La creencia de que las murallas de Troya estaban construídas formando un laberinto ha asociado su nombre a un antiguo motivo ornamental y constructivo.
Aunque nada en el registro arqueólogico lo sustenta, desde la Antigüedad se extendió la leyenda de que los muros de Troya estaban construídos en la forma de un complejo laberinto defensivo, de modo que cualquier enemigo que accediese al interior sería incapaz de encontrar la salida.
Esta relación se ha rastreado en algunas piezas halladas en yacimientos etruscos en Italia, como el jarrón del siglo VII a.C. encontrado en Tragliatella que muestra un laberinto junto a la palabra Trvia y que es probablemente el origen de la asociación del término. También en monedas griegas, e incluso se ha hallado uno pintado en un muro de Pompeya.
La teoría más plausible es que su origen se refiere al cretense laberinto del minotauro, por alguna razón confundido con la ciudad troyana. El caso es que actualmente se denomina Ciudad de Troya a este tipo de representaciones.
Motivos similares aparecen en una tableta de arcilla micénica escrita en Lineal B encontrada en Pilos, que data del 1200 a.C. Pero también en petroglifos de la Edad del Bronce en España, en grabados rupestres de la Edad del Hierro en el norte de África, y lugares tan distantes como la India, Sumatra y Java.
El motivo aparece también en la forma de laberintos megalíticos encontrados principalmente en zonas costeras e islas de Escandinavia y Rusia. Hay alrededor de 300 en Suecia, 200 en Finlandia, 60 en Rusia, 20 en Noruega, e incluso algunos pocos ejemplos en Estonia y Alemania. Los investigadores opinan que el motivo surgió pues de manera independiente en varias culturas, e incluso lo comparan con algunos de la cultura Nazca peruana.
Estos laberíntos megalíticos europeos suelen tener un diámetro de entre 5 y 25 metros, y están formados con piedras relativamente pequeñas, de entre 30 y 40 centímetros de diámetro, dispuestas formando curvas espirales, en ocasiones dobles. La entrada y la salida del laberinto se realiza por el mismo sitio, normalmente orientado al sur o al suroeste.
Su función y datación exacta son desconocidos todavía, estimándose el origen de los más antiguos en torno al año 3000 a.C., y los más modernos en época medieval. Se han propuesto varias hipótesis que los relacionan con juegos y danzas rituales, supersticiones de pueblos pescadores, como trampas pétreas para atrapar dentro a los espíritus que provocaban temporales, e incluso como símbolo del paso al más allá.
Los que existen en el archipiélago ruso de las islas Solovetsky en el Mar Blanco destacan por su grado de conservación, encontrándose aquí también el mayor de todos los conocidos.
La mayoría, unos 14, se encuentran en el extremo oeste de la pequeña isla Bolshoi Zayatsky que tiene solo 1,25 kilómetros cuadrados de superficie.
Junto a ellos existen multitud de túmulos funerarios y otras estructuras megalíticas, sin que se conozca exactamente su relación ni si fueron creados por el mismo pueblo. Todo el conjunto está catalogado como Patrimonio de la Humanidad desde 1992.
Fuentes
Wondermondo / El pasado arqueológico del archipiélago Solovetsky / The Solovki Encyclopedia / Wikipedia
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