Todavía hoy no se conocen las causas del retraso del ejército mongol en su ayuda a los cruzados durante la invasión de Tartús.

Ya hemos hablado anteriormente de la participación de fuerzas mongolas en el escenario de las Cruzadas, un hecho que les haría cosechar su primera derrota en muchas décadas. Ahora vamos a centrarnos en otro fiasco, del cual las fuentes cristianas les suelen culpar habitualmente, porque supuso la pérdida definitiva de territorio cristiano en el Levante, el fracaso del ataque a Tartús y la caída de Ruad.

Los cruzados habían perdido Jerusalén en 1187, en 1291 había caido Acre y poco después lo hacía también Tartús, el último cuartel general cruzado. El Reino de Jerusalén se trasladó a la isla de Chripre, mientras que la presencia cristiana se retiraba hacia el norte, con fortalezas defendidas por los armenios del reino de Cilicia y los caballeros Templarios y Hospitalarios.

Ghazan y Haitón II en el Libro de las Maravillas (siglo XV) / foto Dominio público en Wikimedia Commons

Para 1299 estas fortalezas también habían caído en manos de los mamelucos, lo que hizo al rey armenio Haitón II temerse lo peor y buscar ayuda de manera desesperada, solicitando el auxilio de Ghazan, el séptimo kan mongol de Persia. Éste aceptó e invitó al rey de Jerusalén (en Chipre) y al papa Bonifacio VIII a organizar una fuerza combinada. Así, el 22 de diciembre de ese año el ejército mongol junto al de Haitón II y contingentes templarios y hospitalarios derrotan a los mamelucos en la Batalla de Homs.

Pero Ghazan tiene que regresar rápidamente porque su territorio está siendo atacado desde el kanato de Chatagai, en el contexto de las guerras civiles que enfrentaron a los diferentes estados mongoles. Aun así, promete regresar a finales del año siguiente, emplazando a los cristianos a preparase para una nueva campaña.

Mientras tanto los mamelucos consiguen reconquistar rápidamente los territorios perdidos en Tierra Santa y Siria, de modo que para noviembre de 1300 se prepara una expedición para recuperar Tartús, en aquel momento el punto más vulnerable de la costa.

Isla de Ruad en Google Maps
Isla de Ruad en Google Maps

El plan consistía en establecer una cabeza de puente en la isla de Ruad, situada a unos 3 kilómetros frente a Tartús, desde la cual las tropas del Reino de Jerusalén, junto con caballeros templarios, hospitalarios y teutones, invadirían la ciudad transportados en barcos. Al mismo tiempo y de manera sincronizada con el desembarco las tropas mongolas del Ilkanato de Persia debían lanzar una ofensiva terrestre para abrir un segundo frente.

Una fuerza de unos 600 hombres compuesta por cruzados bajo el mando de Amalrico de Lusignan, en la que se integran más de 300 templarios y hospitalarios, además de algunos miles de turcopolos y otros auxiliares, es trasladada desde Chipre con sus caballos y acantonada en la isla de Ruad. Desde ahí lanzan varios ataques sobre Tartús, esperando que los mongoles cumplan su parte del trato. Sin embargo estos no aparecen y los cruzados quedan abandonados a su suerte y dependientes únicamente de si mísmos. Aun así, consiguen tomar la ciudad, en la que resisten 25 días.

Se desconoce la razón por la que los mongoles no hicieron acto de presencia en la batalla. Se han barajado varias opciones, como epidemias o incluso el clima adverso que les habría retenido más tiempo del necesario en su camino hacia Siria. Los cruzados, ante la posibilidad de verse cercados por los refuerzos mamelucos y con pocos efectivos para la defensa, deciden finalmente replegarse de nuevo a la isla de Ruad. Allí esperan pacientemente la llegada de los mongoles y, cuando ven que ésta no se produce, optan por regresar a Chipre dejando en Ruad una pequeña guarnición de unos 1.000 hombres.

Tres meses más tarde, en febrero de 1301, por fin aparecen los mongoles con una fuerza de 60.000 hombres. Pero para entonces ya había poco que pudieran hacer, salvo algunas incursiones al sur acompañados de los armenios, y la defensa de la ciudad de Damasco. Finalmente son obligados a retirarse de nuevo a Persia por los mamelucos.

En los meses siguientes se planearon nuevos ataques combinados, que no llegarían a dar fruto. Y en 1302 los mamelucos envían una flota de 16 naves que consigue desembarcar en la isla de Ruad y entablar combate con los templarios de la guarnición.

Desde Chipre se envió una flota de rescate que no llegó a tiempo, rindiéndose los templarios el 26 de septiembre de 1302. Los auxiliares sirios y turcopolos fueron ejecutados, mientras que los caballeros templarios supervivientes fueron trasladados a prisiones de El Cairo. La isla de Ruad fue la última base cruzada en el Levante.

Como curiosidad, el puerto de la actual Tartús acoge hoy en día la única base naval militar de Rusia en territorio extranjero.


Fuentes

The Mongols and the West: 1221-1410 (Peter Jackson) / The Kingdom of Cyprus and the Crusades, 1191-1374 (Peter W. Edbury) / Templars: History and Myth (Michael Haag) / Wikipedia


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