lugar hasta el punto de que si los búlgaros le detestaban, los bizantinos de la frontera tampoco estaban muy satisfechos, así que Momchil cambió de señor y pasó a servir al rey serbio Esteban Uroš IV Dušan. Fue entonces, durante esa estancia en Serbia, cuando conoció a Juan Cantacuceno, que desde allí planeaba hacerse con el trono bizantino; ambos se pusieron de acuerdo para colaborar.

En efecto, el estallido de la citada guerra civil bizantina llevó a Momchil, ya con varios miles de efectivos entre infantería y caballería, a participar al lado del aspirante a cambio del gobierno de Mérope. Ahora bien, la fidelidad de un mercenario siempre es veleidosa y se ofrece al mejor postor, por eso no resulta raro que en 1344 cambiara de bando a las filas del joven heredero; cabe suponer que le ofrecieron unos emolumentos más que considerables.

El caso es que a las órdenes de Juan V derrotó a los turcos una y otra vez para luego enfrentarse a su anterior señor y vencerle también. Cantacuceno debió de entender entonces que no era bueno tener a aquel exbandido como enemigo y consiguió atraérselo de nuevo, concediéndole el cargo de sebastocrátor (una especie de gobernador), cosa curiosa porque Momchil, en un alarde, jugaba a dos bandas y le arrancó a la otra parte el nombramiento de déspota (que no era una palabra despectiva como ahora sino un título equivalente al latino dominus, es decir, señor, lo que en cierta forma le emparentaba con la familia real).

El poder que acumulaba Monchil fue tal que finalmente, en la segunda mitad de 1344, decidió trabajar por cuenta propia, reinando de facto sobre Mérope y la costa griega del Egeo, estableciendo su capital en la recién conquistada ciudad de Xánthi. Una auténtica provocación para Bizancio, que al año siguiente envió un ejército para someterle.

Fortificaciones en Periteorion cerca de Amaxades, noreste de Grecia, lugar donde Momchil murió / foto Ggia en Wikimedia Commons

Era una fuerza poderosa, compuesta por veinte mil soldados, parte de ellos bizantinos y otra parte turcos del beylicato de Aydin (Asia Menor) al mando del general otomano aliado Umur Beg, ante la que Momchil, con tan sólo cinco mil infantes y trescientos jinetes, no podía enfrentarse en campo abierto. Por tanto decidió frenar al enemigo mediante una táctica defensiva, atrincherándose en la ciudad de Periteorion; sin embargo, le denegaron la entrada por temor a las represalias posteriores, así que no le quedó más remedio que parapetarse en unas ruinas extramuros.

Fue inútil. El combate tuvo lugar el 7 de julio de 1345 y la caballería búlgara resultó masacrada por los arqueros turco-bizantinos que, a continuación, enviaron a sus jinetes a terminar el trabajo. Momchil murió durante la refriega arma en mano y Cantacuceno, que perdonó la vida a su esposa, recuperó el control de Mérope. No lo retendría mucho tiempo porque si bien dos años más tarde firmó un acuerdo por el que gobernaría junto a Juan V Paleólogo durante una década para luego dejarle en solitario (cuando fuera adulto), incumplió el pacto para intentar legar el trono a su hijo y finalmente, en 1354, fue obligado a abdicar.

Cantacuceno abandonó la vida política para hacerse monje en el monte Athos mientras los otomanos estrechaban su cerco sobre los Balcanes y Momchil se convertía en una leyenda nacional búlgara.


Fuentes

Breve historia de Bizancio (Warren Treadgold) / Historia del estado bizantino (Georg Ostrogorsky) / Breve historia del Imperio bizantino (David Barreras Martínez y Cristina Durán Gómez) / Wikipedia


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