El 20 de julio de 1944 un joven oficial de la Wehrmacht, un coronel bávaro de sangre azul llamado Klaus von Stauffenberg, colocó disimuladamente su maletín junto a Adolf Hitler durante una reunión de mandos en la llamada Führerhauptquartier Wolfsschanze (Guarida del Lobo), un búnker que el dictador alemán tenía en Prusia Oriental.
El maletín contenía una bomba de relojería cuya explosión, sin embargo, no mató al Führer; cuando Von Stauffenberg dejó el lugar, un ayudante lo movió de sitio al estorbarle y la maciza mesa que ocupaba el centro de la sala amortiguó la onda expansiva. El autor del atentado formaba parte de un complot para poner fin al nazismo, ante la inminente derrota en la guerra, que respondía al nombre de Operación Valkiria, detrás de la cual estaba un grupo de conspiradores reunidos bajo la denominación Schwarze Kapelle; es decir, Orquesta Negra.
Aquella especie de sociedad secreta integraba a varios mandos y oficiales hartos del régimen, con el general Ludwig Beck a la cabeza apoyado por el contraalmirante Wilhelm Franz Canaris, Friedrich Fromm y el mariscal Erwin von Witzleben; el primero había sido jefe del Estado Mayor, el segundo estaba al frente de la Abwehr (servicio de Inteligencia), el tercero tenía a sus órdenes las fuerzas de reserva de Berlín y el cuarto, que había dirigido la invasión de Francia, se encontraba retirado por no ser afecto al gobierno y sospecharse de su participación en una conspiración anterior. Con el fallo en el atentado, Orquesta Negra fue rápidamente desmantelada por la Gestapo y la mayoría de sus integrantes ejecutados. Los nazis no querían andarse con juegos porque dos años antes ya habían tenido que afrontar otra orquesta de color diferente.
El rojo, para ser exactos. La Rote Kapelle (Orquesta Roja) se llamaba así por motivos obvios, si atendemos a su origen. Al contario que su homóloga negra, no estaba formada por ilustres miembros del ejército de tradición prusiana ni surgió como reacción tardía ante el desastre militar en el que estaba sumido el país, sino que nació como una red de espionaje organizada por un agente polaco de la GRU (servicio de Inteligencia soviético, antecedente del KGB) llamado oficialmente Leopold Trepper, aunque su verdadero nombre se desconoce. Militante sionista desde muy joven, formó parte de la red de espías Fantomas, que los soviéticos tuvieron en París a principios de los años treinta. Más tarde, Trepper creó la Orquesta Roja en Bruselas y no limitaba su esfera de actuación a Alemania sino también a otros países como Francia, Holanda y Suiza.
En realidad el término Orquesta Roja, que aludía a su perfecta coordinación, no lo inventaron ellos sino la Gestapo, que no tardó en detectarles y acuñó las denominaciones de conductores y pianistas (músicos en el argot soviético) para referirse a los niveles de su jerraquía, designando los primeros a los supervisores y los segundos a los operadores de radio y telégrafo que se encargaban de transmitir la información obtenida. Los alemanes de la RSHA (Reichssicherheitshauptamt, Oficina Central de Seguridad del Reich) bautizaron con el apellido de Trepper al grupo que operaba en Francia, Bélgica y Alemania, aunque en Berlín identificaron uno por separado, el Schulze-Boysen/Harnack, mientras que pusieron Trío Rojo al suizo (que incluía a algún agente británico, como el célebre Alexander Foote).
Trepper llegó a Bruselas en 1939 haciéndose pasar por empresario canadiense y alquilando diversos locales desde los que realizar las operaciones de espionaje; los hacía pasar por sedes de sus compañías (una de fabricación de impermeables, Foreign Excellent Raincoat Company, y otra de distribución de coñac y estufas, la Simex), que eran falsas pero que sí introdujeron algunos productos en el mercado negro para autofinanciarse cuando estalló la guerra. En 1940, con la invasión de Bélgica, se trasladó a París y, mediante siete redes, empezó a facilitar información sobre movimientos de tropas, producción de material bélico y transporte de materias primas; obtenía los datos de conversaciones con los altos mandos, aprovechando su acceso a ellos y el prestigio que tenía como industrial de peso. Al parecer, advirtió a Stalin de la fecha de inicio de la Operación Barbarroja (la invasión de la URSS), pero el líder soviético no le creyó, confiando en el pacto de no agresión que había firmado con Hitler. Luego también fue desvelando los planes alemanes en Rusia en general y Stalingrado en particular, contribuyendo decisivamente a su derrota.
A finales de 1941 la red de Bruselas fue descubierta casualmente por los nazis, que la desarticularon y detuvieron al propio Trepper. Le propusieron convertirse en un agente doble y aparentemente aceptó, enviando contrainformación a Moscú, aunque se sospecha que tenía algún método críptico para advertir de la situación a los soviéticos. En cualquier caso, en septiembre de 1943 huyó ayudado por la Resistencia Francesa, que le mantuvo oculto hasta el final de la guerra. Entretanto siguieron funcionando las otras redes.
La de Berlín estaba al mando de Harro Schulze-Boysen, un oficial de Estado Mayor de la Luftwaffe que era antinazi desde antes de la toma del poder por Hitler y que se había afiliado al NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) para despistar. En aquel grupo no militaban sólo comunistas sino también una extraña amalgama de opositores que incluía conservadores a la vieja usanza que no soportaban el régimen, judíos y católicos; curiosamente casi la mitad eran mujeres, que tenían a la esposa de Harro, Libertas, como modelo. Su principal actividad era promover la desobediencia civil, colgando carteles, repartiendo pasquines y ayudando a escapar a los perseguidos; ocasionalmente también pasaban información a la embajada de Estados Unidos. Pero tras la caída de Trepper, la Gestapo estaba alerta y en el verano de 1942 detuvo a todos los integrantes del grupo berlinés. Los arrestos ascendieron a medio millar, de los que cincuenta y ocho -hombres y mujeres- acabaron ejecutados.
Durante ese tiempo, Trío Rojo, la red suiza, había conseguido introducir espías en el OKH (Oberkommando des Heeres, Alto Mando del Ejército) que desvelaron a los aliados los detalles de la Operación Ciudadela (la última ofensiva alemana en el frente del Este), permitiendo a los soviéticos enviar sus divisiones a pararla en lo que desembocó en la mayor batalla de carros de combate de la historia, la de Kursk; fue casi simultáneamente al desmantelamiento del grupo Schulze-Boysen. La ventaja de los espías de Suiza era que estaban a salvo de la Gestapo, hasta el punto de que hoy en día se sigue desconociendo a la mayor parte de sus miembros. Hay alguna excepción, eso sí: el líder era Rudolf Roessler, alias Lucy, y su mano derecha Alexander Radolfi, nombre adoptado por el comunista húngaro Sandor Radó, conocido como Dora y que desde 1936 ya tenía su propia red (Roten Drei, se llamaba) antes de fusionarse con Trío Rojo.
En 1945 Rado fue llamado a la URSS y acusado de pasar información a Londres y Washington, por lo que se le condenó a ocho años de prisión; se le rehabilitó tras la muerte de Stalin. En eso siguió un camino similar al de Trepper, que al terminar la guerra fue recibido con honores en Moscú… antes de ser enviado a la cárcel de Lubianka durante diez años por el doble juego al que le habían obligado los nazis. Cuando salió se estableció en Varsovia, donde vivió veinte años como presidente de la Asociación Cultural Judía antes de exiliarse, una vez más, en Jerusalén. En 1975 publicó unas memorias tituladas El Gran Juego, en las que contaba su labor durante la Segunda Guerra Mundial y la creación de Orquesta Roja, que llegó a ser la mayor red de espionaje del conflicto, con medio millar de emisoras de radio. El almirante Canaris dijo de él que “su actuacion costó mas de treinta mil muertos a Alemania”.
Fuentes
Martínez Pujalte, Manuel Adolfo: Los espías y el factor humano / Gedensktätte Deutscher Widerstand / Wikipedia
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